Taller Abierto de Marita Sario

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Taller Abierto de Marita Sario


Con una obra vinculada a las bellas artes y la literatura, en su taller de Lavallol Marita Sario cuenta cómo llegó a la joyería y qué hace.

Su taller está en la planta alta de su casa en Llavallol, en el conurbano bonaerense. “Es luminoso y muy amplio porque lo compartíamos con mi esposo. Mientras trabajo veo el paso de las horas hasta el atardecer. Cambian las luces, los tonos, los ruidos. Ambos pintábamos, así que lo que más tiene son cuadros de diferentes épocas, rollos de papel dibujado, pinceles, acrílicos, caballetes, cajas, paletas, lápices…”

Un mueble grande con muchas cosas de todo tipo, color, tamaño, forma; una biblioteca de arte y literatura bastante nutrida; una mesa grande de tablones que se duplican cuando es necesario; sillones, y un escritorio completan el mobiliario de su espacio creativo.

Cuando en 2011 optó por la joyería, recordó que compró un banco de joyero, una garrafa, un soldador, un maniquí y luego me donaron un Dremel y dos maniquíes de vidriera, algunas herramientas básicas, pinzas Bruselas, limas, pinzas, alambres varios, chapa y ácidos.

Su primer aprendizaje lo hizo en el taller Km0 de Mabel Pena, con quien sigue, cuando necesita máquinas o herramientas especiales dice que las utiliza allí y reconoce  que la maestra generosamente las pone a disposición.

Su obra está muy vinculada a sus saberes previos, esos que desarrolló desde chica y siguió cuando estudiaba en Bellas Artes, su base, y Literatura, desde siempre.

Por eso, dice que prefiere llamar joyería de arte, en vez de joyería contemporánea, a lo que hace.Me gusta decir que hago arte portable, porque cuando me preguntan advierto que asocian, en general, a la joyería tradicional y sus materiales. Opto por ese concepto porque mis piezas no son concebidas con el fin de completar el vestuario o adornar el cuerpo simplemente, en ellas hay un compromiso, una materialidad trabajada, un decir…

Utiliza todo tipo de materiales y le gusta el desafío de llevar a la obra algo encontrado, regalado, cargado de cierto significado o intención. “Todo aquello que me dice llevame… y después vemos; se entiende que no tiro nada, ¿no?”, aclara.

Cuenta que selecciona el material por lo que le trasmite, o porque se aviene a lo que busca. Por eso cada serie en general tiene algún componente nuevo o distinto, “si bien hay elementos del lenguaje que siguen estando en las piezas”, admite.

Su método es variable, en general, nace con un disparador, palabra, pensamiento, objeto hallado, recuerdo, sentimiento, o realidades que la atraviesan; vuelca en dibujos esas primeras ideas, maqueta, prueba materiales y sigue dibujando.

Parto de algo muy libre, en apariencia, porque detrás subyace algo fundante, que a veces reconozco enseguida y otras no. Luego viene la etapa de la decantación, donde de ese principio queda algo, se simplifica y, a la vez, gana la pieza como forma total”.

Empezó a trabajar en una serie con materiales de taller, sobre todo, con restos de lápices de dibujo, pinceles, frases y palabras escritas en alambre; esto último ya lo viene haciendo desde hace bastante tiempo.

Tiene algunas piezas terminadas, que “son un homenaje a mi compañero. Es una serie íntima referida a nuestra historia, va cobrando su individualidad como conjunto estético y simbólico. Cuando digo esto estoy diciendo cómo mi vida y mi obra son un todo, siempre hay algo referencial, a veces más, otras menos, que pasa por el tamiz del trabajo y se va abriendo a las múltiples lecturas, alejándose de la anécdota. Así, aparece esta oportunidad del arte de abrir ventanas potentes en nosotros, de posibilitar un poco y velar el resto, advertir el resplandor del aura esquiva”.

Sobre sus proyectos, recuerda que puede verse online la exhibición de sus piezas expuestas en diferentes muestras durante la reciente bienal latina de joyería contemporánea. Además, cuenta que presentó una serie llamada «Vías comunicantes» en Brazil Jewelry Week 03.

Y hace unos meses recibió el primer premio Pequeño Formato en el Salón de Arte Textil Virtual del Museo de Arte Popular José Hernández.

“Hay que seguir y dejarse sorprender con lo que surge del trabajo y con lo que le llega a otros; las obras se desprenden y realizan su propio camino, es mágico…”

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Taller Abierto de María Eugenia Ramos

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Taller Abierto de María Eugenia Ramos


El espacio de búsqueda creativa de María Eugenia Ramos está en Palermo, donde desarrolla su firma Mukenia y joyas de arte en arena

Su espacio de búsqueda es un lugar donde pasa horas y hasta desconoce el tiempo.

Es un espacio muy vidriado, atravesado por la luz y mucho aire y la luz. En su taller, ubicado muy cerca de la plaza Serrano en Palermo, puede de descansar a trabajar al sol. Y admite que el piso es su lugar favorito porque allí despliega las piezas y realiza los procesos.

Hay mucha arena, de distintos lugares, un patio y plantas. No tiene muchas herramientas, no son lo primordial para ella, admite, e intenta hacer con lo que tiene, y pensar ideas que sean lo suficientemente simples para trabajarlas sin necesitar tantos objetos.

Aborda dos mundos, que en principio podrían parecer muy diferentes, pero que se retroalimentan. Por un lado, tiene una marca de joyería comercial, con piezas en metal, que se llama Mukenia. “Me da la posibilidad de vivir de lo que me gusta y de conectarme con personas que terminan usando mis diseños. Son piezas bastante simples, con líneas más bien geométricas, pero hechas 100% a mano. No trabajo mucho con moldes, me gusta la espontaneidad e intentar que quien las usa se sienta cómoda. Muchas veces las clientas hacen su aporte, me mandan fotos combinando o mostrando como arman su propio estilo y así el proceso fluye, se enriquece. Por eso, hablo de diseños vivos, que cambian y se transforman. Y a la hora de crearlos, los pienso en función de alguna idea, experiencia, algo que me divierta también”.

