Taller Abierto de Juan Vellavsky

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Taller Abierto deJuan Vellavsky


Su quehacer artístico se desarrolla entre Ingeniero Maschwitz y Parque Sarmiento, donde tiene sus talleres de joyería contemporánea y mucho más.

Es arquitecto, escultor, artista y se nota. La puerta de calle de su atelier en las inmediaciones de Parque Sarmiento está ilustrada, las paredes externas exhiben murales ocurrentes, en el interior todo es dibujo a mano alzada, mucha señalética en tiza orienta sobre lo que se hace en los distintos espacios de su taller. A la vista, fotos, frases, textos, recortes y deco en materiales recuperados, un ambiente de artista en el que se exhiben piezas terminadas, otras a medio hacer y bocetos de lo que quiere o proyecta.

Hace 20 años que decidió cambiar de escala y “concientemente diseño joyas, anteriormente lo hacía, pero todavía no era conciente de que lo hacía”, señala.

¿Por qué joyería contemporánea? Responde que no podría ser de otro modo, “si hago joyería, no es por la joyería en sí sino por la posibilidad de crear. La joyería es solo un medio para mí”.

Y lo hace en un taller organizado en diversas áreas: una está destinada a los acabados de los metales, donde trabaja con sus asistentes; otra es el showroom que -cuando no hay pandemia- se sienta a crear; en una tercera pone la resina en las piezas y se hacen los moldes de goma; dispone de un espacio semi-cubierto que está reservado a la fundición de metales, y cuenta con una cocina multiespacio, en la que se ponen las piezas en el ácido y se las neutraliza. Además, tiene una sala de esculturas, destinada a las piezas realizadas en sus 30 años de artista, y en una terraza instaló un depósito para sus materiales y más elementos.

Trabaja con máquinas, varios tornos colgantes, pulidoras, esmerilladoras, una máquina para hacer los moldes de goma o vulcanizadora, un horno de fundición, una bomba de vacío, un fundidor de metales, un receptáculo de vacío del arbolito, moladoras y variedad de herramientas, como fresas varias, limas, lijas, telas esmeriles, martillos, tas, alicates, pinzas, tenazas, destornilladores, punzones, soldadoras, paños de pulir y muchos más.

Pero esto no es todo. Tiene un segundo taller en el predio donde está su casa en Maschwitz, “solo para mí”, dice de su exclusivo espacio de creación, donde trabaja la cera y hace todo el proceso hasta convertirlo a los metales; el último proceso es el armado del arbolito y el yeso refractario para meterlo en el horno. Cuenta que próximamente tiene la  intención de trasladar la fundición de los metales a este taller, pero “no es tarea fácil -reconoce-, sobre todo porque yo construyo cada máquina. Acá no entra prácticamente nadie, es mi santuario”. Las máquinas de las que dispone en este espacio son una inyectora de cera, una bomba, una máquina de vacío para el yeso refractario, tornos colgantes y todas las máquinas necesarias para hacer escultura en madera. “Las herramientas aquí son infinitas y todas las que uso para la cera están hechas por mí”.

Los materiales que usa son metales no ferrosos, oro, plata, y latón, con los que trabaja tras aplicar su propio método, una adaptación de la cera perdida que generó para su necesidad creativa.

Sus máquinas de fundición también están hechas por él hace 15 años, con la ayuda de su amigo Favio Siganda y cuenta que acaba de readaptar su proceso de fundición para que funcione con un 100% de efectividad.

Con estos materiales, maquinarias, herramientas y métodos trabajo, como artista plástico trabaja con el concepto de obra y no de colección; sobre todo, a partir de pedidos. Y sigue con su serie de animalitos antropomórficos.

Además, en paralelo, está con un proyecto, “que no se lo puedo contar ni a mis perros, pero estoy muy con este tema, ojalá salga!”.


La Nave

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¿Qué se aprende en las escuelas de joyería contemporánea?

Salimos averiguarlo y hoy virtualmente llegamos hasta La Nave, el taller-escuela de Jorge Castañón.

Cuál es y dónde queda. El taller se llama La Nave porque funciona en la calle que lleva ese nombre en el barrio de Caballito, desde hace 30 años. “Es mi pequeño lugar en el mundo” dice Castañón. Se trata de una escuela en la que participa gente que tiene ganas de comunicar a través de una joya, que quiere encontrar los mecanismos para que su discurso tome forma de joya, al decir del maestro.

Cómo es. Es un lugar pequeño, pero con cientos de herramientas prolijamente ordenadas y los suficientes bancos de joyero para que las clases sean personalizadas.

