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Reestreno de Desde el taller

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Reestreno deDesde el taller

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¿Cómo entrar al taller para construir reflexiones y lecturas sobre las más íntimas reacciones frente a todo lo que ya no es igual que antes y todavía transcurre en esta nueva realidad? se pregunta Jorge Castañón en el prólogo de la puesta en escena online de una nueva edición de «Desde el taller, hay algo que necesita ser contado», la muestra de Joyeros Argentinos, la octava de la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea.

El colectivo que reúne a los joyeros de nuestro país desde hace más de 13 años, que se constituye como nexo entre artistas que, en plena pandemia durante el confinamiento más estricto, crearon desde sus talleres y que en muchos casos se adaptaron en ambientes cotidianos del hogar y trabajaron con materiales que tenían a mano.

“Una convocatoria abierta para manifestar lo que un grupo heterogéneo tenía para decir desde el taller, para visibilizar el presente, estar conectados y aunar energía colectiva con lenguajes y mundos propios, expresando sentimientos y conceptos. Una ventana al mundo”. señala una de las organizadoras, la joyera Mabel Pena.

Por su parte, la joyera Fabiana Gadano, otra de las promotoras de Desde el taller…, destacó que en su “taller anida la resiliencia, como lugar de sanación, es el lugar donde suturo quiebres, diferencias, lugar de descubrimiento que se traduce en superación, reflexión, en lazos y afectos; donde se pone en marcha ese motor vital que hace que todos los esfuerzos valgan”.

Experiencia para contrarrestar

Y lo que cuentan los 47 joyeros que participan de esta exhibición a través de sus creaciones y que al decir del escritor español Gabriel Celaya es «como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto», cita Jorge Castañón, otro de los joyeros participantes, es una “comunicación que enriquece, que contrarresta esta nueva experiencia de vida en pandemia, que da la oportunidad de mostrar sus mundos y librarse de la incomunicación que este nuevo estado de las cosas podría llegar a provocar”. Es una muestra que se plantea como “un intento de construir lazos, que se adaptaron a la nueva realidad, pero que no pueden ni deben dejarse de hacer”, añade.

¿Qué representa el taller para ellos? Lo resumieron en carteles pancartas que levantaron durante la inauguración virtual: refugio, transformar, resiliencia, despabilar, construir comunidad, diversidad, el lugar que habito, resguardo, oportunidades, paréntesis, oasis, sostén, soliloquio, motor y sonar, entre otros.

La propuesta de joyería contemporánea se presenta en siete temáticas: Poéticas / La fragilidad de los deseos, Que nada nos defina, Tiempo de travesías, Caleidoscopios, Los relatos del tiempo, Un mundo donde quepan todos los mundos y Universos.

Mirala en detalle en https://labienal.ar/exposicion-4

Desde el taller de 47 joyeros

Participan Marita Sario, Alejandra González, Ana Pardón, Andrea Serini, Anne Luz Castellanos, Ariel Scornik, Armando Sikorski, Bárbara Paz, Carmen Romero, Cecilia Meroño, Cecilia Vodanovich, Clara Zuleta, Elvira Cibotti, Fabiana Gadano, Florencia Gargiulo, Gabriela Squassini, Gabriela Fissore, Gloria Aizcorbe, Graciela Di Monaco, Graciela Lescano, Hebe Argentieri, Iona Nieva y Jessica Morillo.

Además muestran sus obras Jorge Castañón, Laura Giusti, Laura Leyt, Lena Echelle, Ludovica Riccardi, Luna Ventura, Mabel Pena, Marcelo L’Evêque, María Eugenia Ramos, María Pía Panzica, María Rosa Mongelli, Patricia Alvarez, Patricia Gallucci, Patricia Mogni, Patricia Trigub, Paula Botto Fiora, Paula Isola, Rafael Alvarez, Roxana Casale, Sol Flores, Susana Ortiz, Valeria Dowding y Vicky Biagiola.

Collar «Siempre se lleva lo absoluto en las espaldas» en tela y pinturas de Marita Sario.

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Diversidad II, collar de Graciela Lescano

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Balangandan, collar de Vicky Biagiola

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El Destino, colgante de Jorge Castañón

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Flor de Mayo, anillo de Luna Ventura

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Nudos, broche de Paula Isola

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Moebius2020, anillo de Alejandra González

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Transmutación, anillo de María Rosa Mognelli

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Transmutación I, anillo de Mabel Pena

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Violencia social II, collar de Paula Botto Fiora


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Híbridos Salvajes

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Híbridos Salvajes

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Vuelve «Híbridos Salvajes» en una nueva edición, ahora como parte de la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea.

Se reestrena hoy a partir de la convocatoria y gestión de la agrupación La Brújula Arte en tránsito y la curaduría del Estudio Honorato Vicencio, de Caco Honorato y Mariela Vicenciof, que propusieron reflexionar a partir del mito de la caverna de Platón.

Esa alegoría sobre la realidad de nuestro conocimiento o de “la búsqueda de verdad, esa que se nos muestra engañosa y que a medida que más sabemos, más compleja se vuelve… preguntarse qué es lo verdadero en el arte -en el terreno de lo poético sensible- requiere de valor, en tiempos en los que  el mercado es el gran regulador y los espacios de subjetividad se hacen difíciles de defender, mantener, hacer circular”, opinan los curadores.

En materiales de desecho reciclados

Señalan que «Híbridos Salvajes» plantea la nueva relación que establecen los creadores con los materiales y su valor, ya que fueron invitados a utilizar materiales de desecho y reciclados en collages e hibridaciones objetuales.

“Historias de cada uno de los artistas, de sus mezclas y cruces que los constituyen; por eso, son un espejo de Latinoamérica”.

“Nuestro objetivo en este llamado es dar a conocer al espectador la nueva joyería y su impacto como dispositivo de arte, que deja de ser un ornamento que implica estatus y pasa a ser un puente entre el mundo interior y el observador”.

La exhibición se inaugurará, a las 19, en forma presencial y vía streaming desde el Museo Palmira Romero, en Quillota, región de Valparaíso, y desde el canal de YouTube de Joyeros Argentinos.

Exponen Ana Nadjar, Antonio Varas, Fabiana Gadano, Fabiola Ahumada, Honorato+Vicencio, Lorena Jarpa, Mabel Pena, María Inés Nouzeilles, Mayelin Guevara, Paola Figueroa, Patricia Iglesias, Paula Waters, Roxana Casale, Soledad Ávila, Vivian Urmeneta y Yael Olave.

«Río, bajante», anillo en bronce y bolsas de polietileno recicladas por Mabel Pena.