Por otro lado, las joyas de arte son su leitmotiv. En ellas, se concentra en la investigación,  lee y escribe sobre el tema. Se permite ir y venir entre lo conceptual y material. Lo que quiere decir es su motor y avanza en ese sentido. “El trabajo que hago hoy me lleva a lugares no conocidos, a reflexionar. Me permite ahondar y experimentar más allá de la joya en sí, sobre temas muy humanos, cuestiones que nos atraviesan como personas. Me sorprendo haciendo y descubro todo el tiempo, eso me gratifica. Me conecta con algo muy íntimo y me permite expresarlo y compartirlo de una manera que no lo he podido hacer en otros ámbitos. Creo que las piezas de joyería son relatos y hoy necesitamos más relatos para conectarnos en un mundo donde prima la imagen”.

Entre la joyería comercial y la artística

Y en este camino está hace doce años. Después de estudiar una carrera universitaria y dedicarse durante 15 años a la comunicación, paralelamente fue haciéndole lugar a la joyería hasta que finalmente decidió dedicarse exclusivamente a esta práctica.

Necesitaba descubrir que había detrás de esos objetos portables que me fascinaban.  Siempre fui muy curiosa y de pequeña buscaba collares y anillos y los observaba durante mucho tiempo. Quería saber cómo se hacían, quién los hacía. Encuentro placer y tranquilidad en el hacer o materializar ideas con las manos. Al comenzar con la joyería me encontré con un mundo inmenso, lleno de personas que hacen objetos cargados de temas profundos, que construyen desde la nada piezas que dicen y cuentan”.

Trabaja con bronce y plata para Mukenia, y con arena de distintos lugares del mundo para piezas más conceptuales.

Con los metales aplica técnicas más tradicionales e intenta hacer una versión propia, los procesos le ayudan a aprender del mismo proceso. “No soy de seguir el manual. Y con la arena trabajo con las manos y muy pocos elementos, inventando nuevas formas de utilizar un material tan volátil. Lo hago mayormente a través de la experimentación. La libertad en el taller es muy importante”.

No usa, ni tiene máquinas en su taller, dice que no sabe mucho de ellas y admite que tal vez debería aprender.

Joyas hechas con arena

Actualmente trabaja en un proyecto desde hace una década, cuando comenzó a juntar arena y fue guardándola. Y fue experimentando para poder manejarla con el fin de crear objetos portables.

“Un recorrido largo, de mucha paciencia y descubrimiento personal, en el que me siento muy bien y, por primera, vez puedo hablar de un tema muy propio. Una de las últimas piezas que hice fue un broche que llamé «Solo un momento» realizado con capas de arena.

“Surgió de un intenso trabajo en el taller, de muchas horas de pruebas y errores, de sinceridad y de permitirme ser más libre”.

Además, está “terminando nuevas piezas, que espero encuentren algún lugar a donde ir. Y con ganas de que en algún momento mi trabajo pueda evolucionar hacia otro formato.

Por otro lado, en algún momento, espero retomar el espacio de transmisión, es decir, el de la enseñanza, ya que es el lugar en donde más aprendo. Extraño el contacto y el intercambio, pero estoy tomándome el tiempo para pensar un nuevo formato”.

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Taller Abierto de Caro Luzardo Carella

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Taller Abierto de Caro Luzardo Carella


La imaginación y el juego definen la joyería contemporánea que realiza Caro Luzardo Carella tanto para sus proyectos más artísticos como para su firma Bruselas.

Su taller también es su casa, su “refugio”, dice, donde siente que puede ser ella misma, jugar y probar todo lo que se le ocurra. Caro Luzardo Carella tiene este lugar cerca del Parque Centenario, en Almagro. Allí lleva adelante sus proyectos más artísticos y su firma Bruselas.

Se trata de un espacio que cuenta con un sector especial para su banco de trabajo, en el que reconoce pasa la mayor parte del tiempo. En su taller  tiene todo lo necesario para soldar, dispone de un kit de esteca y un torno para fresar o agujerear. También, un sector de pulido, otro para el stock de piezas y un sector de empaquetado y armado de pedidos, con una mesa de corte, el packaging, la computadora e impresora para preparar las etiquetas de envíos y contestar mails a clientas.

Hace joyería desde hace 17 años. Recuerda que empezó cuando todavía estaba en el secundario yendo a un taller semanal, después siendo mayor de edad pudo entrar en La Escuela de la Joya y complementó el oficio con la carrera de Diseño Industrial en la UBA y con clases de joyería contemporánea en Taller Eloi.

Considera a la joyería contemporánea como un medio de expresión a través del cual su valor está puesto en el mensaje, en el concepto que se quiere transmitir con la pieza. “En la joyería contemporánea se da un diálogo reflexivo entre quienes utilizan las piezas y el medio que los rodea”

Las piezas lúdicas de Bruselas

Desarrolla su joyería contemporánea a través de su marca, Bruselas. “Hago piezas atemporales que pertenecen a un mundo de imaginación y juego; son joyas que relatan una historia. Mis colecciones empiezan siempre con una pieza madre que refleja la esencia de lo que busco transmitir y a partir de ésta realizo una bajada con un formato más portable. Entiendo a las joyas como objetos que culminan o cumplen con su función cuando están en uso, cuando interactúan y se comunican con la persona que los lleva puestos. En este sentido, diseño joyas para que los usuarios puedan apropiarse usándolas como más les guste, recreándolas desde su propio universo, contando su propia historia”.

Trabaja principalmente con plata 925, también con maderas recuperadas de muebles y cuerdas náuticas.

En su propuesta más artística actualmente está explorando el uso de espuma de poliuretano, masilla plástica poliéster y madera. Incursiona en técnicas relacionadas con el moldeo y tallado de materiales alternativos, usadas originalmente para la realización de escenografías. Añade que aplica muchos de los recursos aprendidos en la carrera de diseño industrial para generar maquetas.

Para Bruselas trabaja con técnicas tradicionales de joyería, como la de fundición a la cera perdida para generar piezas más orgánicas y producir en serie algunos modelos. Además, utiliza algunas técnicas de carpintería para pequeñas series.

En el último tiempo incorporó una pulidora a tambor de pequeño formato realizada por su padre, pensada y adaptada para la producción diaria de Bruselas. Esto le permite pulir una pequeña cantidad de piezas con mayor frecuencia.

Nuevos proyectos

Actualmente trabaja con perlas de río y cuenta que le interesa la sutileza y elegancia de este elemento natural que le permite conseguir piezas “delicadas y atesorables”. Por otra parte, hoy además trabaja en una serie de piezas inspiradas en la conexión con el hogar sentida durante la cuarentena. Comenta que son un homenaje a esos aspectos y elementos que cobraron mucha relevancia puertas adentro durante la pandemia. Una colección muy incipiente que espera pueda ver la luz antes de fin de año.

