Taller Abierto de Rafael Álvarez

De visita | Talleres

Taller Abierto de Rafael Álvarez


Floresta y La Boca están unidas por “el camino de la joyería, que me resulta apasionante por mi inagotable búsqueda”.

“Cuando estoy en el taller recupero el equilibrio, a pesar de que en el hacer la lucha con los materiales y las técnicas requiere de mucho esfuerzo y constancia. No obstante, el trabajo me calma, ordena y soy feliz el día que resuelvo algo o encuentro una solución que hasta entonces no imaginaba”, dice Rafael Álvarez Meinvielle, vinculado a la joyería desde hace 29 años, entre su etapa de estudio y de trabajo en sus talleres. Pero bien puede considerarse su relación con la joyería de tiempo atrás, ya que su madre se dedicaba a hacer objetos y piezas de joyería.

Empezó con el estudio de metales y técnicas de joyería clásica, que reconoce le aportaron mucho en el desarrollo de su trabajo. “Puedo investigar tanto en metales, como en otros materiales gracias a esa formación. Disfruto del aprendizaje constante, la experimentación y, sobre todo, del proceso».

Su espacio creativo se multiplica en tres: su taller principal que está en la terraza en su casa en Floresta y cuenta con un salón donde originalmente estuvo su taller de pintura y dibujo -otras de sus actividades- que fue cambiando ante la expansión su actividad joyera. Sus otros dos talleres se ubican en un atelier en La Boca, donde comparte sus trabajos de pintura y joyería contemporánea con el de modelado en cera, papel y plásticos que utiliza para electroformar en bateas de gran tamaño preparadas especialmente.

El taller de Floresta cuenta con bancos de trabajo, donde da clases a alumnos de joyería y seminarios de electroformado, su especialidad. También tiene una zona para soldaduras con   soldadores de gas y oxígeno, más un espacio de corte, con cizalla y una amoladora de banco; en otra parte, hace la limpieza de piezas con decapantes en frío o a temperatura. Se suma un banco para estirado de alambre, un compresor que tiene usos varios, entre otros, para un soldador potente a base de aire comprimido. Asimismo, en ese espacio están las bateas para electroformado, más todos los materiales de uso y piezas a terminar.

Dice que una parte importante de su tiempo la invierte en la conformación del taller y adecuación de  herramientas. También, que le gusta “pensar el taller”, cómo organizar cada área, cada uno de sus espacios. “Hace pocos años incorporé una lijadora de banda para madera y una sierra circular de corte, y pensé muy bien dónde ubicarlas para aprovecharlas al máximo; cuento, además, con un tambor de pulido y limpieza por ultrasonido, herramientas que se convierten en objetos interesantes, en juguetes para inventar”.

Comenta que para su proceso de creación necesita un tema, una idea para empezar a trabajar, un disparador, ya que no puede solo hacerlo manipulando técnicas o materiales. “Con el tema definido, me guío para desarrollar el material y las piezas. Esta es la parte más compleja y apasionante, cómo hago para que lo que digo conceptualmente se sienta en los objetos creados. Necesito hacer piezas, muchas piezas, y así encontrar el o los caminos del proceso. En general, son varios recorridos, que tal vez se unan en un instante futuro… El proceso es de prueba y error, de descubrimiento y experimentación constante”.

“Es una búsqueda que se justifica en lo que siento. Me entusiasma mucho el proceso, la creación de técnicas y de prototipos; tengo el taller lleno de piezas prototipo. Las terminaciones son más tediosas y me llevan más tiempo resolverlas. Cada nueva solución o descubrimiento en el camino me pone feliz”.

Trabaja en plata, oro, piedras -“de las que soy coleccionista”-, acrílico, mica, caucho siliconado, madera y ahora investiga en cobre depositado por electricidad, además de baños de plata y oro. En 2012 arrancó la experimentación en el uso de materiales no metálicos. “En ese momento desarrollé Kosmos, una propuesta en caucho siliconado, que resultó una serie de joyería, dibujo, pintura y hasta fotografía; un trabajo iniciado en el concepto del espacio, que aún hoy continuo. Con la idea de metalizar el caucho de Kosmos, comencé con la investigación en electroformación, que me llevó a la enseñanza especializada a través de seminarios y a la creación de piezas únicas y en series”.

Además sigue con el trabajo con caucho por inmersión o pincelado, y genera formas en plástico con calor o en cera sobre moldes de caucho o yeso. “Electroformo todo tipo de materiales. Encontré en esta técnica un camino para la realización de formas, adecuadas a la creación y marcadas por una idea”. También sueldo y aplico todas las técnicas clásicas de la joyería”.

