Entrevista a Mariana Cazzulino
Apuntes | Notas
“Quiero usar la joyería para hablar de mi obsesión por los altares”
Dice que quiso aprender joyería para hablar de sus intereses, sobre todo, para desarrollar un trabajo más artístico. Mariana Cazzulino reconoce que su formación y trabajo tuvieron un cambio significativo y se potenciaron cuando decidió dejar otros proyectos y dar clases para volver a estudiar. Y eligió a Taller Eloi donde hasta hoy se dedica a profundizar en sus investigaciones.
Su tema pasa por los altares y las iconografías religiosas. Una obsesión que se alimenta de objetos y experiencias familiares que supo sublimar y materializar en piezas de joyería contemporánea y otros objetos de arte.
Premiada por su «Sárcofago de mano» en el concurso «Anillos», convocado por Taller Eloi y la Cranbrook Academy of Art de Michigan, su obra se prepara para expandirse en NYC Jewelry Week.
De como una obra la lleva a otra y crece exponencialmente. Su imaginería joyera en detalle, con su método, influencias y maestros.
_¿Cómo empezaste en joyería?
_Me vine de Entre Ríos a estudiar Veterinaria, pero me di cuenta que me atraía y estimulaban más los materiales que trabajaba mi hermana en su estudio de Diseño de imagen y sonido, entonces decidí dejar esa carrera. Al pensar qué hacer, opté por joyería porque en ese momento estaba muy interesada en la artesanía, en los materiales de las piezas hechas artesanalmente. Comencé estudiando en la escuela del Sindicato Unificado de Relojeros, Joyeros y Afines (Surja), luego en el Instituto de Joyería y Diseño Benvenuto Cellini de Silvana Chiavetti, y después aprendí y trabajé mucho en el taller de Juan Vellavsky.
En simultáneo fui haciendo otros talleres porque entiendo que la formación es muy importante, reveladora, te ubica mucho y te permite tener identidad, en este caso como joyera y artista.
En un momento de transición, en el que cerré la galería y trasladé mi taller a otro espacio y luego a mi casa, se abrió el programa de la escuela Eloi donde conseguí una beca y pude arrancar realmente con lo que me gustaba. Decidí empezar de cero intentando volver a reaprender todo, para volver a encontrarme.
Por entonces estaba trabajando mucho en cera, y adquirí el método de Vellavsky para hacer piezas a pedido y producciones más comerciales, pero sentía que me faltaba desarrollar un trabajo más artístico.
Quería aprender a usar la joyería para decir otras cosas además de para vender o hacer algo bonito. Ahora sí me siento segura de que estoy en ese camino, luego de haber hecho la formación de tres años y con la clínica de Jimena Ríos. Sigo haciendo cursos de técnica como el de Engarce con Maxi Dattoli, Cincelado con Rita Hampton. Empecé hace muchos años recorrí un montón de espacios, haciendo cursos e intensivos de distintas técnicas, pero siento que donde más me anclé y terminé por encontrar lo que buscaba fue en Taller Eloi.
“La formación es muy importante, reveladora, te ubica mucho y te permite tener identidad”.
_¿Qué querés decir a través de la joyería?
_Quiero usar la joyería para hablar del tema que me obsesiona: el mundo de los altares y de las iconografías religiosas. Está relacionado con lo fúnebre o la muerte o con lo que queda en este mundo una vez que uno no está, también con los objetos que quedan en este plano y representan a la persona que se fue. La relación entre los objetos que uno usó y deja a las próximas generaciones; la carga que tienen, y cómo vive una persona dentro de un objeto en relación de la imagen de un objeto son los temas que estoy trabajando.
Mi última serie la desarrollé a partir de un ejercicio de familia haciendo hincapié en los rituales cotidianos como individuo y dentro del grupo familiar. En mi familia nunca hubo muchas tradiciones ni rituales, pero sí una en particular que era, y es todavía, prenderle una vela a mi abuela cuando se necesita pedir o agradecer por salud, trabajo o lo que sea. A partir de ese ritual empecé a desarrollar una serie de imaginería para mi propia religión.