Esto no es todo. Junto con sus compañeras de Taller Eloi participó del proyecto «Amuletos», que adelanta podrá verse en una muestra en pocos meses.

Y en paralelo sigue desarrollando piezas bajo la tutoría de Rodrigo Acosta Arias y Jimena Ríos para participar de Melting Point en Valencia bajo la consigna «La belleza de la vida cotidiana».

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Taller Abierto de Elvira Cibotti

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Taller Abierto de Elvira Cibotti


El papel es la materia prima con que trabaja en su taller de Vicente López, donde construye piezas de joyería y objetos en pequeño formato.

Su taller empezó en un pequeño espacio de su casa en Vicente López, en el que todavía aún quedan algunas cajas con las actividades manuales que hacía con sus hijas. Ellas y su disponibilidad de espacio crecieron.

Muestra que también tomó posesión del cuarto contiguo y pudo organizar mejor los espacios para las distintas tareas que realiza para hacer sus piezas. Es que trabaja con papel sobre el que aplica de manera destacada la técnica de mokumé.

Se destaca una gran mesa en la que puede seleccionar el papel, clasificarlo y armar la estructura de sus obras. Tiene una flamante sierra de calar y un pie de metal con ruedas que le permite desplazar el torno hasta su banco de joyero, que se encuentra en el otro cuarto.

“Con los años fui teniendo la posibilidad de adquirir más herramientas en función de las necesidades de mis proyectos en curso. El taller se fue armando de a poco y hoy es un espacio tan personal y familiar como profesional. Siguen estando los cuadros con fotos familiares, solo que ahora conviven con algunas de mis piezas”, comenta.

Explica que la joyería y el arte contemporáneos son espacios amplios de libertad creativa, que le permiten explorar, jugar y aprender distintas técnicas que utiliza en función del material elegido.

En mi obra no pretendo mostrar lo que no soy, no me impongo estilos ni tendencias. Hablo de lo que me interesa y llama mi atención. Y aun cuando la idea y el concepto son duros y críticos, mis piezas siempre suelen tener una estética sensible, sutil y ser bastante literales”.

Recuerda que empezó en 2007, después de asistir a un seminario que dictó el maestro Antonio Pujía, pero desde mucho antes que trabaja con arcilla haciendo escultura y alfarería. Esto definió sus primeros pasos en el pequeño formato y la joyería.

De cómo prestarle el cuerpo a la joyería

“De la joyería me fascina la posibilidad de portar una obra, prestarle el cuerpo y llevar a donde sea un mensaje, que siempre es la interpretación de lo que nos rodea”.

Prefiere la joyería contemporánea porque no limita ni encasilla, porque puede experimentar y variar sin miedo a salirse de un campo de trabajo determinado y porque puede hablar de lo que pasa y le pasa ahora y aquí.

Comenzó utilizando un solo material y una sola técnica, plata y cera perdida. Y ahora ambos están al servicio del papel, se combinan y complementan.

Le gusta tomarse su tiempo de exploración e investigación. Señala que disfruta mucho y se nota. Sus procesos son largos e incluso tiene pausas que permiten ir acomodando y combinando ideas y técnicas.

Cuando arrancó con el papel pasó mucho tiempo familiarizándose con el potencial de este material, probando, haciendo, eligiendo y descartando. Y así fue creando su propia manera de utilizarlo y transformarlo.

La preparación del papel para poder realizar cada pieza proyectada lleva tanto o más tiempo que su construcción. Exige etapas e intervalos que no dependen de ella: la unión y secado de las distintas capas, por ejemplo, varía según el clima y estación del año. “Estos tiempos externos que se me imponen me hacen apreciar y respetar aún más este material de descarte que estaba a punto de perder todo su valor”.

Procesos de preparación y construcción

La preparación del este papel es muy manual, no requiere de herramientas o máquinas especiales ni complejas.

Cuando trabaja con módulos planos tiene la alternativa de usar una caladora de mesa, incluso admite que probó el corte láser, aunque generalmente elige la sierra de mano; “si bien los cortes no queden bien rectos, me gusta ese aspecto orgánico que se obtiene con lo manual”.

Hoy está explorando el volumen para acompañar los módulos planos o para crear piezas volumétricas.

Estuvo haciendo cuencos de distintos tamaños, espesor y forma, y explica que necesita ir viendo, por ejemplo, “cuántas capas de papel son necesarias no solo para mantener la estructura sino también para lograr las texturas buscadas, y que las piezas queden livianas y armoniosas”.

También está empezando a incorporar el metal como parte del diseño la pieza y no solo con un rol funcional de construcción o sostén.

Comenta que generalmente trabaja con proyectos e ideas personales y luego ve si ese trabajo puede funcionar en alguna convocatoria. Y reconoce que este año con la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea y las muestras en las que se presenta en el exterior “me quedé sin obra en casa. Se vienen tiempos de trabajo en el taller que son los que más disfruto”.

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Taller Abierto de Ansiosa Hormona

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Taller Abierto de Ansiosa Hormona


En su taller de San Miguel de Tucumán, Jessica Morillo, creativa de Ansiosa Hormona, actualiza técnicas textiles en materiales recuperados.

Mi taller es mi casa, de hecho es el protagonista”, cuenta Jessica Morillo, la creativa de Ansiosa Hormona, de su espacio ubicado en la Ciudadela, un barrio popular de San Miguel de Tucumán.

Está lleno de materiales recuperados como textiles, hilos, lanas, corpiños, descartes de envases plásticos, cartones y hasta más de 50 kilos de cámaras de rueda. Y están sus obras y la de algunos artistas con los que hizo trueque.

Tiene una máquina de coser, un telar María y varios bastidores de telar, bastidores de bordado y porta bastidores. Además de una biblioteca con libros que “vengo comprando desde adolescente y más otros más nuevos que voy incorporando” y algunas incorporaciones pandémicas como una compu y un porta celular para dar las clases virtuales.

Dice que lo suyo va mutando, que lo va redefiniendo con el paso del tiempo, “lo repienso, soy curiosa, no me quedo en un solo lugar. Lo que hace unos años me encantaba hacer, no es que deja de gustarme, pero sigo buscando otras maneras de hacer, de decir y de cuestionar desde mis producciones, procedimientos, materiales, construcciones de la imagen”.

Y empezó desde niña, le maravillaba hacerse sus propias joyas y cuando fue creciendo cuenta que le impactó darse cuenta que efectivamente “podía decidir y construir esas piezas de principio a fin.