Hace “joyería de garaje” y la llama así porque todas las estructuras y maquinarias para electroformar tienen un componente casero, que puede armarse con materiales conseguidos en bazares, por ejemplo. “Disfruto mucho de esta posibilidad, solo las soluciones específicas las consigo en proveedores especializados, pero la mayoría de los equipos los voy creando según mi necesidad”.

Desde hace tres años trabaja en la colección Idem, que trata sobre sus herramientas y la su identidad, “fundamentalmente, trabajo en la idea de por qué llegué a ellas y para arreglar qué cosa. Este es mi proyecto más importante en este momento”.

Forma parte del grupo Caracú, que surgió del seminario De lo plástico a lo visual, tutorado por el joyero Jorge Manilla, entre 2018 y el 2020, que nos permitió presentarnos en la Semana de la Joyería de Atenas; por otra parte, en diciembre último participó en la Semana de la Joyería de Brasil. “El camino en la joyería me resulta apasionante por la inagotable búsqueda que desarrollo”.


Taller Abierto de Vicky Biagiola

De visita | Talleres

Taller Abierto de Vicky Biagiola


En La Paternal, está su refugio, donde crea “arte o poesía portable” que habla de lo femenino, la sororidad, la sensualidad, el abrazo, el amor, el juego y lo social.

Dice que su taller es el lugar que habita. Pasa gran parte del día allí, es su refugio y se encuentra  en La Paternal, a dos cuadras de la cancha de Argentino Juniors. Está en un barrio con veredas anchas y algunos árboles, que le recuerdan a su infancia en Lanús. Su taller está en la entrada de su casa, mirando al jardín y lo diseñó un amigo arquitecto. Es una construcción de metal y vidrio repartido de color. Vistoso, impactante. “Quería tener la sensación de estar adentro de un caleidoscopio. Los vidrios los fui poniendo yo de a poco, primero cortaba los que encontraba o me regalaban, después amigos comenzaron a donarme vidrios que tenían guardados, una artesana me hizo otros, y al final fui a ver a un vidriero con el que trabajé durante mucho tiempo cuando hacía caleidoscopios y le compré tesoros de colores que tenía en la vidriera para poder terminarlo. Necesité ir haciéndolo de a poco para imaginarme trabajando aquí, hasta que me sentí preparada para mudarme desde Palermo”, relata del lugar en que está instalada desde hace tres años, a donde se trasladó desde el taller que ahora es la sede de La Ronda, el colectivo joyero del que forma parte.

Señala que no tiene muchas herramientas, pero destaca un yunque, un martillo, un soldador y algunas pinzas. Su banco de joyero y varios muebles en los que dispone, piezas y materiales. Trabaja mucho con cobre. Disfruta de recortarlo como si fuera un papel, luego lo golpea para endurecerlo, soldarlo, volver a golpearlo, patinarlo y dibujarlo. Admite que le gusta estar cerquita de la pieza, tocarla, modificarla, darle forma, construir con la chapa de metal y combinar con otras modeladas en cera y fundidas, hasta que siente que está lista. “Que ya pueden seguir su camino, cuando se transformaron en piezas sensibles… Me encanta que tengan algo que se mueva”, explica, al referirse a una de sus series a la que llama juguetojoyas. También las denomina poesía portable o arte portable. Va encontrándoles nombres que las van definiendo a partir de lo que la gente le va diciendo. “Es una especie de construcción poética colectiva de los nombres y los sentidos. Las joyas son una expresión de diferentes momentos de mi vida”.

Y cuenta qué significado tiene esta disciplina. “Hace años elijo esta manera de decir lo que me va pasando con las joyas. Es una manera de pensar en imágenes con el lenguaje de las joyas”. Tiene series en las que expresa lo femenino, la sororidad, la sensualidad, el abrazo y el amor. Series lúdicas con las que juega, anima y se divierte mientras las hace. Otra, son las sociales, con gente y manifestaciones; están también las de denuncia con fotos  sobre metal y acrílico o tela. Son piezas en las que habla de gente que duerme en la calle o de la violencia policial. Algunos son collares o pulseras o balangandán o broches de conjuro.

En los últimos años comenzó a trabajar en cuero y madera, siempre expresando emociones. Son las piezas que presentó con el grupo Caracú, mentoreado con Jorge Manilla. Se trata de joyas más conceptuales. Comenzó con “anillos de la ira, guantes de la resistencia y, lo último, eslabones para un cuerpo social”, que hace unas semanas se exhibieron en forma virtual en Athens Jewelry Week.