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Brazalete de Roxana Casale

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Heridas VIII, broche de Fabiana Gadano

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Segunda oportunidad, anillo de Ana Nadjar


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Una década brava al aire libre

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Refugios II, broche en crin de caballo tejido con fibra vegetal tampico, cobre patinado y acero, de Rita Soto


Un extracto de la restrospectiva en megafotos al aire libre, para ver en Buenos Aires


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Las cosas que no se nombran

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Las cosas que no se nombran

Redes de mercado, cuernos, pergamino de cabrito, papel, huesos, madera balsa, saquitos de té usados, cuero, chala y hasta bosta se resignifican en manos de un grupo de 16 joyeros contemporáneos, que desde hace dos años trabajan en común para “prestar atención a lo pequeño, mostrar lo que no se ve y resistir en la solidaridad”.

Y porque los unió una búsqueda curiosa hacia el interior y cada uno descubrió algo de su sustancia, como esa del centro del hueso que hay que buscarla y extraerla, esa que no siempre se ve o no siempre se muestra, se llaman Caracú.

Cuentan que Caracú surgió a partir del workshop «De lo plástico a lo visual»,  coordinado por el joyero y escultor Jorge Manilla, a principio de 2018.

Colectivo artístico autogestivo

Forman un colectivo autogestivo de joyeros y artistas visuales sudamericanos: Vicky Biagiola, Andrea Nosetti, Carmen Romero, Gabi Nirino, Graciela Di Mónaco, Graciela Lescano, Hebe Argentieri, Lena Marie Echelle, Paula Botto Fiora, Marita Sario, Montserrat Wöhlk, Patricia Gallucci, Paula Isola, Rafael Luis Álvarez, Roxana Casale y Laura Giusti. 

Entienden la joyería como un espacio de expresión artística que les permite crear piezas, objetos e instalaciones que, más allá de lo funcional, posibilitan una indagación más profunda sobre la obra, el hacer, el ser y el ser en comunidad. “El grupo nos sostiene para crecer individualmente y en diálogo con otros, conviven estrategias expresivas y analíticas muy diversas, y podemos expresarnos en una conversación colectiva”, destacan.

Hoy finalmente estrenan «Las cosas que  no se nombran», ya que cuando estaban por mostrar su trabajo irrumpió la pandemia. “Pero lo desconocido, la incertidumbre, la quietud, el aislamiento no fue un punto muerto. Ahora nuestro desafío es darnos cuenta, elaborar lo que sucede, expresarlo artísticamente y ser contemporáneos tratando de entender y ser  capaces de enlazar causas, consecuencias, pasado y futuro para comprender nuestro tiempo y dialogar.

Caracú compartió una experiencia en un tiempo prolongado y realizó un proyecto, encontramos afinidad e intereses comunes, construimos vínculos afectivos y de confianza. Nos proponemos hacer cosas juntos con vocación artística, es decir, de manera expresiva, libre y creativa”.

Y reflexionan sobre su trabajo. “Las cosas que no se nombran ¿existen? Las palabras alcanzan para nombrar?…y el arte? Nos planteamos hasta qué punto una obra nombra algo, dado que siempre se trata de un enunciado abierto, que el otro completa aproximándose a una aprehensión de lo que ve y, aun así, ¿cuánto hay de paradójico entre el objeto y lo que vemos? ¿cuánto es real, real para varios, para uno, para todos?»

Por eso, presentan cosas que impactan, conmueven, que impulsan y toman forma, algunas vienen de lo desconocido, irrumpen sin sentido, hechas con materiales insospechados, no tienen nombre o sí, sin significado pero acá están para ser reconocidas, interpretadas y comunicadas.

«Las cosas que  no se nombran» es una muestra que forma parte de la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea. Se inaugura hoy, a las 18, en UADE Art, que se transmitirá por zoom con invitación y por el canal de YouTube de Joyeros Argentinos, también vía Facebook.

Luego, podrá visitarse hasta el 8 de octubre en Independencia 1127, de lunes a viernes de 10 a 17. La entrada es libre y gratuita presentando dni, con inscripción previa en uadeart@uade.edu.ar. Se realizarán visitas guiadas con un máximo de cinco personas por turno.

En exposición

Y se verá, también online en labienal.ar, las siguientes obras:

«Regresó», en metal, vidrio papel y una mariposa, de Andrea Nosetti

«Te lo estoy diciendo todo», en polipropileno de bolsas de mercado de la serie Conversación, de Carmen Romero

«Envoltorio de protección», hecho con una trama de fibra de chala de maíz y una urdimbre de cáñamo y nylon, parte de Chala, proyecto que incluye el anillo de apertura, de Gabriela Nirino

«Sí quiero», en resina ecológica, hierro y tiento de cuero, de Graciela Di Mónaco

«De enigmas afuera, de tripas adentro», collar en bies de algodón, telas de poliéster, elastano y nylon, de Graciela Lescano

«Que nada nos defina», anillo en cuerno, filamentos plásticos de escoba y resina, de Hebe Argentieri.

«Cartón casa», en cartón e hilo de lino, de Laura Giusti

«Percepción afectiva», colgante para cinturón en cuero crudo y una pistola plástica de juguete, de Lena Echelle

«En vuelo», colgante en pergamino de cabrito, de Marita Sario

«Como es adentro es afuera», collar en cobre de Montserrat Wöhlk

«Cuando cuerpo y mente son lo mismo», anillo en papel, resina epox, alpaca y bronce, de Patricia Gallucci

«Fragilidad», anillo en madera kiri, madera balsa, gesso y pintura en spray, de Paula Botto Fiora

«Encrucijadas I», colgante broche en maderas encoladas, grabado en papel de registro intervenido, plata, alpaca y acero inoxidable, de Paula Isola

«Calibre», broche en cobre y acero de Rafael Álvarez

«A pesar de todo, tratando de mantenerse», brazalete en cartón, papel amate, cartulina, gel e imán, de Roxana Casale

«Guante de la resistencia», en cuero de cabrito y badana de Vicky Biagiola.

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Anillo «Todo lo que crece» en fibra de chala de maíz y madera, de Gabriela Nirino

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Anillo en papel, resina epox, alpaca y bronce, de Patricia Gallucci

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Anillo en polipropileno de bolsas de mercado plegadas, cosidas y entorchadas, de Carmen Romero


Escuela de Fabiana Gadano

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¿Qué se aprende en las escuelas de joyería contemporánea?

Salimos averiguarlo y hoy virtualmente llegamos hasta la Escuela de Fabiana Gadano.

Cuál es y dónde queda. El taller escuela de Fabiana Gadano está ubicado en un departamento muy bien cuidado y remodelado para el uso de taller, con balcón corrido a la calle, en un primer piso de un edificio antiguo de techos altos, en Moreno entre Tacuarí y Bernardo de Irigoyen, en el Centro de la Ciudad de Buenos Aires.

Cómo es. Cuenta con un taller amplio equipado con seis bancos de trabajo, aunque las clases presenciales solían tener un máximo de cinco personas. Hoy, con los protocolos vigentes, funciona en grupos aún más pequeños, con un máximo de tres talleristas por curso.

