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De visita | Talleres

Taller Abierto de María Eugenia Ramos


El espacio de búsqueda creativa de María Eugenia Ramos está en Palermo, donde desarrolla su firma Mukenia y joyas de arte en arena

Su espacio de búsqueda es un lugar donde pasa horas y hasta desconoce el tiempo.

Es un espacio muy vidriado, atravesado por la luz y mucho aire y la luz. En su taller, ubicado muy cerca de la plaza Serrano en Palermo, puede de descansar a trabajar al sol. Y admite que el piso es su lugar favorito porque allí despliega las piezas y realiza los procesos.

Hay mucha arena, de distintos lugares, un patio y plantas. No tiene muchas herramientas, no son lo primordial para ella, admite, e intenta hacer con lo que tiene, y pensar ideas que sean lo suficientemente simples para trabajarlas sin necesitar tantos objetos.

Aborda dos mundos, que en principio podrían parecer muy diferentes, pero que se retroalimentan. Por un lado, tiene una marca de joyería comercial, con piezas en metal, que se llama Mukenia. “Me da la posibilidad de vivir de lo que me gusta y de conectarme con personas que terminan usando mis diseños. Son piezas bastante simples, con líneas más bien geométricas, pero hechas 100% a mano. No trabajo mucho con moldes, me gusta la espontaneidad e intentar que quien las usa se sienta cómoda. Muchas veces las clientas hacen su aporte, me mandan fotos combinando o mostrando como arman su propio estilo y así el proceso fluye, se enriquece. Por eso, hablo de diseños vivos, que cambian y se transforman. Y a la hora de crearlos, los pienso en función de alguna idea, experiencia, algo que me divierta también”.

Por otro lado, las joyas de arte son su leitmotiv. En ellas, se concentra en la investigación,  lee y escribe sobre el tema. Se permite ir y venir entre lo conceptual y material. Lo que quiere decir es su motor y avanza en ese sentido. “El trabajo que hago hoy me lleva a lugares no conocidos, a reflexionar. Me permite ahondar y experimentar más allá de la joya en sí, sobre temas muy humanos, cuestiones que nos atraviesan como personas. Me sorprendo haciendo y descubro todo el tiempo, eso me gratifica. Me conecta con algo muy íntimo y me permite expresarlo y compartirlo de una manera que no lo he podido hacer en otros ámbitos. Creo que las piezas de joyería son relatos y hoy necesitamos más relatos para conectarnos en un mundo donde prima la imagen”.

Entre la joyería comercial y la artística

Y en este camino está hace doce años. Después de estudiar una carrera universitaria y dedicarse durante 15 años a la comunicación, paralelamente fue haciéndole lugar a la joyería hasta que finalmente decidió dedicarse exclusivamente a esta práctica.

Necesitaba descubrir que había detrás de esos objetos portables que me fascinaban.  Siempre fui muy curiosa y de pequeña buscaba collares y anillos y los observaba durante mucho tiempo. Quería saber cómo se hacían, quién los hacía. Encuentro placer y tranquilidad en el hacer o materializar ideas con las manos. Al comenzar con la joyería me encontré con un mundo inmenso, lleno de personas que hacen objetos cargados de temas profundos, que construyen desde la nada piezas que dicen y cuentan”.

Trabaja con bronce y plata para Mukenia, y con arena de distintos lugares del mundo para piezas más conceptuales.

Con los metales aplica técnicas más tradicionales e intenta hacer una versión propia, los procesos le ayudan a aprender del mismo proceso. “No soy de seguir el manual. Y con la arena trabajo con las manos y muy pocos elementos, inventando nuevas formas de utilizar un material tan volátil. Lo hago mayormente a través de la experimentación. La libertad en el taller es muy importante”.

No usa, ni tiene máquinas en su taller, dice que no sabe mucho de ellas y admite que tal vez debería aprender.

Joyas hechas con arena

Actualmente trabaja en un proyecto desde hace una década, cuando comenzó a juntar arena y fue guardándola. Y fue experimentando para poder manejarla con el fin de crear objetos portables.

“Un recorrido largo, de mucha paciencia y descubrimiento personal, en el que me siento muy bien y, por primera, vez puedo hablar de un tema muy propio. Una de las últimas piezas que hice fue un broche que llamé «Solo un momento» realizado con capas de arena.

“Surgió de un intenso trabajo en el taller, de muchas horas de pruebas y errores, de sinceridad y de permitirme ser más libre”.

Además, está “terminando nuevas piezas, que espero encuentren algún lugar a donde ir. Y con ganas de que en algún momento mi trabajo pueda evolucionar hacia otro formato.

Por otro lado, en algún momento, espero retomar el espacio de transmisión, es decir, el de la enseñanza, ya que es el lugar en donde más aprendo. Extraño el contacto y el intercambio, pero estoy tomándome el tiempo para pensar un nuevo formato”.

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