Asegura que convive con todos los materiales, con todas esas formas de decir, modelados, construcciones, fotos, metales, madera, cuero. Su mesa de trabajo está llena de procesos, ideas inconclusas, papeles con dibujos, objetos ópticos y lúdicos. “Saldrán de aquí nuevas piezas para las muestras que esperamos poder hacer con diferentes grupos en los que participo como Fwiya, La Nave y Caracú”.


Taller Abierto de Fernanda Sibilia

De visita | Talleres

Taller Abierto de Fernanda Sibilia


Reestrena su estudio taller en Abasto junto a su team, donde crea joyería de diseño y objetos de deco

En un lugar abierto y luminoso, Fernanda Sibilia y su equipo priorizan el orden porque son varios los que se mueven en un espacio sin ambientes cerrados que dividan sectores. Pero más allá de la prolijidad les gusta que sea alegre y colorido, que invite a la creatividad. Y lo consiguen, porque lo que más llama la atención al ingresar es la armonía de color y formas que tiene la infinidad de piezas de joyería de diseño y objetos de deco que exhiben como en una expo, como una muestra del alcance de su propuesta: infinita porque son familias que se amplían y replican constantemente. Del techo cuelgan móviles, en las paredes hay adornos hechos por cada uno de los integrantes del team joyero y las plantas suman para dar vida al espacio. “Me gusta pensarlo como un sitio muy alegre, donde todo puede suceder. No solo por la posibilidad de crear, sino por la dinámica tan variada que se da día a día”, comenta la  joyera, que se formó en la Escuela Municipal de la Joya, que hoy lleva el nombre del maestro Sergio Lukez. “Cuando estudié no existía por acá la joyería contemporánea, por eso nunca me catalogué como tal. Es un quehacer bastante amplio y abarcativo y depende de donde uno se pare o lo que uno haga. Una disciplina que ha crecido, desarrollado y evolucionado mucho en las últimas décadas”.

Después de pasar por distintos espacios, finalmente volvió al barrio de Abasto donde reinstaló su estudio taller, que cuenta con cuatro áreas bien definidas. Por un lado, está el sector de taller propiamente dicho, donde se ubican las chapas, las herramientas, los tornos y todo lo necesario para darle forma al metal. También cuenta con un área de pintura donde realizan los acabados a mano. Y de ahí se pasa al sector de armado y embalaje, donde se ensamblan los productos, se ponen en sus respectivas cajas para terminar listos para ser enviados. Por último, cuentan con una oficina en la que se desarrolla todo lo relacionado a diseño, su proyección y hasta reuniones con clientes.

Gran cantidad de pinzas, martillos, tornos, sopletes, pulidora y un tambor para dar terminación a cada componente de sus diseños forman parte de los instrumentos del taller. Se encuentra todo lo necesario para darle forma a una pieza de principio a fin. En sector de pintura también abundan las herramientas. “Nos es fundamental tener variedad de pinceles y pigmentos”, señala Fernanda, que hace de la pintura con distintas pátinas de colores saturados su acabado predilecto.

Cuenta que antes de la pandemia tenía un equipo más sectorizado, pero desde marzo todos hacen de todo. “Una descripción sencilla sería la siguiente: Ezequiel es el que se encarga de que tengamos todo para producir, es el supervisor del taller. Julián ingresa los pedidos, separa los productos para pintar y los envía; también es el encargado de diseño de los objetos para el hogar. Marita arma y embala todos y cada uno de los pedidos. Florentina es la diseñadora y ahora pintora de cada uno de las piezas pedidas, y se encarga de las redes sociales. Y José Miguel es el asistente perfecto de todos”, detalla.

Sibilia ya tiene 24 años, una firma experta en la creación a partir de bronce martillado y enchapado en plata y oro, o patinado. La base de todas sus piezas es el bronce. Trabajar solo con este material hizo que adquiera mucha experiencia en distintos tipos de acabados, como pátinas, pintura en polvo y pigmentos, y eso es lo que hace que sus productos sean tan coloridos. Ya  prueban cosas nuevas en base a lo aprendido para generar terminaciones novedosas: superponen capas de pintura, pátinas con pigmentos, agregan detalles metalizados, las posibilidades son infinitas. Su creadora dice que “es mucho tiempo trabajando con un mismo material, por eso estoy en la búsqueda de inspiración nueva, como siempre. Nuestros disparadores son el humor, la alegría, la fantasía y los mundos imaginarios. Hoy más que nunca nos parece fundamental la diversión, tanto en lo personal como a la hora de trabajar. Hay que divertirse para poder crear. Por eso, la intención es poder transmitir esa diversión y alegría a través de nuestras piezas. Y lo intentamos mediante los  colores vibrantes y las formas que diseñamos, con un sinfín de combinaciones. Por ejemplo, en nuestra última colección hay  pájaros paseando frente al sol durante el atardecer y gatitos jugando con ovillos de lana, todo convertido en aro”.