«Estudiaba diseño de indumentaria y me topé con la joyería contemporánea gracias a una docente que me dijo: “¿Te puedo hacer un comentario sobre tus piezas? -porque andaba siempre con su cajita de artesanías- y levantando un collar de la cajita señaló: esta pieza está haciendo la diferencia, fíjate, a lo mejor te interese investigar sobre joyería contemporánea.

Y eso fue clave, porque desde ahí no paré buscando información, produciendo, experimentando y pensando la manera de visibilizar mi hacer, desde las redes sociales, ferias, etc”.

Encuentro interdisciplinario

Hace 12 años nació “formalmente” Ansiosa Hormona, el nombre con el que identifica sus producciones de joyería contemporánea.

Eligió esta disciplina porque le interesa, por un lado, “ese sin fronteras, ese encuentro con múltiples disciplinas, la potencia de trabajar sin bordes o desbordando aquellos que aparecen más rígidos o estructurados. Y, por otro lado, porque hay algo que sucede cuando las piezas -de diseño portables o artísticas- se ponen en dialogo con el cuerpo: veo que algo se activa, magia -me gusta pensarlo así-, se abre un universo de paisajes y sentires, que sin el cuerpo las piezas no tienen.

«También por la posibilidad de contar historias desde lo micro y lo macro, de poder producir en la cama, en una reunión, en la calle o en un taller y, por supuesto, con la interminable lista de materiales con los que se puede trabajar.

Trabaja con un poco de todo… materiales tangibles, como hilo encerado, gomas de ruedas, cabello que recolecto -«guardo el mío, por supuesto y pido donaciones de otres»-, hilos de coser, hilo sedil, fibras naturales, telas de ropa personal, de ropa donada y corpiños.

Además, ahora está con ganas de probar con arcilla y papel. También con materiales intangibles, como los recuerdos, la memoria, la bronca, la lucha y el tiempo…

Aplica varias técnicas, como macramé, crochet, cestería embarrilada y entramada,  bordados planos y tridimensionales, telar y fieltro, que va usando según lo que le interesa de cada una, según lo que quiere contar y las posibilidades que tiene ese procedimiento para ayudarle a decir mejor ese que quiere comunicar.

Ama los procesos textiles, pero también le parece muy importante que estén en función de las ideas. “No veo una pieza viva técnicamente perfecta sino no cuenta nada… me interesa mucho que mis piezas abran una idea y no quiero estar subordinada a la técnica solamente”.

Dice que su método es ser “obsesiva e insistente”, cuando quiere entender cómo reacciona un material en diálogo con una técnica.

“Pruebo mil veces, siempre creo que las combinaciones posibles son muchas hasta que encuentro la que me resulta efectiva para lo que quiero contar. Por ejemplo, pasé cinco años experimentando cómo trabajar la goma de ruedas para hacer piezas livianas y volumétricas.

«Estuve dos años rompiendo y volviendo a coser retazos de mi ropa hasta que llegue a la pieza. También, pasé más de seis años tratando de entender cómo construir piezas con cabello que no se desarmen y que para eso solo haya que tejerlas sin adicionarle algo”.

Por eso sostiene que su método es “un poco performativo, tiene que ver con el tiempo, la prueba, el error, los miles de errores y seguir haciendo hasta lograr lo que busco. Todo el proceso, los materiales y los procedimientos están en función de las ideas”.

Para esto, usa una máquina de coser familia y herramientas como agujas de bordar o tejer y tijeras.

Explorando materialidades

En este momento explica que se cuestiona sus producciones y da detalles. “Estoy  explorando otras materialidades, otras morfologías y nuevos soportes como la virtualidad, en breve, se viene un proyecto virtual que intenta homenajear a las madres. Mi última serie fue justamente un homenaje a mi mamá y llevo su nombre «Matilde».

“Trabajé con materiales reutilizados, como pantalones de jean combinados con bordados de hilo de yute, algodón y tintes naturales. Fue mi primera experiencia de exposición virtual, el día del cumpleaños de mi mamá, con muchos nervios me conecte ese día y se sumó gente de muchos lugares, especialmente de Latinoamérica. Compartí mi producción y después se abrió la charla, emocionante y movilizadora manera de hacer circular el laburo y de homenajear a mi mamá”, recuerda.

Proyectos educativos

En estos momentos sus proyectos se centran en la enseñanza. Este año desarrolla un programa de joyería textil, al que llama Joya laboratorio textil, dedicado a la enseñanza de la joyería contemporánea en su encuentro con el textil y sus procedimientos.

Está conformado por cuatro módulos Joya/cestería, Joya/bordado, Joya/telar y Joya/crochet. “Gratamente participan mujeres alucinantes de diferentes lugares del mundo como Chile, Brasil, Colombia, Costa Rica, México, España y hasta Alemania, y para fin de año planeamos una exposición virtual.

“Por otro lado, tejiendo lazos con joyerxs de otrxs provincias y países, la virtualidad me dio a posibilidad de vincularme con otres que de otra manera seria más complejo”.

Y como si esto fuera poco suma otros proyectos fuera de la joyería, ya que desarrolla obra en artes visuales, participa de algunas exposiciones en Buenos aires y se presenta a algunas convocatorias y “siempre activando y activando!!”.

Taller Ansiosa Hormona de Jessica Morillo
Taller Ansiosa Hormona de Jessica Morillo
Taller Ansiosa Hormona de Jessica Morillo

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Taller Abierto de Cabinet Óseo

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Taller Abierto de Cabinet Óseo


Marina Molinelli Wells y Celina Saubidet cuentan cómo conciben su obra en su showroom taller de Colegiales

Sus vínculos con la anatomía son viscerales y emocionales, hijas de médicos, Marina Molinelli Wells y Celina Saubidet recrean de manera lúdica su pasión por lo corporal a través de la joyería y la escultura. Hace poco más de una década crearon Cabinet Óseo, una alianza artística única, con una sinergia tal que sus obras se complementan y potencian en diversas escalas. Cada una de sus joyas contemporáneas son una obra escultórica portable.

Tienen su showroom taller en la Algodonera, una gran manzana donde en los años 20 funcionaba la Manufacturera Algodonera Argentina, que fue restaurada como complejo de departamentos, oficinas y un hipermercado. Se accede por la esquina de Álvarez Thomas esquina Santos Dumont, en Colegiales.