Imaginería joyera
_ ¿En qué consiste esa imaginería para tu religión?
_Se trata de un anillo de mi abuela que no tiene mucho que ver con su historia, es decir, no era una pieza que ella recibió de regalo o sí, pero es que había mucho misterio en su alrededor. Cuando decidí que mi tema de tesis iba a tratar sobre los altares domésticos, porque siempre me interesaron y porque desde el punto de vista estético había mucho por desarrollar o investigar, comencé a conversar con mi mamá y descubrí que mi bisabuela tenía un altar en su casa, que hacía curaciones, que la gente cercana al campo donde vivía la buscaba para pedirle favores y le dejaba ofrendas, cosas que quedaron en mi familia, entre ellas, un anillo que mi abuela heredó. Un anillo que como otras joyas muy diversas no tiene nada que ver con la situación o clase social a la que pertenecía a mi familia.
Entre los altares de mi bisabuela, las velas que le prendíamos a mi abuela y las piezas encontradas comenzó a cobrar sentido mi interés y decidí crear una serie de piezas reflejo de imágenes que yo usaría si tuviese mi propia religión. Entonces, empecé a trabajar con velas de distintas formas, generé artefactos juntando objetos, algunos son de mi historia familiar pero en su mayoría fui juntando o coleccionando, y seguro son los que yo voy a dejar…
“Entre los altares de mi bisabuela, las velas que le prendíamos a mi abuela y las piezas encontradas comenzó a cobrar sentido mi interés”.
_¿Son piezas de joyería?
_Son piezas hechas desde la joyería, como el anillo que menciono, pero no con los formatos de joyería porque lo que hice no fue una joya o una pieza para usar en el cuerpo sino que derivó en algo distinto.
Bueno de hecho la joyería no necesariamente tiene que ser portada en el cuerpo, una característica que adquirió relevancia en los últimos años, una idea que cambió o al menos no era lo que yo sabía de la joyería; lo mismo con el tipo de material, hoy se tiene una mirada mucho más amplia o abierta de lo que es o se entiende por joyería.
“Hoy se tiene una mirada mucho más amplia o abierta de lo que es o se entiende por joyería”.
_Te encantan las velas, las incluiste en la investigación de «Cucharas» y previamente las convertiste en broches para «Amuletos», ¿qué significan para vos?
_Me interesa tratar un tema o tomar un material y profundizarlo todo lo posible llevándolo a todos los formatos. Las velas son muy significativas para mí porque están relacionadas con el ritual de prender una vela a mi abuela para pedir, pero también con celebraciones o fiestas, se encuentra en una iglesia o al lado de la ruta, es un símbolo bastante universal. Me interesa como parte de la iconografía de los cultos, el católico porque es en la que crecí, pero también como parte de la religiosidad popular. De todo esto rescato lo que visualmente me interesa y lo llevo a mi universo, lo mezclo e integro, la joyería incluida.
Portar una vela en una pieza de joyería resulta llamativo o es original, sobre todo porque en algunas de mis obras se trata de velas prendidas. El que sean velas usadas, prendidas y apagadas, fue deliberado porque buscaba que represente algo que sucedió; las velas son un testimonio de algo que pasó, como una celebración. Busco que queden así como para recordar ese evento cada vez que se ve, y que sea blanca, como uno de los broches presentados en «Amuletos» que es testimonio de haber hecho un pedido.
Lo de «Cucharas» tuvo que ver objetos relacionados con una historia del pasado y quise tratar de velarlos para poder despedir esa experiencia.
También trabajé la vela en los collares-pin articulados, cuyo pábilo prendí puesto, y tienen calotas en plata y en bronce; son los que se vieron en la exhibición «Mirar» que realicé junto con Florencia Caligiuri-. Me encantaría que algunas de estas piezas se prendan fuego y dejen una marca pero obviamente todavía tengo que trabajar y ver bien cómo llego a esa instancia. Es difícil, además de la técnica y el objetivo, decidir que una pieza se transforme en otra porque se corre el riesgo de que el resultado no guste; sin embargo, esto forma parte del proceso creativo.
