Apuntes | Notas

Hay que buscar otras fuentes y dejar entrar diferentes puntos de vista


Entrevista a Magalí Anidjar

Por Delia Alicia Piña

 

Magalí-Anidjar-taller-San-Cugat-del-Vallès-entrevista-La-Joyeria-de-Autor

Desde San Cugat del Vallès, en Cataluña, donde ahora reside, Magalí Anidjar vuelve con sus manos a la obra, esta vez sobre la porcelana. Cuenta cómo se apropia de un proceso creativo que la reencuentra con el hacer joyero.

Tras su enriquecedora experiencia como profesora y gestora educativa en Casa Petit Comité, su espacio de intercambio interdisciplinario que llevó adelante en Buenos Aires con la participación de importantes referentes de la joyería internacional, plantea su interés de volver a las aulas como docente.

De cómo redefinirse y reconvertirse para volver al quehacer joyero, la importancia de seguir aprendiendo, la oferta educativa existente y su proyección. El valor de otros puntos de vista sobre la joyería, definiciones, opiniones y cómo es su trabajo.


_¿Estás trabajando sobre tu obra?

_Desde hace un año y dos meses estoy con mi familia en San Cugat del Vallès, en la provincia de Barcelona, Cataluña, tratando de volver a conectarme con mi trabajo porque durante los años de Casa Petit Comité, en Buenos Aires, mi obra quedó relegada por la enseñanza. Estoy volviendo y reinventándome.

Tenía muchas ganas de reencontrarme con otros materiales y, por lo que quería hacer, se impuso la porcelana.

Ya desde Argentina no encontraba quién me pudiera ayudar en esto;  mis amigas ceramistas me decían que desde hace años que no se conseguía -aunque entiendo que ahora sí- porcelana para hacerla líquida. Entonces los que saben hacían su propia formulación pero es complicado, no lograba llegar a hacerlo porque la porcelana es muy liviana, a diferencia de la arcilla, y te permite llegar a espesores bien finitos, y me interesaba esta dimensión para que las piezas resulten con un peso portable.

 

Manos a la obra

 

Además, quería indagar en la moldería, y aprendí a hacer los moldes de mis propias piezas y a modificarlas antes de que están secas. Es que se trata de piezas en porcelana de Limoges que viene premezclada y uno la prepara con agua y un agente defloculante en moldes de yeso, los hice también en madera, y las modifico cuando están húmedas, antes de pasarlas al horno.

Son piezas de color; empecé a trabajar con blanco, marrón y verde pero ahora estoy trabajando con negro y también se pueden esmaltar.

Por ahora, son piezas portables, más cerca de lo escultórico, pero bien podrían ser gigantes y me gustaría, cuestión de animarme, saltar de escala a ver qué pasa. Así saldría del espacio de la joyería que tiene que ver con portar en el cuerpo.

Para esto, estoy haciendo un curso de Moldes y Porcelana aplicada a la joyería con la joyera Trinidad Contreras, y también voy a un taller de Cerámica a alta temperatura para aprender más sobre las distintas pastas o arcillas que se pueden usar, con el fin de poder elegir cuál es la más adecuada para lo que quiero hacer; todo para independizarme y poder instalar un taller en mi casa. Hay mucho por aprender de este material, el uso del horno, los engobes, los pigmentos, es súper interesante. Estoy incursionando en un mundo que no era mío hasta ahora, estoy en proceso de apropiármelo.

 

“Por ahora, son piezas portables, más cerca de lo escultórico, pero bien podrían ser gigantes”.

“La joyería es una manera de construir espacios a mínima escala y me encanta trabajar esos espacios con humor y sorpresa”.

_¿Estudiaste joyería?

_Todo lo que estudié está conectado de alguna manera. Mi formación es en Diseño gráfico en la asociación ORT y luego hice un máster en Diseño y Dirección de Espacios Expositivos en la Elisava Escola Superior de Disseny de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona, donde viví poco más de tres años hace 15 atrás aproximadamente.

Comencé a estudiar joyería cuando terminaba la carrera de Diseño gráfico porque necesitaba trabajar con lo manual, lo tangible, lo tridimensional. Empecé no porque me interesase la joyería per se sino porque me parecía un formato manejable para diseñar objetos, la arquitectura –que me gusta- tiene otra escala, así que fui a por la joyería. Y descubrí que me gustaba aprender sobre los materiales, cómo desarrollar mis ideas en metales y otros materiales y me encantó el aspecto constructivo y formal de la joyería.