Actualmente están haciendo piezas que acompañarán una retrospectiva de la pintora expresionista Joan Mitchel en el Baltimore Museum of Art, que se verá a partir de marzo del año próximo. Una muestra que seguirá en el MoMA a donde también llevará su aporte: Son piezas Sibilia con la paleta de color de Mitchel. “Y este año se nos abrieron nuevas puertas a nivel local y nos encontramos desarrollando productos para marcas nacionales, como Jazmín Chebar y Luna Garzón”, cuenta.


Taller Abierto de Juan Vellavsky

De visita | Talleres

Taller Abierto deJuan Vellavsky


Su quehacer artístico se desarrolla entre Ingeniero Maschwitz y Parque Sarmiento, donde tiene sus talleres de joyería contemporánea y mucho más.

Es arquitecto, escultor, artista y se nota. La puerta de calle de su atelier en las inmediaciones de Parque Sarmiento está ilustrada, las paredes externas exhiben murales ocurrentes, en el interior todo es dibujo a mano alzada, mucha señalética en tiza orienta sobre lo que se hace en los distintos espacios de su taller. A la vista, fotos, frases, textos, recortes y deco en materiales recuperados, un ambiente de artista en el que se exhiben piezas terminadas, otras a medio hacer y bocetos de lo que quiere o proyecta.

Hace 20 años que decidió cambiar de escala y “concientemente diseño joyas, anteriormente lo hacía, pero todavía no era conciente de que lo hacía”, señala.

¿Por qué joyería contemporánea? Responde que no podría ser de otro modo, “si hago joyería, no es por la joyería en sí sino por la posibilidad de crear. La joyería es solo un medio para mí”.

Y lo hace en un taller organizado en diversas áreas: una está destinada a los acabados de los metales, donde trabaja con sus asistentes; otra es el showroom que -cuando no hay pandemia- se sienta a crear; en una tercera pone la resina en las piezas y se hacen los moldes de goma; dispone de un espacio semi-cubierto que está reservado a la fundición de metales, y cuenta con una cocina multiespacio, en la que se ponen las piezas en el ácido y se las neutraliza. Además, tiene una sala de esculturas, destinada a las piezas realizadas en sus 30 años de artista, y en una terraza instaló un depósito para sus materiales y más elementos.

Trabaja con máquinas, varios tornos colgantes, pulidoras, esmerilladoras, una máquina para hacer los moldes de goma o vulcanizadora, un horno de fundición, una bomba de vacío, un fundidor de metales, un receptáculo de vacío del arbolito, moladoras y variedad de herramientas, como fresas varias, limas, lijas, telas esmeriles, martillos, tas, alicates, pinzas, tenazas, destornilladores, punzones, soldadoras, paños de pulir y muchos más.

Pero esto no es todo. Tiene un segundo taller en el predio donde está su casa en Maschwitz, “solo para mí”, dice de su exclusivo espacio de creación, donde trabaja la cera y hace todo el proceso hasta convertirlo a los metales; el último proceso es el armado del arbolito y el yeso refractario para meterlo en el horno. Cuenta que próximamente tiene la  intención de trasladar la fundición de los metales a este taller, pero “no es tarea fácil -reconoce-, sobre todo porque yo construyo cada máquina. Acá no entra prácticamente nadie, es mi santuario”. Las máquinas de las que dispone en este espacio son una inyectora de cera, una bomba, una máquina de vacío para el yeso refractario, tornos colgantes y todas las máquinas necesarias para hacer escultura en madera. “Las herramientas aquí son infinitas y todas las que uso para la cera están hechas por mí”.

Los materiales que usa son metales no ferrosos, oro, plata, y latón, con los que trabaja tras aplicar su propio método, una adaptación de la cera perdida que generó para su necesidad creativa.

Sus máquinas de fundición también están hechas por él hace 15 años, con la ayuda de su amigo Favio Siganda y cuenta que acaba de readaptar su proceso de fundición para que funcione con un 100% de efectividad.