Las velas hablan mucho del tiempo transcurrido y, también, me interesa particularmente cómo el tiempo pasa sobre las cosas, sobre los materiales, las telas.
“Es difícil decidir que una pieza se transforme en otra porque se corre el riesgo de que el resultado no guste; sin embargo, esto forma parte del proceso creativo”.
Atesorar para crear
_¿Juntas y guardás muchas cosas?
_Atesoro objetos y los guardo en un archivo separados por material para después usarlos. Para mi serie «Imaginería para armar mi propia religión» realicé unos estandartes como una manera artística de guardar o archivar algunos de esos objetos que bordé entretelas. Fue una respuesta al cuestionamiento de cómo usar el objeto sin que sea el objeto en sí mismo, en una forma de personalizarlos, fijándolos o momificándolos a través del bordado. Las telas funcionaron como una veladura de los objetos, que así dispuestos son como tótems.
Hacer este trabajo me llevó a hacer exvotos con la misma forma. Y comencé una serie o conjunto que formó un artefacto nuevo y que puedo llevar a otro formato. Todo derivado de los altares que en su mayoría tienen conllevan el efecto de repetición y acumulación, una dinámica que traslado a mi trabajo: genero una imagen que después repito y la paso a todos los materiales posibles para ver qué voy descubriendo.
“En mi trabajo, genero una imagen que después repito y la paso a todos los materiales posibles para ver qué voy descubriendo”.
_¿Aplicás técnicas de joyería?
_Para el último trabajo el que ganó el concurso «Anillos» -convocado por Taller Eloi y el departamento de Metalsmithing de la Cranbrook Academy of Art- sí apliqué la técnica de cincelado, pero no necesariamente uso técnicas de joyería. Estuve haciendo bordado que no había hecho hasta el momento y ahora estoy experimentando con cerámica y esmaltado pasando estos artefactos que incluí en los estandartes.
No me limito ni me lo planteo como meta pero cuando llego a piezas que resultan portables me pongo muy contenta, como «Sarcófago de mano», que además resultó el primer premio del concurso «Anillos».
“Aplico la técnica de cincelado, pero no necesariamente uso técnicas de joyería. Estuve haciendo bordado que no había hecho hasta el momento y ahora estoy experimentando con cerámica y esmaltado”.
_¿Cómo es «Sarcófago de mano»?
_Es una pieza que se dio en dos partes. A partir del anillo de mi bisabuela que mencioné, delineé su contorno y lo cincelé para darle volumen y una vez que logré que el volumen contenga el volumen del anillo original lo cerré. Pasé por varias etapas, en un principio quería dejar el anillo adentro pero me di cuenta que en la mano generaría ruido y se iba a transformar en un cascabel pasando a ser otra cosa.
Dejarlo adentro implicaba no solo un desprendimiento y hasta un sacrificio sino que también esa iba a ser una forma de atesorar. Pero tenía más sentido generar la inquietud de si el anillo estaba o no adentro que efectivamente guardarlo. Fue una pieza que se construyó en comunidad, como todas las que se generan en la clínica de Eloi, sumando opiniones y hasta el nombre que se dio por sugerencia de un profesor. Lo bueno fue que a medida que se daba ese paso a paso, todas las resultantes tenían potencial o posibilidades de diversificación, pero por cuestiones de tiempo lo pospuse.
Premios y proyecciones
Ahora trabajo en ese paso a paso, para postularme a Schmuck. Se trata de una serie que incluirá una réplica de un anillo también heredado, otro con una tapa cincelada, otra recortada, otro con dos tapas con bisagra que se abren para contener el anillo primero y el último cerrado, y dos van a ser prendedor y collar. La idea es mostrar todas las etapas por las que pasa el anillo hasta convertirse en su propio sarcófago.
En el trabajo también voy descubriendo cosas, por ejemplo, haciendo fotos advertí que los anillos son como la sombra de sí mismos, generan una imagen de vida-muerte, de gran contraste, dando la impresión de que hasta estoy haciendo la sombra de algo que fue, incluso hasta por el tono ceniza de la plata envejecida con la pátina y, a su vez, por el golpe del cincel que le da una textura o profundidad únicas.