Suman dos talleres artísticos

Allí tienen un espacio para el taller de producción de joyería de la diseñadora industrial, dedicada al diseño y producción de joyas contemporáneas, Marina Molinelli Wells. Para lo cual, cuenta con una laminadora, una pulidora, un taladro de banco, una guillotina, un tambor de pulido y sopletes de gas y oxígeno. Cabinet suma el taller de escultura de Celina Saubidet en Vicente López, donde dispone de una soldadora MIG, taladros y amoladoras, entre otras.

Comentan que su trabajo está inspirado en el cuerpo humano y la naturaleza, a los que rinden homenaje con diversas colecciones de obras artísticas, por supuesto, atemporales. “Es un todo que se manifiesta en forma de esculturas, instalaciones y joyas para ser portadas, una búsqueda constante que evoluciona año tras año. De la naturaleza nos interesa lo que no está al alcance del ojo humano, no solo desde lo físico sino desde lo cultural que incluye a lo cotidiano que para muchos puede ser insignificante”, destacan las artistas.

Y agregan: “La piel vista en un microscopio o huesos encontrados en largas caminatas en el campo pueden convertirse en la vestimenta de un objeto, una instalación, una joya o una escultura”.

Arrancaron en 2004 cuando Celina presentó su obra «Ósea» en una muestra a la que convocó a Marina para que realizara una pieza de joyería. “Entonces surgió la idea de desarrollar una joyería ósea y resultó la piedra iniciática de Cabinet Óseo”, recuerda Marina, quien destaca que eligió la joyería contemporánea por “la amplitud que ofrece tanto desde lo conceptual como desde lo constructivo”.

Una de las propuestas en las que se vio el alcance de la sinergia entre ambas artistas fue en «Metonimia», vista en la galería Elsi del Río en 2016.

Cruce de técnicas 

Trabajan en bronce, alpaca, plata 925 y oro, para las piezas de joyería, y con hierro, acero inoxidable, cerámica, cobre, bronce, entre otros metales, para las de escultura. Con estos materiales usan técnicas tradicionales de joyería y también de otras disciplinas, como la odontología y la herrería.

Y se fortalecen y dinamizan con técnicas de escultura en joyería y técnicas de joyería en escultura. “Tenemos unas filigranas hechas con alpaca y soldadas con estaño inspiradas en las tramas generadas por esa técnica. El soplete de oxígeno lo incorporamos hace poco, este año, y nos permitirá desarrollar piezas nuevas tanto en joyería como en escultura de pequeño formato», como las vistas en su colección «Reinos», vista en el Museo Nacional de Arte Decorativo en 2019.

“Muchas veces inventamos y fabricamos nuestras propias herramientas para que se adapten a nuestras necesidades técnicas”.

También usan soldadores de electricidad, silicona en frío rápido, pinzas modificadas y, curiosamente, herramientas de odontología y materiales para hacer copias y generar sus propias piezas originales y moldería.

Además, buscan gente especializada en cada área a desarrollar algo nuevo, así logran alianzas que les permiten fabricar objetos de buena calidad. “Estamos haciendo una colaboración con el diseñador y artista Cristian Mohaded y pensando en una nueva muestra individual”.

Hoy están diversificando su firma al ampliar los rubros en los que se involucran y desarrollan líneas de objetos de uso para la casa: pinchos, cubiertos para servir, sets de mate, servilleteros y otros más.

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Taller Abierto de Lilia Breyter

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Taller Abierto de Lilia Breyter


Desde sus talleres de Tigre y Olivos muestra cómo hace su tejido metálico y la joyería textil de Ampara

“Soy una artesana urbana y realizo piezas contemporáneas que actualizan los diseños de la artesanía tradicional andina”, se define Lilia Breyter.

Ejerció como ingeniera electrónica por años, pero su inquietud y pasión por la actividad manual la pudo y en 2005 se dedicó a estudiar técnicas textiles y un año después sumó con joyería en Surja, la escuela del Sindicato Unificado de Relojeros y Joyeros y afines de la República Argentina. Dos especialidades que supo cruzar y aplicar hasta convertirse en una artista en tejidos metálicos.

Inspirada en las culturas andinas reinterpreta métodos ancestrales en telares manuales adaptados a hilos de plata para distintas texturas, tramas y enlace.

Por este trabajo único recibió, entre otros galardones, el premio adquisición en el rubro metal en la II Bienal de Artesanías de Buenos Aires, el premio al lujo sostenible en América Latina en la categoría Artesanía por la excelencia de su trabajo en hilo en telar.

Y lo desarrolla en tres espacios de trabajo de acuerdo con el carácter de las obras que realiza. Mitad de la semana está en una isla del Tigre, donde tiene un taller en el que teje con hilos de metal en telar.

Cuenta con dos telares, herramientas para realizar el urdido, navetas donde carga el material para trabajar e hilos de cobre, bronce y plata de distintos diámetros.

Suma otro taller en Olivos, donde vive la otra mitad del tiempo, en el que realiza las terminaciones y piezas de joyería. Allí tiene una mesa de trabajo, otra con pulidora, soldador, torno y todas las herramientas necesarias para realizar tareas de joyería.

Y como si esto fuera poco lleva adelante un Ampara Textil, un emprendimiento con la artista Silvia Roldán, con piezas de joyería textil que realiza en su taller de Vicente López.

Para esto dispone de distintas máquinas de costura, mesa de corte, mesa de ensamble, tijeras, agujas, pegamento, pinzas y maniquíes para probar la adaptación al cuerpo de las piezas.

Textiles únicos que la definen

Usa principalmente hilos de plata y cobre tejidos en telar y trabaja las terminaciones, cierres y otras piezas con chapas de plata. Para su línea más textil, a través de Ampara, emplea textiles andinos antiguos y también contemporáneos, a los que le suma telas de algodón agroecológico de la cooperativa chaqueña Inimbó, puro lino y seda natural.

Destaca que está trabajando para “llegar a que nuestros productos sean totalmente sostenibles, con el fin de conseguir una trazabilidad total”.

Su técnica de tejido en telar manual se distancia del método originario de trasmisión directa, ya que realiza una abstracción geométrica al realizar los diseños del tejido.

Para esto, utiliza un telar manual de mesa que adaptó para poder trabajar con hilos de plata. “Quise respetar mi material, el metal, que al tensarlo adquiere plasticidad, es decir se estira, pero no es elástico, es decir que no regresa a su medida original”.