Con estos materiales, maquinarias, herramientas y métodos trabajo, como artista plástico trabaja con el concepto de obra y no de colección; sobre todo, a partir de pedidos. Y sigue con su serie de animalitos antropomórficos.

Además, en paralelo, está con un proyecto, “que no se lo puedo contar ni a mis perros, pero estoy muy con este tema, ojalá salga!”.


Taller Abierto de Cecilia Capisano

De visita | Talleres

Taller Abierto de Cecilia Capisano


Tiene muchas puertas por abrir porque trabaja en dos talleres diferentes y complementarios. Cuenta cómo entre Sáenz Peña y Palermo desarrolla sus joyas contemporáneas

Trabaja en dos talleres propios que tienen dinámicas muy diferentes pero complementarias. Su primer taller fue el de su casa en Saenz Peña, en el oeste del Gran Buenos Aires, y fue creciendo en paralelo a sus estudios de joyería contemporánea. Es diseñadora gráfica de la UBA y estudió guión cinematográfico, formación con que logró una mirada sintética y conceptual y una resolución morfológica presente en su joyería contemporánea, disciplina a la que llegó de la mano de María Medici, Marina Massone y Francisca Kweitel.

Aún hoy sigue equipando este atelier. Hace 10 años comenzó con un banco joyero y fue sumándole todo tipo de máquinas y herramientas hasta el punto de pasar a habitar “un taller con casa, en vez de una casa con taller”, dice.

Cuatro años atrás, al inaugurar en el barrio de Palermo el local Capisano, en  Nicaragua 4627, tuvo la necesidad de montar in situ su segundo taller. Más pequeño y a la vista del público, le permite capitalizar el tiempo libre mientras no está interactuando con la gente que visita su local. Curiosamente, con el tiempo, observó que su proceso creativo y su dinámica de trabajo, estaba condicionada por características casi opuestas de ambos espacios.

El taller montado en su vivienda está equipado con máquinas grandes y pesadas. En cambio el taller de Capisano, sólo tiene herramientas medianas y torno de mano. Por eso, en el grande trabaja con máquinas que generan polvo, ruido y hasta olor. Es que lija, pule, suelda, hornea, cose y tornea, acciones que implican poner el cuerpo además de su mente. El tener todas las máquinas juntas, le permite improvisar en el hacer. “Trabajar al borde del caos, literalmente, saltar de una máquina a la otra… comenzar soldando en el taller y quizás terminar con otra herramienta en el patio al aire libre. Poner la música fuerte… ensuciar sin preocuparme por los rastros que voy dejando durante todo el proceso. Experimentar, colgar en las paredes, poner todo el proceso a la vista y analizarlo”, relata

En cambio, el orden y la diferencia de escala con el taller de Palermo hace que allí se enfoque más en el proceso de visualización, que es silencioso e interno.

“La visualización es muy inherente a mi formación inicial como diseñadora gráfica y es pilar fundamental durante mis procesos creativos. En Capisano, escribo mucho y pienso en imágines todo el tiempo. En mi mente cambio de materiales, de color, corrijo formas y sobretodo agilizo etapas. También descubrí que al estar enfocada en tareas mecánicas y repetitivas de finalización de piezas, mi creatividad fluye. Así es como muchas veces visualizo en mi mente una idea en Capisano, que luego bajaré y la pondré a prueba en el taller de mi casa en Saénz Peña”.

Trabaja con todo tipo de materiales. Experimenta y juega con cuero, resina, cera, cemento, vidrio, cerámica, bronce y otros metales, por ejemplo. Es autodidacta a la hora de vincularse con una herramienta, máquina o material nuevo.

Señala que conocer la manera correcta de aplicar una técnica nueva no la motiva en absoluto, por eso, reconoce que aprendió a acercarse a los materiales desde lo intuitivo, sin preconceptos. Estudia y experimenta con los límites de los materiales. Los fuerza, intenta romperlos, trata de sacarlos de su su confort. “Me interesa indagar tal como si les hiciera una primer entrevista. Saber cuánto puedo pedirles, preguntarles hasta dónde pueden estirarse sin quebrarse, doblarse sin romper, calentarse sin quemarse, sufrir transformaciones, sin dejar de ser ellos mismos. Así como también estudiar sus puntos de transformación totales, llegando incluso a no poder ser reconocidos”.