Esta es mi primera serie de piezas cinceladas para llevar en el cuerpo. Ya había aplicado la técnica en exvotos. Ahora los retomé con la intención de replicarlos en otros materiales como piezas sueltas fuera del estandarte, como mencioné, y también estoy haciendo otros bordando textiles, como ropa de mi bisabuela. Todo el tiempo voy y vengo con las obras incorporando o llevándolas a otros materiales o aplicando otras técnicas.
Vale mencionar una selección de «Anillos», que incluye Sarcófago, también se expondrá en Pratt Institute Jewelry como parte de NYC Jewelry Week en noviembre próximo. Además de los anillos expuestos en Galería Eloi, estoy trabajando en otras dos piezas, una para una alianza guardada y una más para otro anillo, así que van cuatro sarcófagos joyeros a esa expo.
En estos últimos tres años lo más transformador que me pasó en la escuela Eloy fue entender que el tema que me interesa lo puedo profundizar lo más posible, y para esto allí cuento con la guía y el estímulo para lograrlo. En la instancia de clínica, ponemos en común la obra en proceso y recibimos devoluciones, opiniones, descubro cosas que no había advertido y se da una construcción colectiva interesante, aunque el trabajo sea individual. Fue a partir de ese ámbito que me animé a profundizar en mi interés por los altares; es que advertí que detrás de esa acumulación de objetos que se ve en los altares hay una historia que puede ser contada, expresada.
“Todo el tiempo voy y vengo con las obras incorporando o llevándolas a otros materiales o aplicando otras técnicas”.
_¿Por qué elegiste centrarte en los altares domésticos, en qué consisten y para qué o qué buscás en y con ellos?
_Me atrae la forma aleatoria con que se organizan las cosas, tienen elementos en común que se repiten tanto en los que se ven en instituciones, puertas adentro o en los de la ruta. Lo elegí como tema para la tesis de del final de la formación en la escuela de joyería y, como parte de mi investigación, hice una encuesta para ver cuáles eran los elementos que se repetían y descubrí que en un altar siempre había: una vela, una piedra, un incienso que genera humo o un perfume generalmente de flores y una imagen que puede ser tanto religiosa como de algún familiar. Concluí que con estos cinco elementos ya tenés un altar.
Obsesión por los altares
Mi primer altar lo armé intuitivamente con una vela y me preguntaba cómo habría sido el altar de mi bisabuela por eso comencé a investigar en ese modelo arquetípico. Y con esto creé una serie de piezas, un set de charms -pequeños accesorios que se enganchan en un collar o pulsera y que junto con una banda conforman la pieza de joyería- con una vela, una piedra, esta que simboliza un incienso, la flor y la imagen, en bronce unidos por un lazo de gamuza. Mi idea es que cada uno se arme su propio altar joyero. A partir de estos cinco dijes se pueden sumar otros que tengan que ver con cada uno. Me encantaría que muchos de los que se llevan este set me muestren cómo lo completaron.
Con este «Altar de viaje» participé del Desafío Joyería & Viajes de Tincal lab expuesta en el Centro Cultural Bombarda, en Oporto, Portugal.
Yo tengo mi propio altar que son objetos que traigo de distintos viajes, como esta pieza del carnaval de Jujuy. Y este altar lo representé con una pulsera.
Esta temática de los rituales diarios también la presenté en «La belleza en la vida cotidiana», una propuesta curada por Jimena Ríos y Rodrigo Acosta finalmente vista en Melting Point Valencia 2023, e incluyó un altar con una edición de ex votos con sus cirios. Se trató de miniestandartes de viaje con su respectivo ensamble de objetos que derivaron en nuevos artefactos acompañados de sus velas y exvotos. Ahora sigo trabajando para agrandar la colección de estandartes con la ropa de mi bisabuela.
A propósito, en un workshop de Rodrigo Acosta fue la primera vez que tomé un anillo de mi abuela, lo cosí en una tela y lo atrapé. Aunque hablamos de mi obra y la relación con los rituales, lo fúnebre y el contacto con lo pasado, no tomé real consciencia de ese trabajo. Y un año después, haciendo los anillos sarcófago me di cuenta que eran el efecto de mi reflexión en ese taller.