“El equipamiento del taller permite desarrollar la enseñanza tradicional de las técnicas de joyería sin dejar de considerar el amplio espectro de los materiales no tradicionales en los que la joyería contemporánea tanto abreva.

Así, dispone tanto con soldadores, laminadora, herramientas manuales varias y específicas para joyería como con diversos materiales para experimentación: maderas, cartones, plásticos, textiles, etc.”, detalla la maestra joyera.

Qué se enseña. Su objetivo es brindar herramientas conceptuales y prácticas para que cada creador@ pueda desarrollar su  propia voz, “en un camino largo, apasionante y laborioso para el  descubrimiento e incorporación de técnicas”.

Si bien las clases son grupales y conviven principiantes y avanzados, cada un@ desarrolla sus propios proyectos.

“Los acompaño en su proceso de trabajo. Pregunto, re-pregunto, sugiero y analizamos. Mi formación como curadora en artes me dio muchas herramientas teóricas y analíticas, muy útiles al dar las clases de taller. Y percibo que mi formación previa en Diseño Industrial es un contrapunto práctico más que necesario para el quehacer objetual”, fundamenta.

Desarrolla clases semanalmente a lo largo del ciclo lectivo, en el que da talleres intensivos de una semana o 10 días. Se trata de talleres, en los que combina clases individuales con grupales.

Estos talleres intensivos están planeados para creadores que pasan una temporada en Buenos Aires o para tod@s aquell@s que disponen de tiempo corrido y desean introducirse en el tema de joyería.

Enseñanza especializada

En otra faceta de su enseñanza, desde hace dos años dicta la materia Diseño de Joyería en el programa Especialización en Diseño de Indumentaria y Joyería que ofrece la Secretaría de Posgrado de la Facultad de Artes, Universidad Nacional La Plata.

Fue convocada por el D. I. Miguel Travería, director de la especialización, que se interesó en incorporar al ciclo de posgrado algo de su modalidad de trabajo, porque conocía la labor que desarrolla en su taller desde hace más de diez años.

“Brindo herramientas conceptuales y prácticas para que cada creador@ desarrolle su propia voz”, dice la maestra del objetivo de su propuesta.

Modalidad de trabajo. A raíz del confinamiento de 2020 y de las condiciones actuales, también ofrece talleres online. Consisten en un planteo de experimentación con materiales, como plásticos reciclados, papeles, telas etc. “Es un taller donde no necesariamente utilizamos metales porque para trabajarlos se requiere de un equipamiento específico que no tod@s disponen”.

En los talleres online se desarrollan ejercicios de forma y construcción que comienzan como modelos exploratorios y, en la mayoría de los casos, se traducen en piezas de joyería contemporánea. “En este tipo de talleres, el ejercicio de la palabra y el plano de la reflexión es primordial para el desarrollo de los trabajos. También la voluntad de experimentar sobre la materialidad y dejar fluir el proceso para sorprendernos en la expresividad impensada de algún material, hasta ese momento inexplorado”.

Comenta que la propuesta online que desarrolló el año último fueron muy enriquecedora y fructífera. En la III Bienal de Joyería Contemporánea que se realiza en estos meses, está presentando los trabajos de esos talleres junto a los trabajos del taller de la maestra Mabel Pena. La exposición se titula «Mesas de Trabajo: recorridos e intermitencias de la joyería contemporánea». Una muestra muy interesante y didáctica que se ve hasta el 17 de octubre, en el Centro Creativo El Obrador, en Bartolomé Mitre 1670.

Con el estímulo como protagonista

Habilidades que se aprenden. Se aprenden técnicas de joyería que apuntan a la realización de proyectos de creación propia. “En muchos casos el componente de técnica joyera está supeditado a la expresión del material estímulo que se está investigando. Pueden ser materiales mundanos, no tradicionales de la joyería clásica. En esta modalidad, ese estímulo es el protagonista y la técnica acompaña en segundo plano para resolver la funcionalidad de la pieza”. También se incorporan conocimientos de producción seriada, listas de proveedores y nociones básicas de esmaltado y electroformado.

Meta. Está orientado a artistas y productores independientes que deseen desarrollar su propia línea de trabajo.

Perfil. Es variado, en general, asisten personas interesadas en el arte, el diseño y la artesanía. “No es casual, ya que la joyería contemporánea es conjunción de estas tres áreas. Concurren egresad@s de carreras proyectuales, aunque también se acercan psicólog@s, científic@s y artist@s”.

Actividades. La actividad extra al taller es la exposición de trabajos, que se organiza cada dos años aproximadamente en coincidencia con la bienal, que en estos días se exhibe en labienal.ar.

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Taller Abierto de Elvira Cibotti

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Taller Abierto de Elvira Cibotti


El papel es la materia prima con que trabaja en su taller de Vicente López, donde construye piezas de joyería y objetos en pequeño formato.

Su taller empezó en un pequeño espacio de su casa en Vicente López, en el que todavía aún quedan algunas cajas con las actividades manuales que hacía con sus hijas. Ellas y su disponibilidad de espacio crecieron.

Muestra que también tomó posesión del cuarto contiguo y pudo organizar mejor los espacios para las distintas tareas que realiza para hacer sus piezas. Es que trabaja con papel sobre el que aplica de manera destacada la técnica de mokumé.

Se destaca una gran mesa en la que puede seleccionar el papel, clasificarlo y armar la estructura de sus obras. Tiene una flamante sierra de calar y un pie de metal con ruedas que le permite desplazar el torno hasta su banco de joyero, que se encuentra en el otro cuarto.

“Con los años fui teniendo la posibilidad de adquirir más herramientas en función de las necesidades de mis proyectos en curso. El taller se fue armando de a poco y hoy es un espacio tan personal y familiar como profesional. Siguen estando los cuadros con fotos familiares, solo que ahora conviven con algunas de mis piezas”, comenta.

Explica que la joyería y el arte contemporáneos son espacios amplios de libertad creativa, que le permiten explorar, jugar y aprender distintas técnicas que utiliza en función del material elegido.

En mi obra no pretendo mostrar lo que no soy, no me impongo estilos ni tendencias. Hablo de lo que me interesa y llama mi atención. Y aun cuando la idea y el concepto son duros y críticos, mis piezas siempre suelen tener una estética sensible, sutil y ser bastante literales”.

Recuerda que empezó en 2007, después de asistir a un seminario que dictó el maestro Antonio Pujía, pero desde mucho antes que trabaja con arcilla haciendo escultura y alfarería. Esto definió sus primeros pasos en el pequeño formato y la joyería.

De cómo prestarle el cuerpo a la joyería

“De la joyería me fascina la posibilidad de portar una obra, prestarle el cuerpo y llevar a donde sea un mensaje, que siempre es la interpretación de lo que nos rodea”.

Prefiere la joyería contemporánea porque no limita ni encasilla, porque puede experimentar y variar sin miedo a salirse de un campo de trabajo determinado y porque puede hablar de lo que pasa y le pasa ahora y aquí.