Admite que casi nunca toma un curso de técnica, porque dice que la teoría muchas veces la limita y se siente más libre conociendo menos. Sin embargo su fuerte es mezclar técnicas que reinventa. “Surgen más errores, nuevas oportunidades, nuevos lenguajes… Reconozco cuando el diálogo se vuelve más fluído en la interacción con máquinas y materiales, como si encontráramos juntos una manera de comunicarnos”. La mayoría de las veces necesita contar una historia y éste es el disparador inicial de su proceso creativo. Pero explica: “También sucede que durante el proceso de trabajo surgen bifurcaciones, caminos nuevos a seguir y quizás replanteo la historia inicial que necesitaba compartir”.

Es creativamente verborrágica y se aburre si se queda mucho tiempo en un mismo lugar, por eso se siente muy cómoda en la joyería contemporánea que le permite cambiar de materiales, sobre todo,cuando agoté la conversación, mezclé técnicas y conté historias nuevas todo el tiempo”. Será por esto que aprendió a trabajar en paralelo, en varios proyectos a la vez.

En la actualidad está muy enfocada en Capisano (local de Palermo). Queriendo volver a ese espacio de acuerdo con la flexibilización de la cuarentena. Cuatro años después de su apertura, señala que recién ahora tuvo tiempo para reordenar, emprolijar sus procesos. “Estoy desarrollando nuevas colecciones y piezas que me representen. Trabajo en seguir habitando cada vez más ese espacio que adoro. Siempre creo que lo mejor está por salir a la luz… intento ser un poco más sincera y profunda a la hora de contar una nueva historia o transmitir un estado de ánimo. Seguiré en esta búsqueda”.


Taller Abierto de Bárbara D'Ambra

De visita | Talleres

Taller Abierto de Bárbara D'Ambra


Abre las puertas de su atelier en Palermo para mostrar dónde y cómo hace sus piezas de joyería contemporánea

Tiene su taller en su casa, un PH en pleno Palermo Soho, luminoso, acogedor, prolijamente decorado con plantas y sus obra a escala. Su espacio de trabajo se divide en dos áreas: estudio y taller. Dice que el estudio es el espacio donde se siente más cómoda para diseña, allí dibuja muchísimo, trabaja con programas de modelado e impresión 3D y planifica las pruebas y prototipos. Y en el taller, hace las tareas manuales y les da terminación a las piezas, “la parte sucia del trabajo”, comenta riendo.

Se define como fan de la morfología, estudió Diseño Industrial en la UBA, fue docente de la cátedra Bianchi Lastra. En 2016, como resultado de un trabajo universitario, nació su línea de joyería contemporánea, Insinuaciones, que trascendió el ámbito académico. Comenzó pintando en abstracto con enduido en la búsqueda de alguna expresión que la defina, que se pudiera tocar, que despertara los sentidos, con un trazo simple y así surgieron sus primeras piezas como gotas insinuadoras, sensuales, fluyentes. Desde entonces el destino la fue llevando a la joyería. Por dos años consecutivos, 2018 y 2019, resultó  elegida para exhibir su trabajo en Schmuck, en la Munich Jewellery Week, la feria internacional de joyería contemporánea más importante del mundo.

Y entre café y café, minuciosamente batidos, en su soleado y verde patio taller recuerda que ese fue un momento eureka: “Me di cuenta que ese proyecto podía ser algo más que un trabajo universitario. Fue una experiencia muy impactante, porque era un mundo que yo desconocía, incluso me generaba vergüenza porque soy diseñadora industrial y no estudié joyería. Con el tiempo, me hice cargo del proyecto y entendí que esa diferencia era lo que hacía particular mi trabajo. Descubrí en la joyería contemporánea un modo de fusionar el diseño industrial y el arte, una posibilidad de crear arte para usar. Es un espacio en el que me siento cómoda para adentrarme un terreno más expresivo, poniendo en valor el conocimiento que me aprendí en mi profesión”. En 2018, obtuvo una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes, también fue finalista destacada del Premio CMD y recibió la distinción de Sello Buen Diseño Argentino también durante  dos años seguidos, 2018 y el 2019.