Qué se enseña. La Nave es un espacio de pensamiento y de reflexión. Y Castañón lo explica: “Todo el mundo tiene algo para decir o tiene cuestiones sobre las cuales siempre está reflexionando. Y tal vez viene acá para ver si dándole forma de joya soluciona lo que le está pasando. Por eso, en principio no hace falta saber nada, si uno sabe algo de uno mismo, alcanza y sobra. Y puede que esa sea la potencia con la que salga esa joya, más allá de la técnica. Materializar algo parecido a una joya puede ser hasta fácil pero darle ese impulso vital es único. Si cada uno encuentra su lugar y su manera de decir, ya sea en este campo o en otros, yo feliz”.

“La joyería contemporánea tiene dos vertientes principales, en líneas generales: una se orienta según los criterios del diseño y, la otra, intenta transitar por una vereda vinculada más al arte. Mi intención de trabajo está por este último camino”, dice el maestro de la propuesta de La Nave.

Modalidad de trabajo. Se trabaja con hasta cuatro personas en clases de tres horas semanales. Se aprenden y utilizan las técnicas de la joyería tradicional, combinadas con otras, las escultóricas y plásticas en general. “Todo lo que sume, material y conceptualmente, a la construcción del lenguaje necesario para crear”. Hoy se reconvirtió en un espacio virtual, en el que se llevan adelante clases a distancia con seguimiento de proyectos personalizados.

Habilidades que se aprenden. La gente que va a su taller solo ganas de trabajar, conocer y conocerse, utilizando las técnicas tradicionales y no convencionales al servicio de lo que se quiere indagar y comunicar. “La técnica es algo que inevitablemente uno necesita porque la joyería tiene una columna técnica importante. Pero cuando uno quiere elaborar o crear algo que tiene la necesidad o la obligación de comunicar no alcanza con saber la técnica. Hace falta darle ese soplo de vida. Y si puedo ayudar me siento muy satisfecho”.

Meta. La idea es que cada uno encuentre la materialidad que le sirva para hablar de lo que siente que tiene que hablar. Muchos de los que pasaron por su taller ahora tienen una identidad propia, se destacan en sus ateliers, y su trabajo se exhibe en galerías y museos del mundo; no es el objetivo de la escuela pero es la principal consecuencia.

Perfil. Las personas que se acercan son muy heterogéneas. Su saber es indistinto, algunos con ningún conocimiento de joyería, otros con muchos; en general, con saberes en un sinnúmero de disciplinas que en definitiva pasan a integrar el bagaje personal y la base para la construcción de un lenguaje propio.

Actividades. El taller a lo largo de sus décadas realizó muchas muestras colectivas, como las vistas en el Centro Cultural General San Martín, el Museo de Arquitectura, la Galería Arte y Parte y la Galería La Casa de Al Lado, entre otras.

 

 

Fotos Gentileza Santiago Cichero/AFV  para La Nación


Escuela de María Medici

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¿Qué se aprende en las escuelas de joyería contemporánea?

Salimos averiguarlo y hoy virtualmente llegamos hasta el taller-escuela de María Medici.

Cuál es y dónde queda. La Escuela de Joyería Contemporánea de María Medici está en Niceto Vega al 4600, en Palermo Viejo, desde hace 22 años.

Cómo es. El taller es amplio, tiene dos salas: una para dibujar, hacer maquetas, corregir y dar las clases teóricas, y otra que es el taller de producción, con capacidad para 10 personas; se suma un tercer espacio igualmente importante que es un patio lleno de plantas que comunica el interior del taller con el exterior.

Qué se enseña. Se ofrece un curso en tres niveles. En el primero se incluyen varias técnicas que se desarrollan durante el curso donde cada alumna/o  propone sus proyectos según el método que se enseña, siempre con un acompañamiento personalizado de su trabajo para lograr que puedan expresarse y comunicar ideas y conceptos. Se trabajan las técnicas de metal directo y fundición a la cera perdida, con ceras rígidas y blandas, papeles, hilos, puntillas y elementos de la naturaleza encerados, entre muchos otros. En el segundo nivel se hace un pasaje por distintos momentos de la historia del arte para tomar conceptos y  llevarlos a una pieza contemporánea. También se acompaña con técnicas (modelado de acrílicos, resinas, grabado en ácido, etc. para ayudar a definir las piezas. Se considera que lo importante es que las ideas lleven a hacer la joya y aprender a trabajar desde el concepto. Y en el tercer nivel se define un tema por todo el grupo y se trabaja el curso sobre esa propuesta generando colecciones. A esta altura de proceso, que se desarrolla durante tres años, se cuenta con un reservorio de técnicas, y cada uno elige como quiere trabajar libremente, partiendo desde donde mejor pueda expresarse: la forma, el color o diferentes elementos que resuelvan la materialización del o los objetos del proyecto personal.

