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Taller Abierto de Sol Ríos


La diseñadora y joyera estrenó taller en Florida. Un espacio de coworking donde desarrolla sus piezas y proyecta experimentar con otros materiales

Sol Ríos estrenó taller. Se trata de un espacio de coworking ubicado a una cuadra de la estación Florida, en Vicente López. Es un lugar de trabajo compartido con otras tres mujeres que desarrollan distintas disciplinas.

Inicialmente fue concebido como un local. Desde el primer día acordaron convertirlo en un lugar donde querer estar y sentirse cómodas, como en casa, dice. Para eso, decidieron cambios, lo transformaron y la madera pasó a ser la gran protagonista. “Cada vez que abro la puerta, siento como que el perfume de la madera me saluda. También, este espacio nos encanta porque tiene un patio que nos permite estar y trabajar a cielo abierto. Cuenta con una gran vidriera que facilita la entrada de luz natural; justo ahí está ubicado mi banco joyero”, señala.

Muestra que cuenta con las herramientas propias del oficio para cortar, dar forma y soldar metales. Y la última que sumó es una pulidora de tambor que le ayuda a acelerar los procesos, sobre todo, en las piezas más comerciales. También, como diseñadora de indumentaria, dispone de tijeras varias y máquinas de coser recta y overlock.

Comenta que su trabajo tiene un carácter intimista, mediante el cual expresa de manera consciente, a veces no tanto, experiencias y sentimientos propios pero que, a la vez, son comunes a muchos otros.

“Son experiencias que radican en la infancia y en la influencia que tuvieron mis abuelos en mi vida. Me interesan los oficios, la costura a mano y el tejido, en procesos que llevan un tiempo determinado que excede a los permitidos por las dinámicas actuales. Oficios que de niña formaban parte de un juego con mi abuela, por ejemplo, como coser vestidos para muñecas o hasta mi primera carterita de tela… ella estudió corte y confección y era la encargada de hacernos la ropa que usaba en los  momentos fundacionales de mi vida, como las batitas de bebé, mis cumpleaños y la comunión, entre otros acontecimientos. Mi abuelo amaba pintar y después que se jubiló dio clases de pintura en su casa; se dedicaba a hacer los moldes y dibujos que luego serían bordados; también era el especialista de los moños con lazos para los vestidos… En mi adultez, al volver a entrar en contacto con estos quehaceres y oficios, de alguna forma ese tiempo se detuvo y resignificó.

“Para mí, es una especie de meditación activa, en la que me sumerjo en el hacer. También creo que estas técnicas y el tiempo que implican, cargan de una determinada energía a las piezas. Mis trabajos generalmente llevan muchas horas de construcción.

“La pieza «Escapulario. Belleza de la vida cotidiana», por ejemplo, implicó un verano completo, casi 90 días en los que hubo muchos momentos de destejer y volver a empezar, de incertidumbre, de no saber si los hilos de bordar de mi abuela con los que estaba tejiendo me iban a alcanzar…; siempre hay momentos donde el sufrimiento aparece, el miedo a no llegar. Evidentemente tengo un tema con el tiempo, me cuesta ordenarlo y administrarlo. Soy muy detallista y obsesiva”, admite.

Dice que le cuesta explicar por qué hace obra. Reconoce que algunas cosas no se pueden poner en palabras o plantearlas de forma racional, “porque crear es como el amor..” También señala que le cuesta entrar y salir de los trabajos, “muchas veces me pierdo en mis ideas sobre qué pieza hacer, determinar cuando está lista o con cual retomar… Tengo grabados los recuerdos sobre los procesos de trabajo, es una sensación inexplicable; puede ser una forma de volver al pasado y hacerlo presente.

“Es que la nostalgia es un elemento muy evidente en mi trabajo, junto con el tiempo y sus distintas apreciaciones; quizá esa sea una forma de explicar el por qué hago obra. Soy cuando estoy haciendo con mis manos, en ese momento es cuando encuentro un sentido y un rumbo. Una forma de resumir o de poner en palabras mi trabajo es: «Agradezco el poder y la memoria que tienen las manos. Y a mis abuelos por enseñarme el camino de los oficios»”

Recuerda que lo suyo arrancó en 2008, a los 23 años, cuando encontró un collar fabricado por su bisabuela “la catalana” hecho con la técnica era tejido con cuentas. “No recuerdo exacto cómo llegó a mis manos, pero mi abuela me lo dió junto con otros collares de metal, además de unas carteras”. Esta pieza me impactó y en lo único que podía pensar era en cómo había sido fabricado, por lo que  aprendí a tejer solamente para poder tejer con cuentas.