Comenzó utilizando un solo material y una sola técnica, plata y cera perdida. Y ahora ambos están al servicio del papel, se combinan y complementan.

Le gusta tomarse su tiempo de exploración e investigación. Señala que disfruta mucho y se nota. Sus procesos son largos e incluso tiene pausas que permiten ir acomodando y combinando ideas y técnicas.

Cuando arrancó con el papel pasó mucho tiempo familiarizándose con el potencial de este material, probando, haciendo, eligiendo y descartando. Y así fue creando su propia manera de utilizarlo y transformarlo.

La preparación del papel para poder realizar cada pieza proyectada lleva tanto o más tiempo que su construcción. Exige etapas e intervalos que no dependen de ella: la unión y secado de las distintas capas, por ejemplo, varía según el clima y estación del año. “Estos tiempos externos que se me imponen me hacen apreciar y respetar aún más este material de descarte que estaba a punto de perder todo su valor”.

Procesos de preparación y construcción

La preparación del este papel es muy manual, no requiere de herramientas o máquinas especiales ni complejas.

Cuando trabaja con módulos planos tiene la alternativa de usar una caladora de mesa, incluso admite que probó el corte láser, aunque generalmente elige la sierra de mano; “si bien los cortes no queden bien rectos, me gusta ese aspecto orgánico que se obtiene con lo manual”.

Hoy está explorando el volumen para acompañar los módulos planos o para crear piezas volumétricas.

Estuvo haciendo cuencos de distintos tamaños, espesor y forma, y explica que necesita ir viendo, por ejemplo, “cuántas capas de papel son necesarias no solo para mantener la estructura sino también para lograr las texturas buscadas, y que las piezas queden livianas y armoniosas”.

También está empezando a incorporar el metal como parte del diseño la pieza y no solo con un rol funcional de construcción o sostén.

Comenta que generalmente trabaja con proyectos e ideas personales y luego ve si ese trabajo puede funcionar en alguna convocatoria. Y reconoce que este año con la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea y las muestras en las que se presenta en el exterior “me quedé sin obra en casa. Se vienen tiempos de trabajo en el taller que son los que más disfruto”.

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Sincronía, nuevo colectivo joyero

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Seis joyeras que se preparan para exhibir sus «Evocaciones»


Sincronía es otro de los colectivos que se presenta en la III Bienal


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Entrevista a Vania Ruiz

Apuntes | Notas

Lo femenino hoy resuena en la región por las condiciones en las que está la mujer latina


Entrevista a Vania Ruiz

Por Delia Alicia Piña

 

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La situación de la mujer latina, “invisibilizada, menospreciada y hasta violentada” es el tema en el que se enfocó la artista chilena Vania Ruiz con su broche «Chauchera rota», y lo hizo a través de la representación simbólica de la vagina. Con esta pieza contemporánea volvió a ganar el concurso principal de la Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea, «Abran Cancha».

Es una arquitecta que prefirió hacer cosas manuales por gusto, y desde hace once años crea piezas de joyería contemporánea que resignifican lo doméstico y popular. Dice que busca recuperar e identificarse con el conocimiento ancestral a través de la joyería. Y define lo suyo con el color, las líneas orgánicas y barrocas.

Desde su taller en Viña del Mar cuenta por qué hoy elige expresarse mediante el ensamblaje y la reparación de objetos encontrados, y qué tiene su trabajo que logra captar la atención y destacarse. Su obra artística, su marca Casa Kiro, sus ideas y proyectos.


_Pasaste de la arquitectura a la joyería, ¿por qué?

_Siempre me gustó hacer con las manos, buscaba e inventaba cosas para hacer. Cuando entré a estudiar Arquitectura dejé de hacer cosas por gusto, sólo hacía lo que me pedían para la facultad, y cuando comencé a trabajar en un estudio implicaba estar mucho en la computadora. Me estaba haciendo falta hacer cosas con las manos; una colega se metió a clases de joyería y me invitó a participar de ese grupo de cuatro arquitectas, me interesó y comencé a ir.

Además, a mi mamá le encantan las joyas, me gustaba hacerle regalos, porque en realidad yo no usaba muchas joyas. Buscaba y encontraba que lo que había era muy aburrido.

Mi profe, la orfebre Carola Méndez, había aprendido a usar resina y le pedí que me enseñara, me encantó, me compré materiales y empecé a hacer pruebas. Sabía un poco de todo, me instalé en la mesa de mi comedor y de a poco ese material, o su olor, más bien, se apoderó de toda la casa y hasta de mi vida. Coincidió con la crisis de 2009 y el cierre de la empresa donde trabajaba como arquitecta, naturalmente tuve más tiempo y me puse a hacer joyas.

Arranqué a hacer piezas con el alga cochayuyo, esa que se usa en un plato tradicional de los pueblos originarios que muchos miran mal; ya no se no usa tanto y se acumula en las playas. La tenía y no me gustaba comerla, entonces la intervenía con resina. Se veía muy bien porque al cortarla quedan unas burbujas que se vuelven de un dorado iridiscente muy lindo.

En ese momento, justo empecé otro trabajo de arquitectura, el cual coincidió con que le envíe unas fotos de esas nuevas piezas a una amiga periodista que las publicó y la repercusión fue muy grande. Por eso, decidí darle una oportunidad más en serio a esta propuesta, dejé ese empleo y desde entonces me dediqué a la joyería. Ya pasaron once años.

 

“Decidí darle una oportunidad más en serio a esta propuesta y desde entonces me dediqué a la joyería”.

 

_¿Trabajás con un equipo?

_Sí, con un equipo de tres. Trabajo con una ayudante desde hace nueve años, ahora a la distancia debido a la pandemia, cada una hace lo suyo desde su casa, con los permisos vamos intercambiando herramientas, materiales y piezas por terminar. Cuento con otra ayudante que también vive en Valparaíso; ambas hacen postas y nos reunimos en la medida de las condiciones posibles; así funcionamos en este tiempo tan difícil. De la misma manera, me manejo con las piezas o terminaciones en plata, que van a un taller a Santiago. Aprendimos a trabajar a la distancia. También me ocupo de la venta online, que me obligó a incursionar en el e-commerce, lo cual reemplazó al showroom y a las tiendas en las que presentaba mis trabajos. Hago de todo, de la contabilidad, el packaging, los envíos a otros más específicos de joyería, claro. Y no me da el tiempo para más, por eso a veces el estrés… Es complicado parar, me siento y soy responsable del equipo.

 

Joyas coloridas y orgánicas

 

_¿Cómo definís las joyas que hacés?

_Tienen algo de alegría, no todas son tan coloridas porque las hay más oscuras, pero en general el color se destaca, así como las formas orgánicas de la naturaleza. De mí no salen líneas geométricas, puede que me gusten pero no soy capaz de hacerlas. Admiro a quienes consiguen realizar una pieza que repiten y con la sumatoria arman un volumen. Yo tiendo a no hacerlo porque prefiero enfocarme en una. Naturalmente hago una pieza no una suma de muchas o un fractal.