“Los altares domésticos me atraen por la forma aleatoria con que se organizan sus cosas, tienen elementos en común que se repiten. Por eso los elegí como tema para la tesis de del final de la formación en la escuela de joyería”.
_¿Con esta simbología materializas tu propia religiosidad?
_«Imaginería para armar mi propia religión» fue una obra que se materializó en una serie de estandartes bordados.
Mi referente es el artista brasileño Arthur Bispo do Rosário a quien admiro mucho. Vivió durante la mayor parte su vida en una institución psiquiátrica de Río de Janeiro, donde creaba obras de arte con objetos encontrados, en respuesta a una revelación en la que Dios le pidió que haga un inventario para el día del juicio final. La descripción, la repetición y el ensamble de objetos son algunas de las características de su trabajo que me influencia. Envolvía objetos y los reproducía, les escribía el nombre bordado, una idea de la cual partí para hacer empezar a hacer mis estandartes. Mi obsesión por los altares, las velas y los objetos acumulados hoy se manifiesta de esta manera.
La religiosidad me atraviesa hoy y trato de hacer una bajada que se parezca a algo pero que, a la vez, no esté imitando algo que ya existe.
No sé si mi trabajo siempre se va a referir a esta temática pero sí creo que siempre va tratar de profundizar la relación de las personas con los objetos: por qué algunos son más importantes que otros, por qué a veces no están relacionados con lo material ni con la historia de cada objeto, qué hace que decida qué objeto es basura y otro sagrado. Este es mi interés, que en esa obra se convirtió en imaginar mi propia religión. Veremos cómo evoluciona.
Como lenguaje del arte
_¿Usás técnicas que tienen que ver con el arte en general?
_La joyería es un lenguaje más del arte, no está separada. Por eso, no me limito a hacer piezas de joyería portables o que sean más obvias o clásicas. Creo con telas, bordados, cerámica. Ahora estoy construyendo objetos con cera. También trabajo con ensambles.
Hoy hay muchos artistas joyeros que históricamente ya construyeron en materiales diversos, no convencionales, y eso está bueno.
“No me limito a hacer piezas de joyería portables o que sean más obvias o clásicas”.
_¿Te definís como joyera?
_Sí soy joyera y no siento que eso me limite. Tal vez limita para afuera o para quien ve mi obra que puede decir que no es joyería, pero no tiene que ver con que sea joyera y que como tal puedo hacer de todo o todo lo que hago; más bien eso tiene que ver con el conocimiento del otro.
Es muy lindo tener un tema que me gusta porque lo puedo profundizar y convertir mi mundo de interés en una oportunidad y aplicarlo en cualquier convocatoria. Mi trabajo sostenido me dio mucha confianza, adquirida después de mucho profundizar, insistir y repetir. Hasta una cuchara puedo llevarla a mi universo y reversionarla trabajándola con mis materiales, todo con la misma energía, así adquiere sentido dentro de un todo.
Estoy enfocada en hacer piezas enmarcadas dentro de mi temática de investigación: la relación de las personas con los objetos y por qué éstos son sagrados o no.
No se trata de a dónde quiero llegar sino trabajar para ir descubriendo nuevas cosas. Por esto o para esto, siempre sigo con mi formación a través de diversos talleres, continúo tomando clases en Eloi.
“Estoy enfocada en hacer piezas enmarcadas dentro de mi temática de investigación: la relación de las personas con los objetos”.
_¿Pudiste responder a algunas de las inquietudes o hipótesis de trabajo que te planteás?
_Las preguntas son abiertas, siempre retóricas. Para responder a esas preguntas me falta mucho camino, mucha información, seguir preguntándome y preguntarle al otro sobre su relación con los objetos. No obstante, sus respuestas pasan por ir descubriendo nuevas cosas en el trabajo. En ese sentido, participar de convocatorias a concursos o muestras, por ejemplo, me ponen un límite que necesito para ordenarme y no irme por las ramas.