En la escuela también se organizan experiencias creativas puntuales. “Mediante trabajos con papel, cartón, reciclados de plásticos, textiles u objetos encontrados, se apunta al desarrollo de la creatividad desde un lugar menos encorsetado por las técnicas de joyería tradicional. Esto ayuda mucho a liberarse del pánico a la hoja en blanco, y a preservar el medio ambiente con una mirada más ecológica en nuestro quehacer como joyeros”.

“El taller escuela apunta al desarrollo de la creatividad desde un lugar menos encorsetado por las técnicas de joyería tradicional. Busca que cada uno ame lo que produce con las manos y se tome su tiempo para reflexionar, expresarse a través de los objetos o joyas que realizan y para disfrutar del proceso creativo”, dice la maestra del enfoque de su propuesta.

Foto Gentileza Santiago Cichero/AFV para La Nación

Modalidad de trabajo. “Jugar mucho, ser disruptivos, no atarse a nada, dejar que cada alumno disfrute y hable a través de su trabajo de la manera más genuina posible. Permitirse la prueba y el error. Al aprender a trabajar en grupo, aun cuando cada uno trabaje sobre su proyecto individual, intento que las clases sean participativas y todos podamos opinar sobre las piezas del otro con un análisis crítico positivo”. Hoy se reconvirtió en un espacio virtual, en el que se llevan adelante clases a distancia con clases más teóricas que prácticas, y con seguimiento personalizado de proyectos.

Habilidades que se aprenden. “A amar lo que producen con las manos y a tomarse tiempo para reflexionar, para expresarse a través de los objetos o joya que realizan, para disfrutar del proceso creativo  en compañía de otros”.

Meta. Cada uno decide qué quiere hacer con su trabajo, orientarlo al diseño con colecciones seriadas o a la pieza de autor para presentar en galerías de arte u otros espacios de exposición, muestras colectivas, concursos, ferias etc.

Perfil. Es muy variado, no se necesitan conocimientos previos ni formación dentro del campo del arte o el diseño. Eso genera muy buena energía al encontrarse personas  con diferentes conocimientos  y  vivencias  personales.

Actividades. Anualmente, se organiza una muestra con los estudiantes del tercer nivel junto con otros que siguen en el taller durante muchos años. Un trabajo que genera una vivencia de grupo especial, no solo por hacer sus joyas de autor para la exposición colectiva sino también porque implica la elaboración del montaje, la presentación de fotos, flyer y mucho más.

Fotos Gentileza Melisa Levin


Taller Abierto de Cecilia Capisano

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Taller Abierto de Cecilia Capisano


Tiene muchas puertas por abrir porque trabaja en dos talleres diferentes y complementarios. Cuenta cómo entre Sáenz Peña y Palermo desarrolla sus joyas contemporáneas

Trabaja en dos talleres propios que tienen dinámicas muy diferentes pero complementarias. Su primer taller fue el de su casa en Saenz Peña, en el oeste del Gran Buenos Aires, y fue creciendo en paralelo a sus estudios de joyería contemporánea. Es diseñadora gráfica de la UBA y estudió guión cinematográfico, formación con que logró una mirada sintética y conceptual y una resolución morfológica presente en su joyería contemporánea, disciplina a la que llegó de la mano de María Medici, Marina Massone y Francisca Kweitel.

Aún hoy sigue equipando este atelier. Hace 10 años comenzó con un banco joyero y fue sumándole todo tipo de máquinas y herramientas hasta el punto de pasar a habitar “un taller con casa, en vez de una casa con taller”, dice.

Cuatro años atrás, al inaugurar en el barrio de Palermo el local Capisano, en  Nicaragua 4627, tuvo la necesidad de montar in situ su segundo taller. Más pequeño y a la vista del público, le permite capitalizar el tiempo libre mientras no está interactuando con la gente que visita su local. Curiosamente, con el tiempo, observó que su proceso creativo y su dinámica de trabajo, estaba condicionada por características casi opuestas de ambos espacios.

El taller montado en su vivienda está equipado con máquinas grandes y pesadas. En cambio el taller de Capisano, sólo tiene herramientas medianas y torno de mano. Por eso, en el grande trabaja con máquinas que generan polvo, ruido y hasta olor. Es que lija, pule, suelda, hornea, cose y tornea, acciones que implican poner el cuerpo además de su mente. El tener todas las máquinas juntas, le permite improvisar en el hacer. “Trabajar al borde del caos, literalmente, saltar de una máquina a la otra… comenzar soldando en el taller y quizás terminar con otra herramienta en el patio al aire libre. Poner la música fuerte… ensuciar sin preocuparme por los rastros que voy dejando durante todo el proceso. Experimentar, colgar en las paredes, poner todo el proceso a la vista y analizarlo”, relata

En cambio, el orden y la diferencia de escala con el taller de Palermo hace que allí se enfoque más en el proceso de visualización, que es silencioso e interno.

