Apuntes | Notas
“Cuando las manos trabajan, el espíritu deambula y la mente imagina”
Gualicho, lo último
de Inés Bonadeo

Con una colección de piezas contemporáneas que se suman a las de joyería, Inés Bonadeo lanza «Gualicho». Esta obra pone en valor y actualiza el universo mapuche y también se inspira en los accesorios gauchescos.
Esta artista joyera destaca que busca reivindicar la fantasía y la posibilidad del armado de una historia propia y la sostiene con un relato visual telúrico, en el que propone el uso deconstructivo de piezas hechas en alpaca y bronce.
Conocé esta “historia de empoderamiento e identidades reforzadas” y por qué sus piezas tienen un poder simbólico y artesanal que generan hechizo.
“Un grupo de mujeres trabaja con sus manos. Forjan, sueldan y arman piezas de metal. Sus cuerpos conocen el oficio y trabajan en un estado de meditación profunda. Cuando las manos trabajan el espíritu deambula, la mente imagina mundos lejanos y posibles. En esta colección reivindicamos la fantasía y la posibilidad del armado de la propia historia y el propio relato”, cuenta Inés Bonadeo de su última colección de joyería contemporánea y accesorios «Gualicho».
“«Gualicho» sucede en un contexto telúrico, con una puesta que remite a las tradiciones argentinas pero no termina de tener tiempo ni ubicación identificables. Presenta un tipo de mujer que vive en una atmósfera recia, sensual, fantasiosa y diría que son de temer. Hasta podría asegurar que huyen de algo o alguien y juntas sortean controles y límites”.
Un relato que se materializa en una serie de piezas únicas, hechas a mano, con que la artista joyera busca poner en valor nuestra cultura ancestral originaria.
“Me inspiré en las formas de la joyería mapuche y de los accesorios gauchescos. Ambos universos se cruzan y mezclan mucho.
“Me interesó establecer un contacto con esa esencia que de alguna manera nos constituye, a mí particularmente porque fui criada en el Interior, en Sierra de a Ventana, en contacto con la montaña, donde pude absorber la expresión cultural gauchesca, con sus jineteadas, por ejemplo, y, sobre todo, captar cómo operan los accesorios derivados de culturas ancestrales originarias en esa y otras prácticas descendientes.
“Fundamentalmente, busqué reivindicar y actualizar el universo mapuche. Por esto, se destaca el trarilonco, pieza de cabeza en la que se basa el casquete que presentamos, el cual tiene un poder simbólico muy fuerte y nos lleva a conectarnos con nuestros antepasados”, señala.
Relata que gualicho en un concepto mapuche que fue adoptado de diversas maneras. Una de ellas es la acepción argentina de embrujo o hechizo.
“Me lo apropié para dar la posibilidad y oportunidad de construir un gualicho artesanal que permita armar piezas con un significado personal.
“Presento mi gualicho y propongo que cada una también lo haga suyo y se involucre para crear su propia pieza, esa que va a llevar sobre su cuerpo. Aunque quien la use no sea quien la haya hecho sí será quien la pueda usar y combinar de manera personal”, invita.
“Pretendo que no sea un accesorio o una joya más sino que tenga el poder simbólico de nuestra historia. Los nombres de las piezas de esta colección remiten al lunfardo gauchesco y sin duda tienen que ver con la irreverencia, la rebeldía y lo indómito que define la cultura de la que somos parte”.
“En esta colección reivindicamos la fantasía y la posibilidad del armado de una historia propia”.
Piezas de inspiración mapuche
Para «Gualicho» eligió trabajar en alpaca y bronce porque los considera metales “resistentes, accesibles y cotidianos” e incluyó de botones antiguos de nácar rescatados de una mercería en remate que le dan un toque iridiscente distintivo.
Es una colección de piezas contemporáneas que se suman a las de joyería, con una cantidad acotada pero de formas contundentes.
“Hay brazaletes, aros, anillos y también broches para usar como gargantilla y como accesorio de zapatos y sombreros. Sumé fajas y cinturones similares a las rastras gauchescas, que cuentan con dos piezas laterales que unen el cuero con el metal y están conectadas entre sí a través de cadenas construidas según el saber mapuche, es decir, con argollas unidas por eslabones planos con flejes o cintas de metal; las presentamos como corpiños o tops, entre otros usos, con la intención de habilitar la posibilidad de jugar.
“Además, hay varias piezas de mano del tipo armaduras, con cadenas que acompañan el movimiento de las manos; muchos aros articulados, y una pieza liga-portaliga con cadenas”, detalla.
Buscó romper con los usos convencionales ofreciendo una alternativa deconstructiva. Así presenta piezas para llevar en distintas partes del cuerpo, como la pierna, tanto directamente sobre la piel como sobre la ropa, y en accesorios, como sombreros.
La estética de la colección exhibe un relato visual que deja entrever cómo son las mujeres Gualicho.
“Construyen con mucha fuerza, trabajo e inteligencia artesanal piezas hechas con sus manos en su taller. En ese proceso de creación van imaginando mundos posibles que pueden habitar, como modelos o personajes protagónicos fuertes de sus propias historias o relatos.
“Queda abierta a la imaginación si eso que armaron es real, fantasía o un gualicho… La intención es jugar con la construcción del personaje que uno quiere encarnar y del mundo que quiere habitar.
Ese relato visual se registró con las fotos de Camila Lavalle, el estilismo de Segundo Etchebehere y el maquillaje de Barbie Mendoza, y las protagonistas de esta “historia de empoderamiento e identidades reforzadas” son Juana Cravero, Leta Cirulli y Cande Agüero.