Continúa haciendo sus piezas de hilo de plata, principalmente pulseras. También, suma con el tejido en cobre, por ejemplo, con el collar «¿Cómo cambiamos?» a partir del concepto del impacto de la minería en el medio ambiente, un trabajo que realizó para la muestra virtual «Desde el taller…», organizada por Joyeros Argentinos.

“Partí de la técnica tradicional de tejido utilizando hilo de metal. Trabajé en las dos dimensiones del telar e incorporé una tercera para el modelado en porcelana de los colgantes del collar”, explica.

Anuncio de reedición de una puesta súper original

Adelanta que reeditará «Megajoyas para Megamujeres», la muestra que realizó junto con Silvia Roldán, en 2018, para la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea, con piezas escultóricas y otras a escala portables en el cuerpo. Y cuenta que está pendiente de exhibir su participación piezas en una muestra de «Neo-artesanías» en el Museo José Hernández, con eje conceptual en el cambio climático y consecuente devastación del medio ambiente.

Desde Ampara está trabajando en un proyecto de convergencia artesanal con tejedoras del norte argentino y de la Patagonia. Ya presentamos la colección «Proyecto Huacalera», con collares de faja de telar de cintura con terminaciones en tejido de cobre, recientemente exhibidos en Argentina Fashion Week 2021.

“Para las dos últimas ediciones de ese ciclo de desfiles también trabajamos una serie de túnicas con telas naturales, como pura seda, pura lana virgen y lino natural, tan confortables como una segunda piel, sobre las que estampamos con un proceso de impresión vegetal natural (ecoprint) y teñimos con tintes naturales”.

Y no para. “También, desarrollamos cinco collares que integran un itinerario llamado Ecos, pensados en un proceso de pérdida de materialidad manteniendo la forma, en una secuencia de disminución de la densidad de la trama, para lo cual utilizamos distintas técnicas: telas de seda, bronce fosforoso, una urdimbre de seda, seda rayón con una trama cobre, otra urdimbre en rafia, más una trama seda y cobre, además de un tejido en dos agujas con hilo de coser y cobre”.


Taller Abierto Irina Fiszelew

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Taller Abierto de Irina Fiszelew


En su espacio de Villa Urquiza cuenta cómo desarrolla su propuesta de joyería cerámica

Dice que su taller es mínimo en tamaño y recursos, pero esa dimensión no se condice con su enorme capacidad. Tanta, que después de trabajar durante años con metales, Irina Fiszelew dio un giro y fue capaz de desarrollar un proyecto diferente: joyería en gres.

Esta nueva manera de producir la resume en el uso de dos o tres herramientas básicas y un pequeño horno, que es el corazón de su taller. Ahí es donde se genera la gran magia de esta materialidad.

Con el horno puede experimentar y generar nuevos colores de pastas. “Es muy emocionante sacar las piezas horneadas y ver que se convirtieron en piedra”, comenta, y relata que siempre trabajó con los mínimos recursos. “Es lo que me interesa: resolver mi lenguaje con un proceso productivo accesible para mí, desde el equipamiento del taller, hasta los proveedores y las técnicas implicadas.

Su taller showroom está en su casa, en Villa Urquiza, y se nota que disfruta mucho trabajando y viviendo en el mismo lugar. “Me permite por ejemplo ir y venir del taller al jardín para despejarme o abrir el horno un domingo a la noche porque no puedo esperar para ver cómo quedaron las piezas. Estoy acostumbrada a que mi trabajo se vincule naturalmente todo el tiempo con el resto de mis ocupaciones y con mi familia”.

Comenta que le interesa que su proyecto tenga coherencia y organicidad entre todos los aspectos que lo conforman: el concepto, el lenguaje visual, el proceso productivo, los recursos, los costos, la comunicación y la venta. “Trabajo para que mis piezas se puedan comprar, usar, regalar y que circulen. Para que mis clientes se identifiquen con mi propuesta de diseño. Y para que puedan acceder a lo que hago”.

Entre lo proyectual y manual

La abstracción y la geometría definen su lenguaje visual. Y sus referencias siempre fueron la música y la arquitectura. Son dos mundos en los que se mueve desde muy chica.
Le gusta mucho buscar analogías de modelos creativos en otras áreas disciplinas, para pensar desde ahí el diseño.

Su formación como diseñadora en la UBA le sirvió para acceder a metodologías creativas. Y a partir de una observación analítica de sus diseños, va profundizando en la construcción de una identidad, que siempre está en evolución. Es un camino donde intervienen aspectos inconscientes y al mismo tiempo otros de mucha reflexión.

Se dedica a la joyería desde 2001, cuando egresó de la Escuela Municipal de la Joya. Desde entonces, tuvo distintos proyectos e interrupciones y me dedicó también a la capacitación en procesos creativos.

La joyería es su trabajo, que le permite desarrollarse en aspectos personales, sociales, expresivos, intelectuales y económicos. “Lo que me interesa específicamente de la joyería es que cruza dos áreas que me son afines: la proyectual y el trabajo manual”.

Reconoce también que es “un espacio de libertad controlada, en el que investigo y experimento esa abstracción y la geometría, que pongo en valor en objetos de uso de la vida cotidiana. Esto impone límites y requerimientos que me interesan. Es decir, diseñar objetos funcionales y comerciales, desarrollando mi identidad visual”.

Además, cuenta que “al ser (la joyería contemporánea) un trabajo solitario y en pequeña escala, genera una intimidad en la rutina diaria que me resulta fundamental”.

Trabaja con gres, que es un material cerámico de alta temperatura y tiene una enorme dureza e impermeabilidad, dos cualidades fundamentales en piezas de joyería. Detalla que “es noble, sustentable, de bajo costo y por su plasticidad para modelarlo invita a infinitas exploraciones visuales”.

Gres como vehículo para acceder a las ideas

Le gusta porque le permite un acceso rápido a las ideas y, a la vez, resuelve la pieza final. Con el gres puede hacer maquetas de experimentación y después las piezas. Todo el proceso se plantea desde la misma lógica del material. También le interesa porque “es un material que al desnudo tiene una potencia visual increíble”. No necesita esmaltes, ni combinarse con otros materiales para generar atracción. “Es como el hormigón a la vista en la arquitectura. Un recurso mínimo que genera máxima expresión”, precisa.

Maneja un método de diseño basado en la Teoría de Sistemas, que investigó y desarrolló para realizar su producción y para capacitar a otros diseñadores. Se trata de generar un universo visual a partir de una idea, que le permite diseñar múltiples piezas diferentes que se potencian y se vinculan entre sí. De esta forma trabaja en series o colecciones de muchas piezas, todas diferentes y a la vez familiares.