Además de lo físico de mis piezas o sus características, mi trabajo transcurre en dos mundos: el de mi marca, Casa Kiro, y el más artístico, los cuales a veces se topan pero corren por líneas independientes.

En este tiempo de pandemia, le di prioridad a mi trabajo más comercial para poder subsistir con mi equipo y tuve que relegar mi desarrollo más artístico. En este último se manifiesta una historia que voy contando a través de distintos trabajos que siempre hablan del mundo femenino. Esto puede ser porque mi familia es muy pequeña y es más de mujeres que de hombres; tiene una presencia femenina muy fuerte; o porque fui criada de una manera muy libre, bastante feminista aunque sin intención, y crecí con tanta libertad que me cuesta hacer cosas que a muchas mujeres les sale naturalmente, nunca me sentí identificada con lo que se cree el hacer de mujer ni con mi género; entonces es como que lo miro desde afuera, me resulta interesante investigar estos temas. Mi manera de ser femenina, mi modo de feminismo no es tanto por el reclamo por la igualdad de oportunidades, sino más bien un llamado a conocer nuestro poder como mujeres que siempre se invisibiliza y menosprecia. Pero ese poder es el que mantiene la civilización viva, es el poder de dar afecto y esperanza frente a lo que viene; poderes que ni yo misma acabo de entender, pero que lo voy descubriendo a través de la joyería.

 

“Mi trabajo transcurre en dos mundos: el de mi marca, Casa Kiro, y el más artístico, los cuales a veces se topan pero corren por líneas independientes”.

“En mi obra artística, se destaca el color, así como las formas orgánicas de la naturaleza. Se manifiesta una historia que voy contando a través de distintos trabajos que siempre hablan del mundo femenino”.

_¿Por eso te referís tanto a lo femenino y desde la cultura popular?

_Mi familia es de origen humilde y me encanta. Me refiero a ese conocimiento genuino, ancestral, popular, vital, con los saberes cotidianos del hacer, por ejemplo, remedios caseros, o reparar cosas, cultivar, o los trabajos manuales como los que hacían mis abuelas, pero que son indistintos de lo que se cree de tal o cual género.

En ese salto desde lo rural que se dio en mi familia, ya que mis padres fueron los primeros universitarios, se perdió ese conocimiento. Mi mamá conservó menos y yo mucho menos porque no vivíamos tan cerca de mis abuelas. Se fue perdiendo esa transmisión, se cortó ese hilo, por eso me interesa recuperarlo e ir identificándome cada vez más con mi historia a través de la joyería. Por eso, realizo pequeños homenajes con relatos que me conmueven, que son significativas para mí.

 

“Se fue perdiendo la transmisión del conocimiento ancestral, popular, con los saberes cotidianos del hacer o los trabajos manuales, por eso me interesa recuperarlo e ir identificándome cada vez más con mi historia y trabajo joyero”.

 

_Variás de materiales: el alga hierba marina, caucho, acrílico, resina sobre tela, resina y elementos encontrados, ¿qué otros y por qué hacés esa selección?

_Sí, experimenté bastante con el coyayuyo, que es un alga parda,​ comestible, rica en yodo, que habita en las costas de Chile y otros  mares subantárticos. También, con cobre, caucho, acrílico, elementos varios y la gran protagonista: la resina.

Cuando hago trabajos artísticos, los materiales son muy diferentes unos de otros, en cada serie puede que aparezcan elementos distintos porque tienen que ver con un relato que se da en una línea de tiempo.

Siempre se trata de una historia hilada con cosas que parecen similares, en función de lo que me interesa, que suelen ser los mismos temas, relacionados con lo femenino, como dije. Y los materiales y técnicas varían, lo que se mantiene es el hilo conductor de la historia.

 

“Cuando hago trabajos artísticos, los materiales son muy diferentes unos de otros, en cada serie puede que aparezcan elementos distintos porque tienen que ver con un relato… lo que se mantiene es el hilo conductor de la historia”.

 

_¿Sumás plata en las estructuras de las piezas o también otro metal?

_Sí, sólo uso plata para las estructuras de las piezas, pero no trabajo mucho con el metal.

 

Con la resina como protagonista

 

_¿La resina es para resguardar esos elementos encontrados o no siempre?

_La resina es mi material favorito, el que más uso, con el que me siento cómoda para crear y me gusta probar y descubrir que puedo representar lo que quiero. Ese polímero es un material contenedor que reacciona, es transparente, puede parecerse al acrílico y siempre acompaña a otros elementos generalmente orgánicos. En su estado líquido, en el inicio del proceso, me permite poner color, introducir otros materiales, pintar en capas, etc. Como lo uso tanto, cada vez puedo innovar más, probar, desarrollar, hacer lo que quiera.

Hay cosas de esos materiales que pasan, facilitan o forman parte de mi joyería más artística. En «Protección materna», por ejemplo, usé caucho silicona para una pieza que aludía la devoción latinoamericana de la figura de la Virgen, la figura femenina por sobre la masculina. Así, el caucho pasó de molde, como negativo, a material o parte constitutiva de la pieza, como el positivo, porque el relato me lo pedía.

En «Las Nuevas Vecinas», usé uñas acrílicas, con telas sintéticas en resina, esmaltes, hilo y algo de plata y acero para la estructura. Una reflexión de los modos de expresión de la femineidad latina, esa que se da entre nosotras y las nuevas vecinas inmigrantes.

 

“Ese polímero es un material contenedor que reacciona, es transparente, puede parecerse al acrílico y siempre acompaña a otros elementos generalmente orgánicos”.

“La resina es mi material favorito, el que más uso, con el que me siento cómoda para crear y me gusta probar y descubrir que puedo representar lo que quiero.”

_¿También usaste ingredientes de la cocina mapuche y cultivos del campo chileno, ¿cuáles? ¿Por qué y para qué??

_Sí, más en mis primeras colecciones, como «Micropaisajes», en 2010. Hacía pequeños paisajes, para los que usaba elementos del entorno o la cultura local, como ramas de curahuilla, una gramínea que generalmente termina en escobas, pero que sin secar tiene unas semillas muy bonitas que en conjunto me recordaban al pastizal de la zona de campo donde vivía mi abuela y jugaba de pequeña. Los paisajes que realizaba eran siempre evocativos de momentos de la infancia o familiares.

Otros elementos, fueron el pasto de hinojo de los humedales del Sur y generaba un paisaje con la neblina de Valdivia, tal como los recordaba. Y el merquén, un aliño típico y originario de los pueblos mapuches que se prepara moliendo ají rojo, lo usaba para espolvorear y dar color a mis paisajes del desierto, a los que sumaba elementos de mercaditos y ferias de esa zona.