Mi idea era poder llevar a cabo mis diseños en tres dimensiones, intentar que fueran factible, después si eso era ponible o arte fueron cuestiones sobre las que me fui preguntando con el tiempo. Hacía, y aún hoy sigo haciendo, dibujos de formas, volúmenes para luego llegar a construir y/o cambiarlo sino no funciona, sea porque es una línea recta que no se puede soldar con una curva, por ejemplo, es decir, todo eso que descubrís al llevar a cabo ideas. Esto es lo que me fascinaba y fascina de la joyería.

En un principio, durante mucho tiempo, trabajaba en plata, madera y acrílico y los mezclaba de acuerdo con lo que necesitaba para el diseño. Tenía mucho más que ver con lo geométrico, con lo constructivo, con observaciones de la arquitectura que me encanta. La joyería es una manera de construir espacios a mínima escala y me encanta trabajar esos espacios con humor y sorpresa. No es algo planificado; es el resultado. Es que si no se dan estos factores me deja de gustar, por eso también  prefiero no repetir.

 

Estudios de joyería

 

Primero estudié en la escuela de María Medici, luego me fui a estudiar a Florencia a Le Arti Orafe Jewellery Scuola hasta que descubrí Alchimia, que entonces se ofrecía tres años de estudios: el primero para principiantes, el segundo con un artista y el tercero con dos artistas; el segundo año lo hice con el joyero portugués Manuel Vilhena y me encantó.

Después seguí estudiando en la Elisava. Y regresé a Buenos Aires y continué durante cuatro años en el Taller de La Nave de Jorge Castañón. Entonces, no me alcanzaba ir una o dos veces por semanas, quería ir todos los días pero bueno las jornadas en que concurría eran de casi todo el día; buscaba que me rindiera, hasta sentir que estaba lista para estar todo el día en mi casa haciendo joyería sola; menos me parecía una actividad extra curricular o un hobby.

 

“Esa diferenciación entre diseñador y artista es ridícula, porque no es incompatible una con la otra.”

 

_¿No te gusta la repetición en la joyería?

_Me cuesta repetir. La repetición en la joyería, se da más en la comercial, es algo complicado; te tiene que gustar repetir, pero podés hacer una pieza varias veces o en serie y eso no te convierte en una marca comercial, sin embargo, creo que esa repetición tiene que cumplir alguna función. Depende de lo que quieras expresar.

Es que todo tiene que ver con la expresión, el arte en general, incluso el diseño. Esa diferenciación entre diseñador y artista es ridícula, porque no es incompatible una con la otra. Tampoco es que uno tiene que ser un artista porque es algo bueno en sí mismo; esa obsesión por ser un artista tampoco me cierra.

Tal vez invierto mucho tiempo en pensar las cosas y me siento mejor cuando las libero cuando las hago. Pase mucho reflexionando sobre el ámbito de trabajo, el alcance de actividad, por qué se llama joyería o joyería contemporánea, qué interpreta el otro cuando decís joyería o qué es o no joyería de arte, pero esto se traslada a cualquier disciplina, como el diseño gráfico también y el arte; cada uno interpreta con las herramientas que tiene.

“Tenía muchas ganas de reencontrarme con otros materiales y, por lo que quería hacer, se impuso la porcelana…”

Proyectos

 

_Conocés el circuito de cursos y maestrías universitarias.

_Sí, y ahora quiero insertarme aún más. Me gustaría incursionar como docente, para lo cual estoy elaborando un curso para dar en algunos de estos ámbitos y está referido al diseño de objetos como vehículo conector entre la joyería y el diseño.

En mi proceso de formación a través de los años he ido analizando o rumiando sobre estas relaciones o conexiones, como las limitaciones de la joyería, o si la joyería es un arte y cómo transmitirla o comunicarla más allá de su nicho, si interesa que sea joyería o diseño.

Insisto, la dicotomía entre el arte y el diseño es un absurdo que no tiene fin, hay maneras de explicarla intelectualmente. Creo que se usan herramientas de estas dos disciplinas y de muchas otras más.

Y se ve en la práctica cómo se cruzan las profesiones; en la joyería hay muchos psicólogos, psiquiatras, médicos, químicos, arquitectos, diseñadores, y cada uno trae lo suyo y no se están preguntando si lo que hacen es arte o diseño, hacen.

 

“Me gustaría incursionar como docente, para lo cual  estoy diseñando un curso referido al diseño de objetos como vehículo conector entre la joyería y el diseño”.

 

_La joyería tiene más que ver con el hacer que con el definir.

_Sin duda. La joyería tiene que ver con lo que se hace, el definir es posterior y depende de la mirada de cada uno. Hacer es mucho más importante hacer que interpretar.