De todos modos, sí me respondí muchas cosas respecto de mi propia relación con mi trabajo: cómo me lo tomo, el tiempo que le dedico. Así, entendí que lo importante es trabajar y hacer mucha obra; la mayoría es descartada en el camino, pero que no hay otra manera que trabajar para obtener un resultado coherente; siempre es re difícil el contexto y la vida en general, pero sin excusas hay que darle el espacio que se merece para que tenga sentido. Después, las preguntas respecto de mi trabajo van a seguir siendo abiertas para seguir profundizando y trabajando, valga la redundancia.
“Lo importante es trabajar y hacer mucha obra… no hay otra manera que trabajar para obtener un resultado coherente”.
_¿Disfrutás de ese proceso?
_A veces sí y otras no. El último trabajo de los anillos sarcófago sí lo disfruté un montón, me encantaron, fue un trabajo orgánico y coherente, también gracias a la ayuda de mi maestra Jimena Ríos, que me orientó bastante sobre guardar en tela -primero, partir de trabajo con Rodrigo Acosta, como mencioné-, y luego en metal; siempre con la idea de atesorar.
En este proceso advertí cómo una cosa lleva a la otra, y todo lo que hago y estudio me sirve para seguir profundizando, por eso insisto mucho en trabajar y estudiar. Es la única manera de que el trabajo sea gratificante, cuesta mucho pero vale. Hay que darle tiempo al trabajo en medio de muchas otras obligaciones, dejar que madure y no apurarlo de manera ansiosa, hay que atravesar el proceso para que el mismo trabajo se exprese o manifieste.
“En este proceso advertí cómo una cosa lleva a la otra, y todo lo que hago y estudio me sirve para seguir profundizando”.
_¿Seguís dando clases?
_No, hace tiempo. Empecé a dar clases de joyería básica para aficionados. Lo hice hasta la pandemia y me di cuenta que ya había dado todo lo que sabía por eso era momento de formarme y estudiar mucho más. Sentí que tenía que aprender más, que tenía mucho por aprender. Y me di cuenta que mi ambición de trabajar en joyería haciendo obra no la podía llevar a cabo. Por eso reconfiguré mi sistema de trabajo y decidí volver a estudiar aprovechando la oportunidad que me dio Taller Eloi. El lugar de alumna me sienta muy bien, me encanta y hay tanto por hacer, aprender y mejorar ya que la joyería tiene técnicas que llevan mucho tiempo de desarrollo.
Estuve muchos años trabajando con cera, hace tres años que volví al metal directo, a los sistemas y, en particular, con el cincelado. Ahora estoy trabajando en plata y empezando a animarme a manejar oro, además de una línea más comercial, como el set de charms para los pequeños altarcitos para llevarte de viaje que son en bronce y plata. También me encantan las piedras facetadas. Hay algo de la joyería clásica que me reconquistó. Ahora interesada en aprender a hacer bien engarce y manejar mejor la parte constructiva de una joya.
Me encantaría hacer residencias; en poco tiempo voy a ir a Tilcara a hacer una investigación de los altares con ofrendas comestibles que se hacen en la zona del NOA con la joyera Josefina Puch, de Río de Plata, para seguir ampliando el alcance de mi tema.
En breve aprovecharé la plaza en el taller que en octubre próximo dará Iris Eichenberg en Eloi; me interesan estas instancias formativas -como la que dio Manon van Kouswijk el año pasado en la que intervine bolsas plásticas con fuego y resultaron piezas interesantes- porque después decantan y surgen proyectos muy enriquecedores como el que mencioné.
Más allá de este tema, no se si por el momento me interesa buscar otro porque no va por un solo carril. Hay mucho contenido entro del mismo tema, como el de las ofrendas comestibles, Me siento cómoda en eso y sé que puedo profundizar mucho más.
“Me di cuenta que mi ambición de trabajar en joyería haciendo obra no la podía llevar a cabo. Por eso reconfiguré mi sistema de trabajo y decidí volver a estudiar”.
Entre investigaciones y estudios
_¿Estas investigaciones siempre derivan en materializaciones?