“Las piezas tienen mucha síntesis. Me gusta contar una idea buscando la mínima expresión, a través de formas limpias, que nacen dentro de límites muy puristas, ordenados y controlados. Intento economizar recursos, reducirlos al máximo para centrar la mirada en las cuestiones puramente formales”. Para esto utiliza los materiales y colores de la manera más neutral y precisa posibles para generar superficies inmaculadas, ya que le interesa que ante todo se perciba la forma, las luces y las sombras. Cada una de las piezas que tiene en exposición en su taller cuenta algo: las hay muy sensuales, algunas piezas tienen una carga erótica evidente, unas que entran dentro de otras, son piezas que lo más bello que tienen es justamente el hecho de introducirse en ellas, eso no se explica, no se ve, se siente. Reconoce que le gusta hacer uso de la abstracción, la reducción a lo elemental, insinuar una idea sin definirla completamente; “ofrezco al espectador esa duda, que a veces puede derivar en complicidad o curiosidad pero que también puede generar incomodidad”. Su colección Insinuaciones busca el equilibrio entre un pieza con valor artístico y conceptual y, al mismo tiempo, funcional y usable.

Trabaja con corian -una material sintético compuesto por resina acrílica e hidróxido de aluminio-  recuperado de la industria del mobiliario. Y se muestra satisfecha por haber resuelto esa aplicación con éxito mediante un proceso consciente y responsable. Explica que el corian es un material muy pulcro que permite transiciones y terminaciones que impactan directamente sobre la calidad de la pieza”. Pero no es el único material con que trabaja, también realiza piezas en metal: plata, bronce y oro. Y actualmente está experimentando con madera y aluminio.

En su estudio dibuja muchísimo. De su proceso creativo cuenta que primero piensa qué quiere expresar, qué idea, qué sensación, cómo quiere que se deslicen los dedos sobre las formas y hasta qué luces y sombras le interesara producir. Juega mucho con materiales que se puedan deformar fácilmente. Cuando finalmente percibe algo que le “resuena”, empieza a pulirlo. Utiliza el modelado y la impresión 3D para verificar la forma. “Cuando estoy satisfecha, hago la pieza definitiva. Hoy, puedo decir que tengo una aproximación a la pieza muy ligada al diseño, reflexiono mucho, soy muy metodológica, y creo que eso se ve claramente en el trabajo”.

Desde el último año realiza piezas en plata; “me desafié a diseñar piezas un poco más convencionales sin perder todo el trabajo o elaboración de las de corian; “la idea es reforzar la terminación del metal y las libertades formales que ofrece la fundición”, destaca al mostrar cómo quedan en las manos esos sutiles trazos. Sostiene que todos los días sigue experimentando y admite que se identifica mucho con las piezas en plata: “De la primera a la última, las siento como un proceso personal, cuentan cómo siento, y me genera curiosidad imaginar cómo van a continuar de acá en adelante: de qué modo van a ir desarrollándose, si lograrán desafiar esos límites tan rigurosos, si irán a poco a poco perdiendo control, o si de repente aparecerán piezas que no deseen ser tocadas, ¿por qué no? Estoy en proceso”.

Su estudio-showroom es también el living donde recibe a sus clientes, que hasta la pandemia iban a conocerla y a contarle qué les gusta y qué les pasa al usar sus piezas, qué sienten o resuena, como le gusta decir. Experiencias compartidas que se convierten en una sinergia que la enriquece muchísimo; “uno no se imagina el alcance insospechado que puede tener lo que uno hace con pasión”. No para, ahora también está trabajando en piezas obra de mayor escala (50x50cm) las cuales realiza por encargo, y experimenta con nuevas tipologías de productos en las que puede jugar con los conceptos que construyó en Insinuaciones. Y como si fuera poco… paralelamente a la joyería contemporánea, trabaja como diseñadora industrial en proyectos de desarrollo de productos.


Taller Abierto de Laura Leyt

De visita | Talleres

Taller Abierto de Laura Leyt


Abre las puertas de su atelier en Nuñez para mostrar dónde y cómo hace sus piezas de joyería contemporánea

Es arquitecta y cuando diseñó su casa ubicada en el barrio de Núñez junto con su marido, también arquitecto, decidieron crear una casa-taller. El atelier está en la planta baja, al lado de un quincho pensado como expansión del área de trabajo, pero como cada vez más se vale de materiales reciclados reconoce que le falta espacio para acopiarlos y para ubicar las herramientas que debió incorporar para manipularlos. Sin embargo los tiene bien ubicados en un placard con estantes de piso a techo, donde también tiene desde pinturas y diluyentes hasta los elementos que requiere para hacer fieltro. En una mesada de hormigón contigua consiguió zonificar las distintas áreas de trabajo: su banco de joyero con la esteca, donde cala, suelda y maneja los distintos sistemas y terminaciones de las piezas; y debajo, bolsones con todos los plásticos que va juntando. El espacio privilegiado lo tienen las máquinas con que transforma esos plásticos: una sublimadora, la pistola de calor con que funde y la caladora de banco.