Casi todo lo busco y descubro en los mercados y las ferias de los pueblos, esos bien autóctonos, de frutas y verduras, también de artesanías, las llamadas ferias de pulgas y de antigüedades. En general, las ferias me alegran el día, me permiten conocer cómo es la gente del lugar, por eso si viajo a una ciudad busco ir a sus mercados y ferias habituales, y en ellas siempre encuentro cosas interesantes.

Me gusta cachurear (buscar y revolver en lugares donde hay cosas en desuso, alimentos para consumir u objetos que pueden ser reutilizados). Las que más me gustan son las de Valparaíso y Quilpué, muy recomendables.

 

“Casi todo lo busco y descubro en los mercados y las ferias de los pueblos”

 

Poner en valor

 

_Te escuché decir que te gusta tomar elementos subvalorados, ¿te referías a estos últimos?¿Por qué creés que se los considera con poco interés y qué buscás con ellos?

_Sí, me refiero a esos ingredientes, o a la maleza o a ese alga que era mirada con desprecio. Ese tipo de cosas despiertan mi curiosidad, me interesa tomar esas que parecen no poder ser y hacer algo bonito, y que sorprendan por su simpleza, que provoquen decir “nunca me hubiese imaginado que se podía convertir en una joya”.

También, cuando paso revista a los adornos o flores artificiales que son vistos como kitsch me agrada ver algo de valor en ellos. Y me refiero no solo el material sino cosas que al final son parte de nuestra cultura e identidad y que hemos subvalorado por mucho tiempo. Es que en nuestro afán por parecer lo que no somos las descartamos, somos crueles hasta con nuestras costumbres más cercanas y reales, con nuestras maneras de ser, nos castigamos y hasta nos avergonzamos. Nuestra cultura no es tan minimalista como barroca, es cachulera, de jaula donde metemos.

Lo genuino, lo que nos define, lo encuentro en las casas más populares, donde la gente es como es y no pretende ser de otra manera; me remite mucho a mi abuela y a la estética de entonces; la cual hoy no se aprecia, pero que se reemplaza con una estética ajena, de afuera, que tenemos que mirar en una revista porque no la tenemos internalizada. La resignificación de esos elementos que nos son propios es lo que quiero mostrar.

 

“Ese tipo de cosas (los elementos descartados o subvalorados) despiertan mi curiosidad, me interesa tomar esas que parecen no poder ser y hacer algo bonito… La resignificación de esos elementos que nos son propios es lo que quiero mostrar.”

 

_Tiene que ver con historias cotidianas, costumbres populares, paisajes locales.

_Sí, y creo que esta cultura se hace más evidente en mi trabajo artístico. El color y los materiales se ponen más de manifiesto en Casa Kiro, aunque se influencian y entremezclan, claro, porque soy la misma persona que los hace. Pero en lo artístico tengo más libertad, no estoy condicionada por las exigencias, demandas o pretensiones del mercado que siempre pide cantidad. En Kiro hago piezas únicas, pero tienen un lenguaje en común con otras de la serie, hechas de la misma manera o con los mismos materiales, en las que prima el diseño, los costos y otras variables que implican tomar otras decisiones comerciales o de logística.

“El color y los materiales se ponen más de manifiesto en Casa Kiro, aunque se influencian y entremezclan, claro, porque soy la misma persona que los hace.”

_¿Qué significa Kiro?

_Kiro es el sobrenombre de mi pareja. Casa Kiro porque es donde viven los “kiros”. Es un nombre que nace en el corazón de nuestra casa; la Casa de Los Kiros, de ahí el nombre.

 

_¿Escuché cómo el cuadro anónimo y barroco del siglo XVIII «La Virgen del cerro» resultó un disparador para vos, ¿también hacés tu propio sincretismo?

_Sí, en el sentido de conjuntar y armonizar para hacer evidente algunas cosas; las presento y represento, no de manera literal sino velada, son cosas que integro o mixturo.

 

Sincretismo joyero

 

Por ejemplo, como mencionaba, me llamaron la atención y me interesé en las flores artificiales que veía en las casas cuando era chica y decidí detenerme y explorar en ese hábito popular, pero no lo repetí tal cual sino que cree otro objeto que parezca otra cosa distinta. Veía en ese gesto de decorar la intención de convertir un espacio en un hogar, una declaración de amor que creo que en esencia es femenina.

Así surgió «Fauna doméstica», una serie de flores que realicé durante mi embarazo y que incluyó la pieza «Las nuevas vecinas» con la que gané el concurso de la II Bienal latina de un ámbito doméstico introvertido a otro urbano extrovertido protagonizado por  creaturas exóticas.

También, me interesaron las fundas excesivamente decoradas que hacía mi abuela para proteger sus electrodomésticos que entonces se consideraban como pequeños lujos. Es que veía en esa decoración popular un poder invisible y a partir de esto nació «Amor doméstico», que materializó ese cuidado y amor protector a través de piezas hechas con caucho. Es decir, encontré en ese lenguaje de las fundas algo nuevo para decir.

Con el mismo material realicé «Protección materna» con la que obtuve el segundo premio de la I Bienal, aludía a la violencia de la conquista y a la imagen de la Virgen y la relacioné con la vagina protectora y creadora, a la madre como refugio de protección.

Siempre, en mis trabajos, se da una indagación conceptual que está acompañada de una exploración material, a veces con más o menos tiempo o con más o menos piezas. Es que en el trabajo artístico, la investigación lleva mucho tiempo y, a veces, la capacidad de ejecutar piezas finales es poca porque divido mi tiempo en mis dos trabajos. Decidí vivir entre medio de estos dos mundos.

 

“En mis trabajos, se da una indagación conceptual que está acompañada de una exploración material… Es que en el trabajo artístico, la investigación lleva mucho tiempo y, a veces, la capacidad de ejecutar piezas finales es poca.”

 

_¿Preferís lo barroco a lo minimalista?

_Sí, no podría ser de otra manera; yo soy así. Admiro a quienes pueden hacer piezas mínimas o despojadas, más bien; me encanta pero no me siento identificada con esa expresión. Si puedo acercarme a eso, en cierto modo, porque suelo tener muchas ideas en la cabeza y tengo que estar limpiando, dejando, soltando, reduciendo. Con el tiempo, aprendí a hacerlo, pero reconozco que la tentación de poner muchas ideas en una misma pieza es grande. No obstante, esto lo uso a mi favor; cuando hice esa serie de flores de tela sintética con resina me permití llenarlas de colores y volúmenes. No soy nada minimalista, sino que me dejo ser como soy, como quiero ser y expresarme.

 

“La tentación de poner muchas ideas en una pieza es muy grande.”

 

_De «Like a virgin» a «Chauchera rota» la vagina es un tema recurrente, ¿por qué?

_Cuando estaba desarrollando un trabajo sobre erotismo para la exposición «JoyEROS» hice impresiones de mi vagina y advertí que se parecía demasiado a la silueta de la Virgen con el manto. Pensé que era una asociación universal porque no creí haber sido la única que lo vio y lo corroboré al investigar que en tiempos ancestrales el arquetipo de la vagina era considerado un símbolo divino, de poder, que luego fue apropiado y relegado al servicio del padre e hijo.