Pero me fascina cuando las interpretaciones se fusionan en una muestra, sobre todo cuando interviene más de un artista; cuando se ve un concepto en común que los une, a partir del cual cada uno suma, desarrolla, cuenta una historia, es fascinante, pero al hacerlo quien lo hace no está pensando en cómo combinar con el otro, con suerte alguien los une.

Hacer, manifestarse y expresarse es lo más importante.

 

“La joyería tiene que ver con lo que se hace, el definir es posterior y depende de la mirada de cada uno”.

 

Circuito económico

 

_¿Se vive de la joyería?

_Yo tuve que trabajar en paralelo para subsistir, porque es muy difícil vivir de la joyería, ya sea de manera artística o comercial, conozco muy poca gente que puede vivir de la joyería, hasta los famosos que están en todas las exposiciones y venden en las mejores galerías, en general, viven de la enseñanza.

Existe la fantasía de que si te dedicás podés vivir de la joyería, pero insisto la mayoría vive de la enseñanza, solo algunos logran un proyecto comercial sostenible.

Yo fui fluctuando con los años. Participé en ferias, como Joya Barcelona y Puro Diseño, y me fue bien y me entusiasmé porque me contactaron de varias tiendas de museos de Estados Unidos, por ejemplo, hasta que me agarraron las restricciones económicas de principios de la década de 2010 cuando resultaba muy caro exportar y pagaba más por exportar que el rédito que podía conseguir por la venta de mis piezas en el exterior, un absurdo.

Entonces me puse a generar un proyecto educativo; opté por enseñar más que hacer y vender.

 

“Yo tuve que trabajar en paralelo para subsistir, porque es muy difícil vivir de la joyería.”

 

_¿Cómo fue la experiencia de Casa Petit Comité?

_Muy enriquecedora, se generó un intercambio único, interesantísimo. Un taller en el que organizaba e invitaba a especialistas a dictar cursos y talleres breves.

Convoqué a expertos que sumaron otras perspectivas y experiencias, como la profesora de joyería contemporánea japonesa Sayumi Yokouchi que ofreció dos workshops, uno de siete días junto con Jiro Kamata, entonces asistente artístico en el departamento de Joyería de la Academia de Bellas Artes de Munich, sobre «Engarces creativos y Material»; o Peter Vermanderer que dio un taller «Insignia para la vida cotidiana» de fundición directa de metales.

En todos, se trabajó de manera individual y también en equipos, se hicieron distintos ejercicios, se evaluaron los trabajos, se tuvo una comunicación constante con los profesores, una relación única con el trabajo y el material.

“La experiencia de Casa Petit Comité fue muy enriquecedora, se generó un intercambio único, interesantísimo. Entre los que participaron: Sayumi Yokouchi, Jiro Kamata y Peter Vermanderer.”

_Para entrar en el circuito internacional de la joyería tenés que aplicar y pagar.

_Sí, pero pasa en todas las disciplinas. Mi madre era escultora y recuerdo de chica que se quejaba de lo mismo. Para participar de concursos y exposiciones tenés que aplicar, te eligen y en su mayoría tenés que pagar.

Primero, hay que decidir si se quiere esa proyección  internacional, qué se quiere y luego hay que saber elegir, dónde participar, con quién, para qué, de qué manera, etc.

En su momento, opté por Joya Barcelona, que me costaba lo mismo que Puro Diseño… porque iba a tener -y tuve- más exposición, porque vio más gente que en La Rural, y en ese momento quería vender.

Algunos de estos eventos forman parte de circuitos muy aceitados en lo económico, por eso mismo hay que evaluar muy bien el costo beneficio.

Pero para mí lo mejor de participar del circuito internacional fue el intercambio con artistas y joyeros de distintos lugares del mundo, que permitió conocer otras obras, otras miradas y resultó muy interesante.

Otra cuestión son las ferias que cobran entradas y se nota gran resistencia a pagar para ingresar cuando después tenés que pagar por una pieza, el pago para comprar no cierra; es una modalidad que se cuestiona y a la larga va tener que cambiar.

Además muchas de estas propuestas son muy de nicho, terminan siendo eventos de joyeros para joyeros y no están bueno, son muy limitantes. Sin embargo, son una vidriera que conecta.

Por otra parte, es cierto que en el exterior, las galerías y museos te compran las piezas; la consignación es una modalidad que se da solo en Argentina y resulta una falta de respeto con el artista o joyero, te hacen cargo de un riesgo que no corresponde.