Desde el punto de vista técnico, es autodidacta. Adquirió los conocimientos que necesitaba sobre el gres para resolver sus ideas. “Creo que las habilidades técnicas están para encaminar proyectos. No son un fin en sí mismo”.

Hace simultáneamente varias series, cada una está en una instancia de resolución distinta. La última se llama «Cúpulas», formada por colgantes y aros. Propone una novedad en mi trabajo: “Generar piezas contemporáneas, desde un lenguaje que remite a épocas pasadas”.
Se la ve muy entusiasmada con un proyecto de capacitación en joyería que está armando con dos colegas. “Son joyeros a los que admiro y respeto y además los tres tenemos miradas laterales sobre la profesión”, comenta.

Y sigue dando seminarios online de su metodología de diseño, llamada «De la pieza a la colección», dirigida a personas que tengan o no experiencia en diseño. “Para mí, es fundamental generar un espacio de aprendizaje sobre los métodos y herramientas proyectuales que nos permiten hacer crecer las ideas”.


Taller Abierto de La Joyería de Palermo

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Taller Abierto de La Joyería de Palermo


Uno de los pocos espacios joyeros que se sostiene desde hace 18 años como muestra del poder creativo local.

Es una dupla creativa que se mantiene hace casi dos décadas. Paula Levy y Viviana Carriquiry son las que sostienen La Joyería de Palermo, un local comercial donde también tienen instalado el taller que comparten y definen como su “espacio de inspiración”, donde aseguran que es posible abstraerse para crear­, pensar, experimentar y jugar. Está a la vista del público, es pequeño, con las herramientas básicas que intercambian para hacer cada una sus piezas de joyería. Un atelier con una estética setentista, en tonos cálidos y depurados en Costa Rica 4693 casi esquina Armenia. Un espacio en común de joyería contemporánea que arrancó en la antigua galería de la calle Florida donde  funcionaba Diseñadores del Bajo y luego se trasladaron a Palermo Viejo Nicaragua entre Armenia y Malabia.

No es su único lugar de creación. A su vez cada una, en su casa, tiene armado taller en los que completan su proceso creativo con terminaciones de algunas piezas.

Su  taller público tiene su “amado” banco de joyero, con martillos, muchas pinzas, limas, mandriles de anillos, pulseras, elementos para trabajar cera. Cuentan también con varias cajoneras donde guardan muy bien clasificados los elementos que usan. “Como el espacio es chico nos obliga a ser más ordenadas”, ríen. Cuentan con tornos, sopletes, y en uno de sus  talleres particulares hay un horno para esmaltar metal, entre innumerables herramientas de las que disponen.

“Pusimos en marcha este proyecto hace ya 18 años. En este tiempo en que trabajamos juntas, siempre hicimos las piezas de joyería a la vista de todos y atendimos el local al mismo tiempo. Lo cual genera un feedback muy interesante con nuestros clientes, que les gusta ver cómo hacemos las piezas, chusmear las herramientas y se sorprenden de ver que somos nosotras mismas quienes hacemos todo y cada una de las colecciones que ofrecemos”.

Procesos creativos independientes

“Nos damos mucha libertad para crear”. Cada una lleva adelante su propio proceso creativo. En general, cada una desarrolla sus colecciones y luego intercambian ideas que mejoran los resultados. “Se trata de joyería que tiene que ver con ideas, sentimientos, emociones que cada una experimenta y plasma en pequeñas colecciones y piezas únicas en diferentes materiales y técnicas”.

Con musas varias reconocen que muchas veces se inspiran en elementos de la naturaleza, pero también las puede las formas muy puras. Y admiten que les gusta que las piezas tengan movimiento. “Pensamos nuestra joyería como pequeñas obras de arte para llevar puestas y usarlas.  Las piezas tienen valor por lo que son y transmiten, no por el costo de los materiales con los que están realizadas. Por eso, lo que hacemos se llama joyería contemporánea. Cada uno de estos objetos de uso pertenece a un conjunto más grande al que llamamos líneas o colecciones. Si una idea nos gusta y nos parece fuerte la desarrollamos de la manera más completa posible, que suele incluir aros, collar, anillo, pulseras y más”.

Fans del metal, trabajan con plata, oro, cobre, alpaca y bronce. Muchas veces parten de la chapa o de hilos de metal y otras optan por trabajar en cera y luego la trasformar en metal con un proceso de a la cera perdida.

Estética que comunica

Viviana aporta a muchas de las piezas engarce de piedras o cristales, remachas de piedras y algunas de ellas con movimiento. Da forma a los metales en líneas martilladas y combina plata, cobre y alpaca con, por ejemplo, siliconas o perlas, piedras ámbares o cuarzos en líneas más orgánicas u otras geométricas, más simples y definidas, depuradas.

Paula agrega piezas con telas estampadas y metal, chapa calada y esmalte sobre metales, también reciclando bellos objetos de plástico. Trabaja con el volumen, la partición y articulación de piezas, mostrando su exterior e interior. “Lo que la joyería contemporánea ofrece va más allá del material sino que su valor está en la estética que comunica una idea”, señala.

Les interesa ofrecer variedad de piezas y precios, mucha joya única y otras series con una bajada del concepto más accesible comercialmente. Hoy, en pleno desarrollo de varias colecciones nuevas, cuentan que están reciclando piezas plásticas de gran valor visual, otras inspiradas en animales y plantas. Y también una línea súper pura. De líneas y más líneas. “Este en un hermoso momento donde todo es posible y lo mejor está por venir…”


Taller Abierto de Siete de Autor

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Taller Abierto de Siete de Autor


Un colectivo de joyeros que comparten un taller y tienda en Casa San José, un antiguo convento de Villa Crespo.

Siete de Autor es colectivo joyero con una tienda-taller, un punto de encuentro en el que prima el espíritu de equipo. Decidieron unir fuerzas para facilitar el desarrollo de sus ideas y proyectos y conformaron un coworking único. Comparten un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, trabajan juntos pero desarrollan sus propuestas de manera independiente. Los Siete son seis: Fátima Agostinucci, Bibiana Doldán, Santiago Repetto, Miriam Giménez, Carina Altman y Marina Narbaitz, quienes se conocieron en la escuela de joyería contemporánea de María Medici. Su impronta metalera los une: el uso del metal fundido a la cera perdida o el metal directo, aunque se diferencian con los resultados: joyas personales que revelan la historia de cada uno.