“La visualización es muy inherente a mi formación inicial como diseñadora gráfica y es pilar fundamental durante mis procesos creativos. En Capisano, escribo mucho y pienso en imágines todo el tiempo. En mi mente cambio de materiales, de color, corrijo formas y sobretodo agilizo etapas. También descubrí que al estar enfocada en tareas mecánicas y repetitivas de finalización de piezas, mi creatividad fluye. Así es como muchas veces visualizo en mi mente una idea en Capisano, que luego bajaré y la pondré a prueba en el taller de mi casa en Saénz Peña”.

Trabaja con todo tipo de materiales. Experimenta y juega con cuero, resina, cera, cemento, vidrio, cerámica, bronce y otros metales, por ejemplo. Es autodidacta a la hora de vincularse con una herramienta, máquina o material nuevo.

Señala que conocer la manera correcta de aplicar una técnica nueva no la motiva en absoluto, por eso, reconoce que aprendió a acercarse a los materiales desde lo intuitivo, sin preconceptos. Estudia y experimenta con los límites de los materiales. Los fuerza, intenta romperlos, trata de sacarlos de su su confort. “Me interesa indagar tal como si les hiciera una primer entrevista. Saber cuánto puedo pedirles, preguntarles hasta dónde pueden estirarse sin quebrarse, doblarse sin romper, calentarse sin quemarse, sufrir transformaciones, sin dejar de ser ellos mismos. Así como también estudiar sus puntos de transformación totales, llegando incluso a no poder ser reconocidos”.

Admite que casi nunca toma un curso de técnica, porque dice que la teoría muchas veces la limita y se siente más libre conociendo menos. Sin embargo su fuerte es mezclar técnicas que reinventa. “Surgen más errores, nuevas oportunidades, nuevos lenguajes… Reconozco cuando el diálogo se vuelve más fluído en la interacción con máquinas y materiales, como si encontráramos juntos una manera de comunicarnos”. La mayoría de las veces necesita contar una historia y éste es el disparador inicial de su proceso creativo. Pero explica: “También sucede que durante el proceso de trabajo surgen bifurcaciones, caminos nuevos a seguir y quizás replanteo la historia inicial que necesitaba compartir”.

Es creativamente verborrágica y se aburre si se queda mucho tiempo en un mismo lugar, por eso se siente muy cómoda en la joyería contemporánea que le permite cambiar de materiales, sobre todo,cuando agoté la conversación, mezclé técnicas y conté historias nuevas todo el tiempo”. Será por esto que aprendió a trabajar en paralelo, en varios proyectos a la vez.

En la actualidad está muy enfocada en Capisano (local de Palermo). Queriendo volver a ese espacio de acuerdo con la flexibilización de la cuarentena. Cuatro años después de su apertura, señala que recién ahora tuvo tiempo para reordenar, emprolijar sus procesos. “Estoy desarrollando nuevas colecciones y piezas que me representen. Trabajo en seguir habitando cada vez más ese espacio que adoro. Siempre creo que lo mejor está por salir a la luz… intento ser un poco más sincera y profunda a la hora de contar una nueva historia o transmitir un estado de ánimo. Seguiré en esta búsqueda”.


Taller Abierto de Bárbara D'Ambra

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Taller Abierto de Bárbara D'Ambra


Abre las puertas de su atelier en Palermo para mostrar dónde y cómo hace sus piezas de joyería contemporánea

Tiene su taller en su casa, un PH en pleno Palermo Soho, luminoso, acogedor, prolijamente decorado con plantas y sus obra a escala. Su espacio de trabajo se divide en dos áreas: estudio y taller. Dice que el estudio es el espacio donde se siente más cómoda para diseña, allí dibuja muchísimo, trabaja con programas de modelado e impresión 3D y planifica las pruebas y prototipos. Y en el taller, hace las tareas manuales y les da terminación a las piezas, “la parte sucia del trabajo”, comenta riendo.

Se define como fan de la morfología, estudió Diseño Industrial en la UBA, fue docente de la cátedra Bianchi Lastra. En 2016, como resultado de un trabajo universitario, nació su línea de joyería contemporánea, Insinuaciones, que trascendió el ámbito académico. Comenzó pintando en abstracto con enduido en la búsqueda de alguna expresión que la defina, que se pudiera tocar, que despertara los sentidos, con un trazo simple y así surgieron sus primeras piezas como gotas insinuadoras, sensuales, fluyentes. Desde entonces el destino la fue llevando a la joyería. Por dos años consecutivos, 2018 y 2019, resultó  elegida para exhibir su trabajo en Schmuck, en la Munich Jewellery Week, la feria internacional de joyería contemporánea más importante del mundo.