 

“Para mí lo mejor de participar del circuito internacional fue el intercambio con artistas y joyeros de todo el mundo, que permitió conocer otras obras, otras miradas y resultó muy interesante”

 

_¿Tu intención es repetir la experiencia de Casa Petit Comité en Barcelona?

_Me encantaría. Aún estoy instalándome, adaptándome, intentando sentirme cómoda con lo que hago para después proyectar y ver si sumo y a quién puedo convocar.

Solo hace poco más de un año que estoy en Barcelona y voy paso a paso. Y recién ahora se puede empezar a salir, estuvimos encerrados, más que allá, en Buenos Aires, no podíamos salir de la comarca y salvo las escuelas y los supermercados no había nada abierto.

Me gustaría mucho retomar ese proyecto y sumar otras voces. Es que cada vez más la joyería necesita alejarse de la joyería, porque hay que buscar otras fuentes de alimentación, hay que dejar entrar diferentes puntos de vista, ampliar la mirada; todavía la joyería tiene algo de medieval al remitirse solo al oficio, que está bien para aprender, pero después tiene que poder soltarse y abrirse si quiere ser considerado arte o entrar al mundo del arte. Hay que dejarse influir, y que los joyeros no solo se dediquen o enseñen joyería.

En ese sentido, destaco muchísimo el trabajo de la Cátedra Kweitel de Proyecto de Accesorios de la FADU-UBA que propone un marco conceptual amplio e interdisciplinario para  abordar los procesos creativos.

 

Necesidad de un abordaje interdisciplinario

 

En Casa Petit Comité recibí a varios estudiantes universitarios y advertí que no entraban por la joyería sino por lo conceptual, porque tenían las ideas de lo que querían hacer y sabían experimentar libremente con los materiales pero necesitaban ayuda para resolverlas  como joya. Venían a aprender cómo se hacía un broche, por ejemplo, cómo se soldaba o si convenía que haya metal. Tenían -y tienen- un camino recorrido al revés de lo que se ve en algunas escuelas de joyería, con un bagaje conceptual súper; sabían -y saben- exactamente cómo manejar los volúmenes, tienen el criterio estético y el conocimiento de la morfología que, en general, la gente que hace solo joyería no lo tiene, porque trabajan más con los ejercicios clásicos de la joyería para aprender.

Varios de esos estudiantes universitarios mostraron una capacidad especial para aprender lo que necesitaban con el fin de hacer lo que querían, como Carolina Rico que tiene ese don hacer lo que la representa en cada momento de su vida; se empodera para decidir qué le sirve, qué es lo que expresa lo que quiere y lo lleva adelante.

Sé que hay algunos talleres, como el de Jorge Castañón, con lista de espera, en los hay que demostrar un interés real para ingresar. Y también está la escuela de Jimena Ríos, la única integral, muy completa e interesante.

Es genial que exista un espacio que proponga una formación constante y profunda del oficio y otro con la amplitud y la mirada desprejuiciada que suma a otros actores del arte, como bailarines, músicos, escultores. Todas propuestas que equilibran la oferta

 

“…Cada vez más la joyería necesita alejarse de la joyería, porque hay que buscar otras fuentes de alimentación hay que dejar entrar diferentes puntos de vista, ampliar la mirada.”

 

_¿Es accesible hacer joyería contemporánea?

_No es barato hacer joyería contemporánea, en general; hay muchos que tienen recursos económicos.

Y hay otros que tienen la decisión de querer vivir de la joyería y eso es un motor increíble, hasta en la vida misma, y lo logran; se potencian, como decía, se empoderan y revalorizan. Aprenden enseguida porque tienen interés, no esperan a la próxima clase para seguir probando, avanzan, investigan y descubren solos.

Son los que tienen un bagaje conceptual importante, los que vienen del campo proyectual: ya tuvieron la idea, ya la imaginaron, ya la construyeron, la pudieron plasmar en el papel o la pudieron transmitir en palabras o con música, con lo que sea y luego prueban materializarla. Ese bagaje les permite discernir y saber lo que quieren y suelen quererlo ya; a ellos más que enseñarles, enseñan.

 

“No es barato hacer joyería contemporánea, en general.”

 

_¿Trabajar en el exterior valida lo que uno hace?

_Cuando te vas al exterior naturalmente tenés que redefinirte, contextualizarte: quién soy, qué estoy haciendo acá, o que quiero o puedo hacer acá, qué tengo para ofrecer, cuál es mi experiencia.

Tenés que adaptarte de alguna manera y encontrarte con lo tuyo. Y en eso estoy.