En la primavera de 2018 se instalaron en uno de los locales que da al patio interno del ex convento de la Congregación de Religiosas de San José -contiguo al colegio San José de la Palabra de Dios-, que fuera donado por la familia Malcom, fundadora de Villa Crespo. Es un edificio neoclásico de 1945 que mantiene su fachada, techos de bovedilla de ladrillo con vigas y aberturas de madera original, solo con un recambio de las instalaciones para un mejor confort y seguridad, pero que conserva la arquitectura antigua de doble altura en la que funciona la tienda, en planta baja, y el taller, en el entrepiso, a los se accede por la recepción del hotel boutique que funciona en el primer piso. Casa San José es un espacio con historia que los Siete conocen, ponen en valor y transmiten.

Hacen suyo el lema mosquetero de uno para todos y todos para uno porque siguen modelo de trabajo colaborativo. “Varias de las maquinarias y herramientas de mi papá que era relojero las traje a Siete para usarlas entre todos: una pulidora, laminadoras, y también un arco para sierra y pinzas bruselas que utilizo y comparto”, cuenta Bibiana Doldán, abogada de profesión que reconoce su relación con el oficio desde chica, más aún cuando decidió incursionar en la historia del arte y pintura, y posteriormente estudiar joyería contemporánea. “El trabajo en el banco de joyero es solitario pero para nosotros no porque nos sentimos muy acompañados y nos complementamos muy bien. Nos organizamos para estar siempre presentes en el taller, tenemos turnos para atender al público, al que le contamos y mostramos nuestro proceso creativo”, añade. Siete de Autor hoy está abierto jueves y viernes, de 16 a 19, y sábados, de 11 a 19, en Gurruchaga 1060. La propuesta de Doldán ahora es más geométrica, en alpaca, hilo de acero y piedras de acrílico y, además, trabaja en un proyecto de piezas únicas como petos en un mix de materiales inusuales, cartón y metal.

“Estar en el taller tiene la ventaja de tener el proceso de creación de principio a fin en las manos, empezás y terminás; hacés, consultás y corregís. Es un espacio que aprovecho mucho y me encanta crear a la par de mis compañeras. Trabajamos de alguna manera en grupo sin querer o queriendo, al mostrarnos o poner nuestro trabajo uno al lado del otro; eso también nos permite distinguir nuestro propio lenguaje y profundizar en nuestra búsqueda sin pisarnos. Nos completamos. Siete de Autor es un espacio para el desarrollo individual pero que funciona en grupo”, dice Santiago Repetto.

Todo lo decidimos de a siete aunque trabajamos de manera personal. Cada uno tiene su puesto de trabajo sin límites rígidos pero respetados, tenemos nuestras normas de uso de la maquinaria compartida, contamos con una mesa grande libre para el armado, otra para el soldado y una para el martillado, y cada uno tiene su estantería con sus materiales y herramientas que intercambiamos si es necesario. Abajo, contamos con un lugar de exposición grupal y personal”, comenta Fátima Agostinucci. Y en este espacio artístico, sostiene que lo mejor que le da la joyería es que se fue conociendo a partir de la experimentación. En ese sentido, suma con piezas creadas a partir de un collage de materiales orgánicos y textiles que moldea a la cera y funde en bronce y plata o crea en chapas o alambre de bronce o plata directamente, en tanto incursiona en el engarce.

Lo de Carina Altman también pasa por la experimentación con el metal, en particular, el bronce y la plata, esta última, su favorita, una cuestión derivada de la escuela que las moldeó, dice, en la que también aprendió a empezar a soltar la obsesión por los acabados perfectos. En ese proceso, sus compañeros de Siete la “acompañan e impulsan y se da una sinergia muy fuerte. Es un placer trabajar en compañía. Nos conocemos, sabemos cuál es el fuerte de cada uno y la expresión de cada uno de los puntos de vista suma, facilita la fluidez del trabajo”, destaca, al tiempo que menciona que está metiéndose con otros metales, como la alpaca y cobre, y hoy ya juega con su combinación.

Miriam Giménez también da su opinión sobre este emprendimiento grupal. “El espacio de taller es enriquecedor y nos impulsa a avanzar. En lo personal, lo grupal fue definitorio. Y en la tienda nuestro trabajo se potencia. Montamos una presentación algo escenográfica, una puesta en común de lo más representativo de cada uno en una gran mesa central y además cada uno tiene una mesa o caja individual con lo último de su trabajo”, comenta quien aporta con sus piezas en bronce, alpaca y algo de plata de líneas orgánicas algunas y más estructuradas otras.

Coincide Marina Narbaitz al indicar que crecer con la mirada del otro ya es una costumbre para ellos y es fundamental. También hace lo suya la técnica de la cera perdida a partir de textiles con fundición en bronce o metal directo, suma con su incursión en pátinas y ácidos, muchos coincidentes con los que maneja como patóloga, profesión que la define junto con la joyería. “Desde que hago joyería miro todo con otros ojos, de algo que está tirado en un cajón a gestos o elementos con que me encuentro a diario en el hospital”.

Además de las piezas de autor, se advierte cierta bajada comercial en las series de joyas de cada uno de los autores, con la idea de animar a usar piezas no convencionales. Y Santiago Repetto lo cuenta: “Usar joyería es cuestión de actitud y nosotros promovemos que se porte la joyería contemporánea, que se lleven piezas de autor que siempre tienen un significado especial. No hacemos joyería que se mira y no se toca ni inaccesible sino que pretendemos que sean piezas de uso cotidiano. Queremos que quien se las lleve sepa que hay un autor atrás, que puso su tiempo para hacerla especialmente con sus manos. Que sepa que Siete de Autor es un trabajo colaborativo enriquecedor porque nos consultamos e intercambiamos opiniones en el hacer. Por eso estamos presentes para ofrecerlas, mostrarlas, contar de su proceso creativo y asesorar en su uso. Es que somos muy militantes del métier joyero”. Y él ofrece piezas hechas con una mirada proyectual, algo brutalista, busca volver a piezas más escultóricas y lo tienta el no metal, por eso trabaja en filamentos derivados del maíz y algo de PET para joyas simbióticas en alpaca, bronce y bioplásticos.

Piezas hechas entre todos, esa que puede pasar de mano en mano de los seis; participar de la Bienal; continuar con las experiencias de maridaje (vinos y joyería, perfumes y joyería, entre otras), y seguir recibiendo tours son algunos de las inquietudes que los unen y proyectan.