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Taller Abierto de Celedonio Lohidoy
Cuenta cómo es el lugar donde se conecta con la materia que le permite generar una energía especial sobre sus piezas de joyería
Su taller está en un edificio antiguo de techos altos y molduras ubicado en Recoleta, un espacio donde la luz natural del sol lo acompaña durante sus muchas horas de trabajo.
A mano, tiene pinzas, taladros, una morsa y otras herramientas porque además de hacer joyería hace objetos de deco. “Todo lo que sea materializar me hace muy bien. Lo primero es conectar con la materia, que me encanta, y así logro hacer visible lo invisible”, dice el arquitecto y joyero Celedonio Lohidoy.
Y eso invisible, eso que no miramos es la naturaleza, señala, su debilidad o, más bien, su fortaleza, porque desde hace décadas consigue materializarla de manera única.
Su atracción por la naturaleza es innata. Recuerda que de chico pasaba horas absorto mirando el campo, tanto que hasta se olvidaba de comer. Se graduó y trabajó como arquitecto y decorador de interiores por muchos años hasta que empezó a “hacer cosas con las manos” a otra escala.
Un concurso le dio la oportunidad de exponer en Nueva York piezas en las que usó lo que nadie utilizaba: hojas, esqueletos, huesos, recortes de telas, botones, pasamanería, cristales, alambres y hasta esponjas de acero. Y así arrancó con el universo Celedonio: collares, anillos y pulseras que, desarticulados, son objetos cotidianos o, a veces, de desperdicio.
Reconoce que junta muchas cosas que le van gustando. Y no duda en resaltar que el valor agregado de su obra está en la energía que sus manos imprimen en cada objeto no en los materiales en sí, que hablan o sirven en la medida en que lo ayudan a comunicar algo.
Mundo fantástico
Mariposas de metal, libélulas de tela, broches con insectos que parecen picar, collares que se enredan como tela araña o trepan en el cuerpo como el musgo. Un mundo fantástico que se refleja en su espacio de trabajo y se transmite a través del hacer de sus manos.
Al igual que su local todo es escenográfico, con piezas prometedoras que un día decide reunir y crear una joya contemporánea. Su obra es claramente orgánica y hasta barroca, con especial y delicado reflejo del mundo vegetal y animal, cuya caprichosa sinuosidad y evidente libertad reproduce con una composición única.
Mientras recorre su taller y señala rincones que encierran historias curiosas admite que le gustaría mudarse al Microcentro porque necesita un lugar más grande.
Cuenta que lo que hace es el resultado de una conexión con el deseo. “En particular, con la naturaleza y sus inmensos detalles. Intento recrear instantes y las emociones que generan a través de la joyería.
Materializar lo etéreo
“Utilizo los materiales que me permitan, valga la redundancia, materializar y mostrar algo tan etéreo como una idea. Para esto trato de conectar con los elementos. No elijo aquellos que tienen una carga energéticamente triste. Me gustan mucho las piedras, el barro, los alambres y el hierro por su nobleza, determinación y hasta su bondad de ceder ante el óxido. Voy por todo material que me permita expresar, que me sirva para contar mi historia, mis emociones.
Joyería de su tiempo
“Y esto lo hago hace ya 35 años, con más de 20 experimentando con la joyería contemporánea. Esa joyería que revela mi tiempo. Toda joyería es contemporánea a su creador.
“El valor de mis joyas está en su energía. Esa onda o magia que deposito sobre las piezas, la misma que logra el artesano sobre un objeto, más allá de con qué están hechas. Creo que mis piezas tienen la magnitud de entalpía. Es un fenómeno que se da por ejemplo ante un cuadro donde el material es secundario porque se admira la esencia”.
Dice que tiene su método de trabajo y que sigue técnicas que le permiten trabajar y seguir adquiriendo experiencias. “Con los años aprendí a tener diferentes miradas”. Pero lo suyo es “la contracara de la máquina, no las tengo en cuenta, todo está hecho de manera manual, en forma artesanal”.
A su vasto universo dirigido las mujeres ahora suma una colección para hombres hecha con cadenas, que podrán ser utilizadas en diferentes partes del cuerpo.
Además, está trabajando en el diseño de alfombras. “Considero que una joya está a nuestro alrededor todo el tiempo. No solo es una pieza portable sino que también puede ser un objeto de decoración. Este mix de objetos o saberes se da en la fusión de marcas en la que ahora trabajo, un proyecto con esa entalpía a la que me refería se ve en Celedonio para Kalpakian Casa.