Una ventana abierta al jardín deja entrar la brisa de otoño. Catálogos, libros y cajas prolijamente etiquetadas colman estanterías son el destino y numerosas herramientas se disponen en superficies metálicas con imanes. La cuarentena la llevó a reacondicionar su taller y sumar una gran cajonera para ubicar el motor de eje para lijar y pulir, y una cortadora de disco pequeña. A todo trata de ponerle ruedas, como a un mueble que heredó de su tío odontólogo, que aún conserva su característico olor, al que le fijó un taladro vertical y lleno mechas, limas y pinzas.

Dice que es una conjunción del oficio de joyería, el arte y el diseño. “A diferencia de la joyería tradicional, donde el valor esta puesto en los materiales como metales, piedras, etc., en la contemporánea lo relevante es lo que se quiere comunicar, el diseño que sustenta el discurso, la relación con el cuerpo, la mirada del otro. Mi joyería es producto de la investigación y búsqueda constante sobre un material. Los resultados sorprenden porque no siempre son los buscados. Son piezas únicas que pueden ser parecidas, pero nunca iguales, y tienen la imperfección de lo hecho a mano. Busco esa sensación de borde desdibujado, casi derretido producto del calor.” Jugar, probar, no tener miedo a volver a hacer es lo suyo.

Comenzó a estudiar joyería contemporánea en el 2003 el taller La Nave con el maestro Jorge Castañón, luego de varios años de ejercicio profesional como arquitecta y, por las ganas de volver al trabajo manual y de poder controlar la totalidad del objeto diseñado hasta su materialización, prefirió cambiar de escala. La pequeña escala es lo que le gusta de la joyería así como que es portable sobre el cuerpo. Destaca que optó por este oficio porque “lo relevante no está en el valor económico de los materiales utilizados sino en lo que se quiere comunicar y porque ofrece la libertad de poder experimentar con distintos materiales, conceptos y procesos”.

Aprendió técnicas básicas de la joyería en metal, como calar, soldar, casamiento entre metales, fusión, mokumé y otras, pero siempre le interesó trabajar con los materiales disponibles en su entorno. Nada se pierde, todo se transforma; lo esencial es invisible a los ojos son sus frases de cabecera, ya que ve belleza y utilidad en cosas que para muchos consideran basura. “Me interesa, sobre todo, averiguar hasta donde se puede llegar con un material y poder transformarlo en otra cosa desdibujando su origen. Es un proceso no lineal que requiere permitirse la equivocación y mucho trabajo”. Desde el 2013 se dedica al reciclado de plásticos aplicado a la joyería y a objetos, y trata de que la intervención de materiales nuevos sea la mínima posible. Trabaja básicamente con bolsas plásticas (polietileno de alta y baja densidad) pero va incorporando otros tipos de materiales plásticos, como gomas u otros envases. Y fue probando diferentes formas de trabajarlo: primero lo cortó y tejió -como el collar presentado en la muestra Tema Pendiente– luego lo trabajó en capas sobre moldes con la técnica de la cartapesta, después lo transformó en una especie de hilado mezclándolo con lana – que derivó en la serie Contaminados– y, por último, lo trabajé fundiéndolo con calor y modelándolo a mano – mano como en la serie Piedras-. Lo último que incorporó fue la plancha de calor que le permitió hacer placas más finas que luego corta y ensambla con pernos.

Nunca trabaja en una sola cosa, mientras hace algo va probando otras cosas porque va siguiendo lo que va apareciendo en el hacer. Hoy trabaja en la serie Plasticeno nombre que algunos geólogos y antropólogos han llamado a la era actual debido a la cantidad alarmante de residuos plásticos encontrados principalmente en los océanos. Está materializada con una serie de layers, como capas geológicas pero de plástico, y surge de la reflexión de cómo encontramos los testimonios de vidas pasadas en las piedras u organismos petrificados; ahora, “nuestras marcas quedarán estampadas en los plásticos”, dice.

También sigue trabajando en una serie de piezas que se iba a presentar en la muestra Buenos Aires Trash Treasures, con Tota Reciclados en Munich, inspirada en las paredes descascaradas y los graffitis de las ciudades. Se materializa con finas capas de plásticos superpuestas donde se pueden leer algunos textos encontrados en las mismas bolsas o armados con palabras de ellas. Y también trabaja en varios proyectos para la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea, suspendida hasta el año que viene. En tanto, también diseña objetos que tendrán como punto de partida la serie Plasticeno y las placas plásticas que fabrico.