Y entre café y café, minuciosamente batidos, en su soleado y verde patio taller recuerda que ese fue un momento eureka: “Me di cuenta que ese proyecto podía ser algo más que un trabajo universitario. Fue una experiencia muy impactante, porque era un mundo que yo desconocía, incluso me generaba vergüenza porque soy diseñadora industrial y no estudié joyería. Con el tiempo, me hice cargo del proyecto y entendí que esa diferencia era lo que hacía particular mi trabajo. Descubrí en la joyería contemporánea un modo de fusionar el diseño industrial y el arte, una posibilidad de crear arte para usar. Es un espacio en el que me siento cómoda para adentrarme un terreno más expresivo, poniendo en valor el conocimiento que me aprendí en mi profesión”. En 2018, obtuvo una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes, también fue finalista destacada del Premio CMD y recibió la distinción de Sello Buen Diseño Argentino también durante  dos años seguidos, 2018 y el 2019.

“Las piezas tienen mucha síntesis. Me gusta contar una idea buscando la mínima expresión, a través de formas limpias, que nacen dentro de límites muy puristas, ordenados y controlados. Intento economizar recursos, reducirlos al máximo para centrar la mirada en las cuestiones puramente formales”. Para esto utiliza los materiales y colores de la manera más neutral y precisa posibles para generar superficies inmaculadas, ya que le interesa que ante todo se perciba la forma, las luces y las sombras. Cada una de las piezas que tiene en exposición en su taller cuenta algo: las hay muy sensuales, algunas piezas tienen una carga erótica evidente, unas que entran dentro de otras, son piezas que lo más bello que tienen es justamente el hecho de introducirse en ellas, eso no se explica, no se ve, se siente. Reconoce que le gusta hacer uso de la abstracción, la reducción a lo elemental, insinuar una idea sin definirla completamente; “ofrezco al espectador esa duda, que a veces puede derivar en complicidad o curiosidad pero que también puede generar incomodidad”. Su colección Insinuaciones busca el equilibrio entre un pieza con valor artístico y conceptual y, al mismo tiempo, funcional y usable.

Trabaja con corian -una material sintético compuesto por resina acrílica e hidróxido de aluminio-  recuperado de la industria del mobiliario. Y se muestra satisfecha por haber resuelto esa aplicación con éxito mediante un proceso consciente y responsable. Explica que el corian es un material muy pulcro que permite transiciones y terminaciones que impactan directamente sobre la calidad de la pieza”. Pero no es el único material con que trabaja, también realiza piezas en metal: plata, bronce y oro. Y actualmente está experimentando con madera y aluminio.

En su estudio dibuja muchísimo. De su proceso creativo cuenta que primero piensa qué quiere expresar, qué idea, qué sensación, cómo quiere que se deslicen los dedos sobre las formas y hasta qué luces y sombras le interesara producir. Juega mucho con materiales que se puedan deformar fácilmente. Cuando finalmente percibe algo que le “resuena”, empieza a pulirlo. Utiliza el modelado y la impresión 3D para verificar la forma. “Cuando estoy satisfecha, hago la pieza definitiva. Hoy, puedo decir que tengo una aproximación a la pieza muy ligada al diseño, reflexiono mucho, soy muy metodológica, y creo que eso se ve claramente en el trabajo”.

Desde el último año realiza piezas en plata; “me desafié a diseñar piezas un poco más convencionales sin perder todo el trabajo o elaboración de las de corian; “la idea es reforzar la terminación del metal y las libertades formales que ofrece la fundición”, destaca al mostrar cómo quedan en las manos esos sutiles trazos. Sostiene que todos los días sigue experimentando y admite que se identifica mucho con las piezas en plata: “De la primera a la última, las siento como un proceso personal, cuentan cómo siento, y me genera curiosidad imaginar cómo van a continuar de acá en adelante: de qué modo van a ir desarrollándose, si lograrán desafiar esos límites tan rigurosos, si irán a poco a poco perdiendo control, o si de repente aparecerán piezas que no deseen ser tocadas, ¿por qué no? Estoy en proceso”.

Su estudio-showroom es también el living donde recibe a sus clientes, que hasta la pandemia iban a conocerla y a contarle qué les gusta y qué les pasa al usar sus piezas, qué sienten o resuena, como le gusta decir. Experiencias compartidas que se convierten en una sinergia que la enriquece muchísimo; “uno no se imagina el alcance insospechado que puede tener lo que uno hace con pasión”. No para, ahora también está trabajando en piezas obra de mayor escala (50x50cm) las cuales realiza por encargo, y experimenta con nuevas tipologías de productos en las que puede jugar con los conceptos que construyó en Insinuaciones. Y como si fuera poco… paralelamente a la joyería contemporánea, trabaja como diseñadora industrial en proyectos de desarrollo de productos.


Caelum

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¿Qué se aprende en las escuelas de joyería contemporánea?

Salimos averiguarlo y hoy virtualmente llegamos hasta Caelum, el taller-escuela de Cecilia Richard.