En ese momento recurrió a libros sobre oficios de los años 60, empezó a tejer y ya no paró; 14 años después sostiene que hay distintas formas de hacer esta técnica, según las cuentas que se usen, los hilos disponibles o los resultados que se pretendan.

“En 2015 nació mi hija y a sus 6 meses empecé a ir a clases de joyería en Taller Eloi. Buscaba aprender a trabajar con los metales para hacer un cierre cajón. Había tejido muchos collares con cuentas y no encontraba cierres que funcionaran con ese tipo de piezas. Me obsesionaba este tipo de cierre y no sabía que tan fácil o difícil resultaba hacerlo. Fue maravilloso encontrar este espacio porque no me desalentaron frente a la complejidad de las piezas. Advertí que como en todo hay se requiere de un proceso de aprendizaje para poder hacer. Para mis cumpleaños pido herramientas de joyería para poder trabajar en casa, y así fui sumando el soplete, el mandril de anillos, etc; en siete años armé el kit necesario.

Admite que le cuesta hablar de la producción artística y de joyería contemporánea, porque “todas las acciones, hechos y cosas que son llevadas a cabo en este tiempo son, indefectiblemente, contemporáneas, y ésta es una forma de quitarle sustento y significado”.

Considera que la joyería puede ser otra herramienta, otro lenguaje al servicio de las artes. “El llamar o determinar a la obra que se desarrolla como parte de la  joyería contemporánea, la despoja del sentido que tiene; un concepto que se ve reflejado en sus materiales, en la forma de ser construida o la técnica con que se realiza”.

Y explica: “El oficio de la joyería ejecutada de manera clásica involucra un proceso maravilloso, en el que aparece el fuego que todo lo transforma. Siempre refiere al cuerpo, a través de la presencia o la ausencia, lo cual puede ser un elemento representativo de una época o sociedad; y puede ser portable o no, además de que ofrece la posibilidad de trabajar en escalas tan distintas y con materiales diferentes. Asimismo, la joyería siempre acompañó al ser humano en sus rituales y estuvo cargada de significados”.

Atravesada por lo textil

Lo textil define su hacer y los materiales con que trabaja. Recuenta telas e hilos heredados de su abuela y su bisabuela, sobre todo, y repite que considera al tiempo como un material por el período de ejecución significativo que supone el tejido con o sin cuentas.

Usa cuentas de vidrio facetado para costuras, bordados, enfilado y telar de cuentas. Destaca que acaba de incorporar un material nuevo dentro de las fibras naturales como pelo natural de su familia. Además utiliza metales nobles, como la plata 925. Construye sobre chapas, hilos y flejes de metal, y plantea que tiene ganas de empezar a experimentar en cera.

Como los saberes son universales dice que ninguna de las técnicas que utiliza le son propias aunque reconoce que quizá exista alguna manera o forma de hacer personal en su proceso creativo.

Su última obra es «Piel de duelo», un trabajo a partir de los moldes de las batitas de bebé que hacían sus abuelos, a las que sumó el pelo de su marido e hija recolectado durante la pandemia de 2020 en un proceso de trabajo que continúa y al que suma otros materiales que va definiendo paso a paso

También es una obra que se expone la muestra «Joyas devocionales» que organiza la Associazione Gioello Contemporaneo de Italia. Y además resultó seleccionada para participar del Salón Nacional de Artes Visuales 2022.

Estoy en un momento muy particular porque estoy embarazada de casi 9 meses, y el tiempo cobra vida propia e inevitablemente impone sus prioridades y ritmos mas allá de lo planificado. También, estoy trabajando sobre una producción comercial para los meses en los que haré una pausa y sigo experimentando con las batitas, intentando no perderme en las ideas y sumergiéndome en el hacer, hasta llegar a ese momento en el cual el tiempo se detiene y la meditación comienza”.

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