Qué me mueve a que el tema sea recurrente… creo que es como una travesura. Me causa como esa dicha de niña haciendo una travesura y provocando al espectador. Hay veces que la gente se ha enojado, sobre todo los muy católicos, sienten que la comparación con la Virgen es ofensiva. En Polonia, por ejemplo, no quisieron poner una de mis piezas en una exposición de Joya Brava. Pero no intenta ser ofensivo, por supuesto, sí provocador.

Hay que dejar de tener vergüenza, hay que romper algunos tabúes y mitos, porque de alguna manera la vergüenza es una forma de control, sobre todo, usada con las mujeres; entonces, ser una sinvergüenza es una forma de resistencia. Hay que aceptarse como se es y reírse un poco de eso, no estar pendiente de lo que hace o dice el otro, sino aceptar cómo se expresa y manifiesta. Esto es parte de la libertad con que crecí, fui como bastante emancipada.

Y ese feminismo no intencionado, incluye el estar igual a igual con el hombre, compartiendo todo. Comparto con quien yo puedo ser quien quiero ser. Lo mío no pasa por el reclamo o el escándalo sino en mostrar naturalmente quién soy. Y esta bueno hacer visible situaciones no por experiencia o cuestiones personales.

 

“Hay que dejar de tener vergüenza, hay que romper algunos tabúes y mitos, porque de alguna manera la vergüenza es una forma de control, sobre todo, usada con las mujeres”

 

Entre la protección y el poder

 

_En «Protección materna» y «Fauna doméstica», hablás especialmente de protección frente a la violencia y del poder de la transformación o la puesta en valor, un tema que retomás o seguís con «Chauchera rota».

_Creo que la protección y el cuidado son importantes, nos definen en esencia. Admiro mucho a quienes protegen, a esas mujeres protectoras y cálidas. A veces en el afán de buscar la igualdad de condiciones le hemos quitado valor a esas virtudes. Tratamos de escapar de ese estereotipo porque nos han hecho pensar que solo tenemos que estar en casa, que no tenemos que opinar, que tenemos que quedarnos a cuidar a mamá o a los hijos o a los hijos ajenos… Y al escapar se puede perder esa cualidad de protección materna, de cuidado, pero alguien tiene que cuidar y es muy importante hacerlo; hay que enseñarles a los varones a hacerlo, no dejemos de hacerlo por  tener las mismas oportunidades que ellos.

Creo que las labores de cuidado deberían ser más valoradas por la humanidad porque si desaparecen, desaparecemos todos. Si no hay afecto, protección, sino existe ese amor maternal y paternal, ese que es más entregado o que implica una gran entrega, dejamos de existir; o sí logramos subsistir sin no hay amor en la sociedad, crecerá más el desamparo, la soledad, el abandono, hay hijos que no se quieren y eso es terriblemente triste.

Durante mi vida no creo haberme sentido en desventaja por ser mujer. Es más, varias veces tuve ventajas competitivas por serlo. Mi modo de ejercer el feminismo no es tanto para reclamar por la igualdad de oportunidades sino más bien un llamado a conocer nuestro poder como mujeres, que siempre se ha invisibilizado y menospreciado. Y es el poder de mantener las civilizaciones vivas, el de dar afecto y esperanza frente a lo que venga. Poderes que ni yo misma acabo de entender,  pero que voy descubriendo a través de la joyería.

“Mi modo de ejercer el feminismo es un llamado a conocer nuestro poder como mujeres, que siempre se ha invisibilizado y menospreciado. Poder que voy descubriendo a través de la joyería.”

_¿La situación de violencia o conflicto en Chile es algo que también querés reflejar?

_Ciertamente, gran parte de la desprotección a la que uno puede estar enfrentado tiene que ver con las leyes que nos amparan o no nos defienden, con las políticas públicas, con los derechos básicos, con la educación, de los que muchos son dejados de lado; que muchas veces es visto con una mirada reduccionista y cortoplacista, en la que impera la emergencia y se priorizan otros problemas urgentes. No se nos enseña a ser mejor persona, reflexivos o creativos sobre todo para enfrentar los desafíos a futuro. Muchas mujeres la están pasando mal, tuvieron que renunciar a sus sueños y proyectos o se recargaron de tareas haciendo mucho más de lo que hacían y no dan más. Sí, estoy pensando, elucubrando sobre ese tema que nos atraviesa.

 

_¿Cómo surgió «Chauchera rota»?

_Hace unos meses empecé a hacer ensamblajes con objetos encontrados y piezas propias, como un monedero de bronce antiguo y roto que había comprado en la feria de pulgas de Valparaíso, que había quedado por 20 años en la casa de mi madre y reapareció al ordenar en la pandemia. De tanto manipularlo al intentar repararlo apareció como un colgajo y no pude evitar volver a hacer la relación con la vagina, a la que en Chile se le dice chauchera.

La asociación de este monedero que muestra esa chauchera rota traída de Alemania a Valparaíso, una ciudad hoy empobrecida y violentada, me habló de la fragilidad de nuestro devenir, de sueños rotos, desempleos, renuncias, dependencia económica, violencia social y otras lecturas que cada uno que lo ve puede hacer, pero que remite a mujeres que siempre llevan la peor parte.

Era un monedero muy particular, cerrado como una carterita, tenía un volado que también generaba una forma y le daba una caída especial que hasta obligaba a relacionarlo con la chauchera. Sin ese volado en alambre de bronce muy frágil que lo definía, tal vez no hubiese nacida la pieza; creo que de alguna manera me llamó, me habló… así como era, tenía una energía que de alguna manera me permitió reconvertirlo en joya.

Reparé sus uniones, la intervine muy sutilmente con las mismas argollas de la malla, para fijar algunos puntos, creando un manto sugerente, agregué una base de acrílico en forma de boca gritando, porque cuando lo trabajaba me aparecía la palabra hambre, y le puse también un mecanismo de bronce para broche que la mantienen abierta. Por esto el texto que la acompaña reza: “La miseria siempre es más violenta si se tiene vagina.

 

“Hace unos meses, empecé a hacer ensamblajes con objetos encontrados y piezas propias”.

 

Chauchera rota

 

_¿Esta pieza ganadora que la hiciste durante la pandemia te condicionó el aislamiento?

_No tanto en la vida cotidiana porque con mi pareja siempre nos repartimos muy bien las tareas comunes. Sí, como dije, tuve que relegar mi trabajo artístico por el de mi marca para subsistir junto con mi equipo, y nunca paré, desde hace años porque dependo de lo que trabaje. Soy muy trabajólica. A pesar de todo, conseguí destacarme, pero más allá de la evaluación pude manifestar mucho de lo que tenía guardado; creo que terminó siendo un reclamo muy fuerte.

 

_¿Qué refleja el color de tu personalidad?