Cuál es y dónde queda. El taller se llama Caelum, nombre que remite a una tenue constelación del hemisferio celeste austral: Caelum, el buril o el cincel, aludiendo a herramientas del escultor, el orfebre, para “esculpir o labrar el cielo”. Es un espacio autogestionado dedicado a la joyería contemporánea en el barrio Alto Alberdi de  Córdoba capital. Se inscribe como el primer taller escuela dedicado al oficio de la joyería en la ciudad. Se trata de un espacio de formación, producción y pensamiento dirigido por Cecilia Richard, orfebre autodidacta y licenciada en Escultura en la Universidad Nacional de Córdoba. “Desde sus inicios, hace 12 años, está orientada a la joyería contemporánea, pensando esta disciplina como un campo de lenguaje plástico, visual, objetual, posible de concepto, diseño y poética”.

Cómo es. Caelum cuenta con dos espacios operativos definidos. El taller escuela y, desde 2018, tiene un espacio de exhibición para muestras y eventos, es una sala semi-subsuelo que se abre hacia un espacio verde. El taller escuela está preparado y equipado con herramientas para grupos de seis alumnos por turno. Tiene capacidad para más personas, pero ofrece una cursada grupal personalizada.

Qué se enseña. “Tomando como eje pedagógico la exploración tanto técnica, formal como conceptual, el objetivo es facilitar una dinámica que permita indagar sobre el lenguaje, su capacidad de significación y posibilite el desarrollo del propio discurso”, explica la maestra. El plan de cursado es anual, una clase semanal de tres horas de duración. De abril a diciembre, “nueve meses, como los de la gestación humana. Es que creemos en el valor y el sentido de los procesos, no sólo para el aprendizaje técnico propio de un oficio, sino también para el desarrollo de ideas. La propuesta de la escuela se ordena en dos espacios o niveles de acuerdo a la experiencia de los participantes en relación al oficio: el inicial o introductorio y el avanzado.

“Caelum busca promover la joyería contemporánea mediante acciones de formación, difusión, visibilización y circulación, pensando la joyería como campo de construcción de sentidos en el marco de las artes visuales”, dice la maestra de su taller-escuela.

Modalidad de trabajo. Caelum propone para quien recién se inicia, un primer curso llamado Introducción a la joyería contemporánea, en el que se incursiona en el aprendizaje y práctica de las técnicas básicas de la joyería, forjando los recursos técnicos esenciales del oficio volcados siempre hacia el desarrollo de un proyecto propio. Ordenado en forma de módulos, en ese primer año, se enseñan las técnicas de alambre, calado, soldadura, construcción, forja, fundición, terminación de superficies, acabados, engaste y remache. Los avanzados son los que ya construyeron “esa caja de herramientas de recursos básicos orfebres” y buscan profundizar tanto técnica como conceptualmente sus procesos de trabajo”. Cada uno trabaja sobre su proyecto personal con acompañamiento y asesoramiento del docente a cargo, “en una atmósfera de intercambio y cooperación entre los componentes del grupo”.

Habilidades que se aprenden. “La búsqueda de la materialidad no se circunscribe sólo a los metales. La mirada expandida del objeto-joya traslada el carácter “precioso” al concepto o poética del objeto, lo que determinará el o los materiales, y consiguientes técnicas y procedimientos, idóneos y expresivos para la materialización de la idea”, entre otros, se trabaja con madera, papel, textil piedra, hueso, caucho, acrílico, plástico, cartón,  resinas,  metal,  cemento, yeso, cerámica, vidrio, látex, goma, orgánicos y más.

Meta. El objetivo es que cada alumno logre una capacitación técnica integral en la disciplina.

Perfil. “Un porcentaje interesante de las personas que se acercan a la escuela vienen con una formación previa o paralela en el campo del arte o el diseño: arquitectos, artistas visuales, diseñadores, fotógrafos, etc. Pero no es necesario ni requisito tener conocimientos previos. En general, buscan una práctica manual especializada que les permita desarrollar habilidades y materializar en un objeto portable, sus ideas. Hay quienes también buscan un recurso que habilite un emprendimiento de producción, comercial, personalizado.

Actividades. Paralelo a las clases regulares, todos los años se ofrecen actividades anexas complementarias: workshops, seminarios, cursos técnicos monográficos intensivos con carácter interdisciplinario ofrecido por profesionales locales, nacionales e internacionales, “invitados a compartir sus saberes con el fin de ampliar y diversificar la propuesta formativa integral del espacio”. Además, ofrece Talleres Abiertos como extensión del espacio de formación de la escuela. También,  muestras individuales y colectivas de artistas joyeros y las ferias colectivas de exhibición y venta, que se ven en Subsuelo y Patio Caelum. Taller Abierto es un evento anual de cierre del ciclo lectivo, para presentar y compartir una selección de lo producido, y visibilizar procesos y producciones.

