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Taller Abierto de Ruth Schaffer


La curva y el movimiento que genera es el eje de la propuesta de esta creativa y lo cuenta desde su taller en Palermo.

La mirada proyectual de Ruth Schaffer se la dio su profesión original de arquitecta que la conectó con las curvas y el movimiento que generan. Y esto dio origen al nombre de su firma, que deriva de la palabra finlandesa kayra. Con esos elementos eje se planteó la necesidad de transformarlos o, más bien, de materializarlas en piezas de diseño portables. Desde su taller en Palermo cuenta cómo se reconvirtió en joyera al incursionar en el aprendizaje de técnicas, estrategias y, sobre todo, a probar e indagar en materiales.

Su taller showroom está es una planta baja que da a un patio, en un clásico edificio palermitano a metros del Parque La Heras. Está sectorizado en diferentes áreas, con puestos de trabajo que comparte con su equipo para la producción de su marca Kaira joyas.

Como a muchos, la naturaleza también es su fuente de inspiración, además de lo femenino y lo simbólico, dice. Lo suyo comenzó en 2004 moldeando en cera piezas que enviaba a fundir en metal y luego usaba, despertando curiosidad y consecuentes pedidos que la llevaron a crear su firma.

Actitud resiliente

Resiliente como pocas, se reconvirtió porque debió dejar de lado el metal por una alergia y comenzó a trabajar en cuero recuperado. “Una alergia por la manipulación del metal me dio la oportunidad mirar a otros materiales, como el cuero rescatado del descarte, con el que en 2012 realicé una de mis primeras colecciones con ese material, «Transformación lúdica», que partía de un espiral que se desplegaba pudiendo combinar módulos; una propuesta que mostré en Tienda Malba. Siento que la joyería contemporánea me permitió encontrar el lenguaje para expresarme, más allá de la materialidad. Es una búsqueda y un descubrir constante”, cuenta.

Mucho antes ya había decidido profesionalizarse en la joyería. “De 2005 a 2011 asistí al taller de Fabiana Gadano, en el que fui incorporando nuevas técnicas y adquiriendo otra mirada que me llevaron a descubrir y profundizar en la joyería contemporánea. También, realicé otros talleres y workshops, como con Irina Fiszelew, en el que pude sumar una nueva manera de gestionar mi trabajo”.

Cuenta con un banco donde volvió a trabajar directamente sobre el metal para soldar, calar y limar con las herramientas de joyería necesarias, tales como soplete, torno, limas, sierras, etc. Por otro lado, dispone de sublimadoras, con la que maneja materiales alternativos, como el mencionado cuero. Pero también trabaja con caucho, silicona y telas engomadas. “Es en este espacio donde pongo en juego la imaginación e inquietud por experimentar constantemente e investigar. Trato de probar y dejarme llevar para salir de lo estructurado o previsto”.

Más allá, tiene una mesa multifunción, que de igual manera va cambiando de destino según la necesidad. Se usa para preparar pedidos, confeccionar croquis o dibujos que luego pasarán a ser nuevos diseños y también se utiliza para realizar el moldeado en cera de las piezas que lleva a fundir. Dispone también de un escritorio, el espacio más despejado del taller, donde ubica su computadora para el trabajo más duro que admite es el que menos disfruta hacer.

Sin limitaciones

En este espacio creativo divide su tiempo entre su joyería más comercial y otra más personal o artística, en la que se permite crear sin limitaciones de procesos productivos, costos, tiempos de ejecución. “A veces se unen, ya que en varias ocasiones pude lograr una bajada de piezas de exposición para luego reproducirlas con los cambios requeridos. Al metal llego por el diseño que parte de un dibujo.

Y con el cuero recuperado, entre otros materiales, me dejo llevar y juego. Un proceso que se dio como consecuencia de una transformación personal en la que fui incorporando herramientas en favor del bienestar, como la meditación, para aflojar posturas estructuradas. Y este concepto también lo trasladé a mi joyería. Trabajo mucho sobre la experimentación y resignificación de materiales alternativos porque me encanta encontrarles otra vuelta.

“Con todo, la joyería me abrió la cabeza y pude empezar a indagar en el concepto más allá de la estética”, indica.

Procesos de experimentación

En ese proceso, señala que probó con una gran diversidad materiales según lo que quería contar en cada momento. A la cera para el metal y al cuero, le sumó experimentaciones con resina, caucho, silicona, poliuretano expandido, cintas de video, telas, sachet de leche y ahora guata, entre otros reciclados.

Para esto aplicó técnicas tradicionales de la joyería y también la termofusión. “Este método se popularizó bastante, pero cuando comencé a investigar con la pistola de calor y luego con la plancha manual hasta llegar a la sublimadora, era una técnica inusual; con el tiempo, fui explorando y descubriendo una alternativa expresiva interesante”.

Entre sus últimos trabajos, está una colección de piezas en guata trabajadas con calor, con la que logra volumen y consigue sumar color con tintes naturales. Hoy, además indaga con biomateriales y también con algunas piezas textiles. “Todo está en etapa de investigación, en un proceso de prueba en el que busco posibles prototipos”. En tanto, analiza una propuesta para preparar exhibir sus trabajos en escultura y joyería en una galería de Uruguay.

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