_Mucho. Me siento muy cómoda con el color. Será porque fui a clases de pintura con sólo 4 años, cuando aprendí óleo y pintura con acrílico Me gustaba mucho, fue muy divertido, jugaba con el color, con el círculo cromático, probando colores. Desde muy chica conocí e hice propio el color. Cuando lo incorporás de niña y te gusta, te genera sensaciones gratas y te hace feliz, cuando sos  grande lo tenés de manera natural. Siempre vi a mi familia hacer cosas manuales entonces hago cosas manuales con facilidad y placer. El color me sale naturalmente, no lo pienso; más bien me cuesta hacer cosas sin color. Lo monocromático es difícil para mí..

 

“Desde muy chica conocí e hice propio el color. Me sale naturalmente, no lo pienso; más bien me cuesta hacer cosas sin color”.

 

_¿De qué manera buscás materializar lo deméstico que definís como «poderoso e invisible»

_De todas posibles. Lo he hecho de varias maneras, con lenguajes y materiales diversos. La manera nunca la sé de antemano y puede ser muy diferente en un caso u otro. Para mí lo más importante es la epifanía, el momento en que se me revela y descubro el mejor cómo y por qué, entonces me doy cuenta de lo interesante, a qué me remite, empiezo a reflexionar, indagar, elucubrar… Cuando encuentro el material que me da para seguir esas hipótesis de la vida, que me ayudan a entenderme y a entender el mundo, entonces estoy frente a algo en lo que quiero meterme.

“Cuando encuentro el material que me da para seguir esas hipótesis de la vida, que me ayudan a entenderme y a entender el mundo, entonces estoy frente a algo en lo que quiero meterme.”

_En tu relato de «Chauchera rota» advertí que no tenías prevista esta obra, ¿se puso en juego la improvisación y la confianza o la visión de qué es posible? ¿Estas son actitudes constantes en vos?

_Sí, es verdad son una constante… Logré ver el potencial de ese objeto y siempre trato de emprender un trabajo con confianza. Como dije, ya había empezado a trabajar en el ensamblaje de piezas, de manera que cuando llego a mis manos no dudé en trabajarlo, incluirlo o reconvertirlo en una pieza de joyería contemporánea, en un broche; cayó en el momento justo, lo consideré de inmediato; me puse a jugar e indagar, aunque me pareció que mi asociación era obvia, y la ejecución tardó en concretarse. De todos modos, la mirada y evaluación del jurado me sorprendió gratamente

 

Destacada

 

_¿Qué tiene tu trabajo que logra captar la atención y destacarse?

_Sí, ahora me lo pregunto… La estética de las flores con la que gané la vez anterior fue también elegida en el circuito internacional, con requerimiento de coleccionistas incluido, no así la serie que realicé con caucho, que no tuvo tanto impacto y que a mí me encanta y significa muchísimo. Es curioso que en Latinoamérica haya tanta identificación con algunas piezas, puede ser por lo que simbolizan acá y en otros lados no. Creo que tiene que ver con el significado que nos resuena, que llega, que resulta conocido, supongo, que a lo mejor más allá no interesa o ya pasaron por eso o no les interesa hablar, no sé…

También puede ser porque lo femenino hoy resuena mucho, por las condiciones en las que está la mujer en la región, lo cual genera identificación; y ciertamente yo estoy más en sintonía con esta temática.

Creo que, además, hay algo bien honesto en mi trabajo y se advierte la coherencia entre mis distintos trabajos a lo largo de mi recorrido, y logro que se transmita a través de historias que conmueven, como las de las madres latinoamericanas que tienen una manera de ser muy distinta a las de otras regiones.

 

“Hay algo bien honesto en mi trabajo y se advierte la coherencia entre mis distintos trabajos a lo largo de mi recorrido, y logro que se transmita a través de historias que conmueven”.

 

_El nombre de tu hija de alguna manera surgió del trabajo joyero que hiciste durante tu embarazo.

_Sí. Yo no sabía que en el embarazo se liberaba tanta energía creativa, me sentí muy bien, muy feliz. Aproveché esa hermosa etapa de mi vida. Y los trabajos que he hecho entonces son algunos de los que más me han gustado. Muchos me decían que las cosas que yo hacía tenían que ver con el mar y más le di un carácter de creaturas marinas a mis piezas. Entonces pensaba qué nombre le pondría a mi hija y como coincidía en que todo lo que hacía se relacionaba con el mar, surgió Marina.

 

_¿Seguís haciendo piezas marinas?

_Seguí con algunas de esas piezas para el Museo de Arte y Diseño de Nueva York, luego de haber formado parte en 2019 de MAD About Jewelry, ex LOOT, y el año pasado participé de manera virtual. Podría seguir con esta colección por siempre, me encanta, pero me llevan mucho tiempo, son caras y me cuesta compaginar con la producción de Casa Kiro, entonces por eso ahora están un poco relegadas. Es una propuesta que va saliendo y nunca sé para dónde disparará o cómo va a terminar, me sorprende y eso está bueno.

 

“Es una propuesta que va saliendo y nunca sé para dónde disparará o cómo va a terminar, me sorprende y eso está bueno”.

 

_¿Qué sigue después de «Chauchera rota»?

_No sé, tengo una idea vaga de seguir en esta línea de trabajar con el ensamble de objetos; si me encuentro con la pieza adecuada, tal vez… Es una idea que me viene del año pasado, que tiene que ver con el estallido social…

También estuve explorando en el bordado, a propósito del hacer doméstico y quería conectarlo con mi mamá que le encanta el bordado, quiero que me enseñe, veremos… Es que las piezas anteriores me conectaron con mis abuelas y quería que ahora se enlace con mi mamá; me gustaría involucrar a toda mi familia en mi hacer joyero. Espero poder retomar en breve estos proyectos. Como siempre muchas ideas y poco tiempo…

Aun quedaron pendientes las muestras como ganadora de los concursos de las bienales, seguro será una, postulé un proyecto que no salió todavía, veremos cómo se desarrolla todo. Ahora tengo una nueva oportunidad… pero hoy cuesta hacer planes.


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Simbiosis

Joya-Simbiosis-Patricia-Alisio-VSalon-Joyeria-Textil-La-joyeria-de-autor

Joya textil barbijo-collar-brazalete hecha con recortes de Tyvek teñido


Obra de la ganadora del Primer Premio del V Salón de Joyería Textil


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Idol

Gold-makes-you-blind-Otto Künzli-Idol-La-joyeria-de-autor

«El oro te ciega», brazalete de Otto Künzli en caucho y oro 18k.


AugeXVI, de Otto Kunzli; Bangle, de Peter Chang; Broche 2020 para Konstantinos Kavafis, serie Homenajes, de Ramón Puig Cuyàs; En blanco y negro, de Gijs Bakker; El broche de lana dorada, de Giovanni Corvaja; Horas de Cartón, de David Bielander; El anillo, de Karl Fritsch.