_Sí claro y casi en paralelo voy haciendo una bajada joyera, como en el set de charms y sus cinco elementos que, mientras iba recolectando la información, los iba haciendo en cera, arcilla, metal, tela y hasta en bordarlo. Es que también se investiga con las manos. Es una manera de visualizar y probar. Tengo claro cuál es mi interés pero no siempre tengo claro la pieza a la que quiero llegar.
Pienso más de lo que hago, entonces me cuesta bajar a la materialidad, pero me gustaría hacer más porque es la manera de encontrar más cosas.
Por otra parte, hago piezas por encargo, otras en oro reciclado con piezas de mis 15. Sorprende pero es un desprendimiento habitual entre los joyeros, porque tenemos la capacidad de poder cargar las piezas con el trabajo y eso es una transformación importante. Uso ese oro como un capital que me permite crear. Agarro ese material que tiene que ver con mi historia para seguir contando otra historia y que también es mía. De todos modos, reconozco ese nivel de sacrificio que implica hacer piezas de joyería, ya que en algún momento desaparecen de nuestro ámbito; todavía estoy en proceso de aceptarlo. Tengo que pasar un tiempo con la pieza hasta que siento que ya se puede ir y listo.
“Los joyeros tenemos la capacidad de poder cargar las piezas con el trabajo y eso es una transformación importante”.
_¿Tu trabajo como joyera es prioritario?
_Mi trabajo como joyera es prioritario pero no es lo único que hago. Estoy en un muy buen momento de mi práctica al que no fue fácil llegar. Un proceso en el que estuvo bueno arriesgarse porque implicó un compromiso muy fuerte. Hay que animarse a transformar una pieza que tiene mucha carga histórica y familiar y de repente destruirla, rasgarla o quemarla porque supone correr un riesgo; sin embargo, permite dar un poco más y moverse de los lugares conocidos. Mi método de trabajo pasa por repetir, una acción que podría sentirse cómodamente peligrosa porque puede llevar a quedarse ahí y terminar haciendo siempre lo mismo.
También, parte de mi trabajo incluye dedicarme a una línea más comercial. Tengo en producción una serie de candelabros que forman parte de la investigación de los rituales y celebraciones. Los hice pensando en que puedan ser heredables. La joyería te permite experimentar más allá del objeto, y agarré tres velas, las puse arriba en papel manteca, dejé que se derritan y reproduje esa huella en una chapa de bronce a la que apliqué pintura poliuretánica y así se convirtió en el soporte de ese candelabro.
Todas mis piezas son hechas con método y tienen la energía de una pieza que bien pudo pertenecer a mi abuela… Busco hacer objetos de calidad que acompañen la historia de la gente, para que quienes los adquieran se sientan identificados, los hagan suyos y pretendan que sigan presentes en sus futuras generaciones. Esa sola idea me llena de alegría.
Aún cuando el material es efímero, como la vela, siempre queda algo, como se ve en las piezas de «Cucharas» -reproducciones de una muy especial- que se queman pero siempre queda algo en su base de bronce patinado que después puede continuar…; la cuchara tiene un formato que parece destinado a la vela, y hasta genera su sombra. Estas son todas observaciones que se descubren en la práctica, en el trabajo, compartiendo e intercambiando ideas.
Otra línea de candelabros que hice es desmontable. Surgió en plena pandemia cuando no se podía soplar, entonces el soporte estaba por fuera de una torta; los hice pensando en lo lindo que sería que todos los cumpleaños se celebren con este objeto, dando la posibilidad de que se cargue con la historia de una familia. La intención con que se hace una pieza de joyería es tan importante como el material y el formato.
Por eso, me interesa hacer piezas de calidad y con significado. Es que la calidad no se la da solo la hechura o el material con que está hecha una pieza u objeto sino la intención con que se realiza y con el tiempo dedicado. Estos son valores alineados con el conservar y usar hasta el final y que lo usen los demás, lo cual es muy importante para mí porque no se trata de la pieza en sí sino de todo lo que conlleva o genera alrededor. Me encanta hacer cosas nuevas que parezcan viejas y que puedan tener una historia.
“La intención con que se hace una pieza de joyería es tan importante como el material y el formato”.