Se suma el proyecto de la sala de exhibición que tiene como objetivo mostrar la obra de joyeros contemporáneos locales e invitados de otros contextos, para dar a conocer, difundir y promocionar la joyería contemporánea con curaduría general de su directora, y otros curadores.

Y Subsuelo y Patio Caelum, son eventos puntuales con carácter de feria comercial, llevados adelante por un equipo organizador, que convoca y reúne a joyeros locales con emprendimientos desde la joyería contemporánea.


Taller Abierto de Laura Leyt

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Taller Abierto de Laura Leyt


Abre las puertas de su atelier en Nuñez para mostrar dónde y cómo hace sus piezas de joyería contemporánea

Es arquitecta y cuando diseñó su casa ubicada en el barrio de Núñez junto con su marido, también arquitecto, decidieron crear una casa-taller. El atelier está en la planta baja, al lado de un quincho pensado como expansión del área de trabajo, pero como cada vez más se vale de materiales reciclados reconoce que le falta espacio para acopiarlos y para ubicar las herramientas que debió incorporar para manipularlos. Sin embargo los tiene bien ubicados en un placard con estantes de piso a techo, donde también tiene desde pinturas y diluyentes hasta los elementos que requiere para hacer fieltro. En una mesada de hormigón contigua consiguió zonificar las distintas áreas de trabajo: su banco de joyero con la esteca, donde cala, suelda y maneja los distintos sistemas y terminaciones de las piezas; y debajo, bolsones con todos los plásticos que va juntando. El espacio privilegiado lo tienen las máquinas con que transforma esos plásticos: una sublimadora, la pistola de calor con que funde y la caladora de banco.

Una ventana abierta al jardín deja entrar la brisa de otoño. Catálogos, libros y cajas prolijamente etiquetadas colman estanterías son el destino y numerosas herramientas se disponen en superficies metálicas con imanes. La cuarentena la llevó a reacondicionar su taller y sumar una gran cajonera para ubicar el motor de eje para lijar y pulir, y una cortadora de disco pequeña. A todo trata de ponerle ruedas, como a un mueble que heredó de su tío odontólogo, que aún conserva su característico olor, al que le fijó un taladro vertical y lleno mechas, limas y pinzas.

Dice que es una conjunción del oficio de joyería, el arte y el diseño. “A diferencia de la joyería tradicional, donde el valor esta puesto en los materiales como metales, piedras, etc., en la contemporánea lo relevante es lo que se quiere comunicar, el diseño que sustenta el discurso, la relación con el cuerpo, la mirada del otro. Mi joyería es producto de la investigación y búsqueda constante sobre un material. Los resultados sorprenden porque no siempre son los buscados. Son piezas únicas que pueden ser parecidas, pero nunca iguales, y tienen la imperfección de lo hecho a mano. Busco esa sensación de borde desdibujado, casi derretido producto del calor.” Jugar, probar, no tener miedo a volver a hacer es lo suyo.

Comenzó a estudiar joyería contemporánea en el 2003 el taller La Nave con el maestro Jorge Castañón, luego de varios años de ejercicio profesional como arquitecta y, por las ganas de volver al trabajo manual y de poder controlar la totalidad del objeto diseñado hasta su materialización, prefirió cambiar de escala. La pequeña escala es lo que le gusta de la joyería así como que es portable sobre el cuerpo. Destaca que optó por este oficio porque “lo relevante no está en el valor económico de los materiales utilizados sino en lo que se quiere comunicar y porque ofrece la libertad de poder experimentar con distintos materiales, conceptos y procesos”.

Aprendió técnicas básicas de la joyería en metal, como calar, soldar, casamiento entre metales, fusión, mokumé y otras, pero siempre le interesó trabajar con los materiales disponibles en su entorno. Nada se pierde, todo se transforma; lo esencial es invisible a los ojos son sus frases de cabecera, ya que ve belleza y utilidad en cosas que para muchos consideran basura. “Me interesa, sobre todo, averiguar hasta donde se puede llegar con un material y poder transformarlo en otra cosa desdibujando su origen. Es un proceso no lineal que requiere permitirse la equivocación y mucho trabajo”. Desde el 2013 se dedica al reciclado de plásticos aplicado a la joyería y a objetos, y trata de que la intervención de materiales nuevos sea la mínima posible. Trabaja básicamente con bolsas plásticas (polietileno de alta y baja densidad) pero va incorporando otros tipos de materiales plásticos, como gomas u otros envases. Y fue probando diferentes formas de trabajarlo: primero lo cortó y tejió -como el collar presentado en la muestra Tema Pendiente– luego lo trabajó en capas sobre moldes con la técnica de la cartapesta, después lo transformó en una especie de hilado mezclándolo con lana – que derivó en la serie Contaminados– y, por último, lo trabajé fundiéndolo con calor y modelándolo a mano – mano como en la serie Piedras-. Lo último que incorporó fue la plancha de calor que le permitió hacer placas más finas que luego corta y ensambla con pernos.

Nunca trabaja en una sola cosa, mientras hace algo va probando otras cosas porque va siguiendo lo que va apareciendo en el hacer. Hoy trabaja en la serie Plasticeno nombre que algunos geólogos y antropólogos han llamado a la era actual debido a la cantidad alarmante de residuos plásticos encontrados principalmente en los océanos. Está materializada con una serie de layers, como capas geológicas pero de plástico, y surge de la reflexión de cómo encontramos los testimonios de vidas pasadas en las piedras u organismos petrificados; ahora, “nuestras marcas quedarán estampadas en los plásticos”, dice.

También sigue trabajando en una serie de piezas que se iba a presentar en la muestra Buenos Aires Trash Treasures, con Tota Reciclados en Munich, inspirada en las paredes descascaradas y los graffitis de las ciudades. Se materializa con finas capas de plásticos superpuestas donde se pueden leer algunos textos encontrados en las mismas bolsas o armados con palabras de ellas. Y también trabaja en varios proyectos para la III Bienal Latinoamericana de Joyería Contemporánea, suspendida hasta el año que viene. En tanto, también diseña objetos que tendrán como punto de partida la serie Plasticeno y las placas plásticas que fabrico.


Km.O

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¿Qué se aprende en las escuelas de joyería contemporánea?

Salimos averiguarlo y hoy virtualmente llegamos hasta Km.0, el taller-escuela de Mabel Pena.

Cuál es y dónde queda. El taller se llama Km.0, ya que geográficamente está ubicado en ese radio, Moreno y Entre Ríos, Congreso, en la Ciudad de Buenos Aires. Su nombre se debe a que también es el punto de partida para muchas personas, que tienen la curiosidad, el interés, la necesidad de expresarse y de aprender esta disciplina: joyería contemporánea.

Cómo es. El taller tiene capacidad y bancos de joyeros para 6 personas, está equipado con las herramientas específicas y necesarias para que cada alumno/a pueda trabajar en clase: herramientas de mano, laminadora, pulidora tradicional y de agujas, sopletes, etc. Además de lo imprescindible, cuenta con otros equipos: una inyectora de cera, un horno para esmalte, una caladora de banco, una prensa calcográfica y un equipo de electroformado, entre otros. Los materiales son a cargo de los alumnos.

Qué se enseña. El taller es anual y se acompaña a cada integrante en su proceso de aprendizaje. El objetivo es que los alumnos exploren y desarrollen su mundo interior. Además, ofrece seminarios de la técnica de cera perdida.

“El taller de joyería contemporánea es un espacio de encuentro, para realizar nuestro proyecto artístico personal, compartir el tiempo del hacer, y mostrar nuestro trabajo en el propio cuerpo”, dice la maestra de su taller Km.0

“El taller de joyería contemporánea es un espacio de encuentro, para realizar nuestro proyecto artístico personal, compartir el tiempo del hacer, y mostrar nuestro trabajo en el propio cuerpo”, dice la maestra de su taller Km.0

Modalidad de trabajo. Es un taller que implica una relación personalizada y seguimiento de cada alumna/o según sus conocimientos y formación.
Se los incentiva para aumentar sus capacidades creativas, aprendiendo y perfeccionando distintas técnicas, como metal directo, cera perdida, textiles, etc., y se innova con la utilización de materiales no convencionales y también tradicionales. El espacio del taller está organizado espacialmente en islas, donde se pueden ver y compartir experiencias, aunque el trabajo es individual. Las clases tienen una duración de 3 horas con una concurrencia de 1 vez por semana. Se puede comenzar de cero y no hay límites de edad para aprender.

Habilidades que se aprenden. Los alumnos aprenden diferentes y variadas técnicas específicas del metal: calado, soldadura, oxidaciones, construcción y ensambles en frío, grabado al ácido, etc. Está especializado en la técnica de la cera perdida, en sus distintas modalidades. Se incorporan otros materiales, como textiles, acrílicos, plásticos, madera, papeles, cartones, vidrios, cerámica, cables, objetos encontrados, cotidianos, tecnológicos, orgánicos y otros.

Meta. En algunos casos, se busca una salida laboral independiente y, en otros, es un medio de búsqueda interior y expresión artística.

Perfil. Personas de diferentes procedencias, profesiones y edades; grupos muy heterogéneos que logran integrarse, trabajar y socializar unidos por un objetivo en común: hacer joyería contemporánea con las manos.

Actividades. Cada año en el taller se genera una muestra colectiva en una galería de arte, con un tema que se desarrolla durante el año. Además de exponer las joyas, todo el grupo participa de la producción, diseño, montaje y difusión de la muestra de joyería contemporánea.