Taller Abierto de Iskin Sisters

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Taller Abierto de Iskin Sisters


Gabriela Iskin presenta su nuevo espacio de exposición de joyas y arte, un showroom taller minimalista y funcional, en Olivos

Livianos, súper chatos, con cierres magnéticos, en cuero de descarne y acrílico metalizado o sublimado, siempre en su característico packaging de diseño, una cajita de cartón fácil de llevar que ahora incluye láminas de arte para enmarcar.

Las señas particulares de Iskin Sisters, la firma de dos hermanas que hace 19 años hicieron de su apellido una marca de joyería contemporánea.

Gabriela Iskin a cargo del diseño dice que siempre le gustó la joyería, “me parece que es una forma hermosa de llevar arte y contar nuestra propia historia”. Cuenta orgullosa que su team exclusivamente femenino trabaja en su reciente showroom taller de Avda. del Libertador al 2400, en Olivos.

Se trata de un espacio neutro, depurado y luminoso, en el que la impronta artística se destaca con esculturas-maniquíes en cemento texturado de Luz Tisera, y cuadros con pinturas de las artistas argentinas Nora Aslan, Mónica Fierro, María José Antelo y Guillermina Lynch, entre otras, que hoy protagonizan ese original packaging.

El showroom tiene una disposición funcional, con una larga mesa de exhibición como protagonista que se instala sobre soportes de ladrillos-nicho y tiene bustos y manos esculturales, rodeada de orejas porta-aros que visten una de las paredes, las cuales cuentan con perfiles para colgar cuadros.

Todo listo para el próximo paso: convertirlo en un espacio de exposición de arte y eventos culturales. “Este es un lugar donde no solo se pueden adquirir piezas, sino también participar en eventos con divertidos DIY y muestras de artistas locales. Este mes estrenaremos la primera exposición de arte con la escultora Luz Tisera”.

Cuando el concepto manda

El valor en la joyería es muy subjetivo, está dado por el concepto, por lo que se propone, por el lenguaje más que por el material. Y de esta idea también surge la ambientación de nuestro espacio con ladrillos, que de por sí no valen tanto pero puestos como soporte de la mesa y en esculturas que sostienen joyas cambia mucho; lo mismo ocurre con el material de cartelería y señalética que convertimos en piezas de joyas”, comenta.

Instaladas en diversas mesas de trabajo, las chicas Iskin dan vida a sus ideas a través de un proceso de diseño y fabricación que incluye el corte láser y troquelado y la estampación por sublimación.

“Todo está organizado de manera ordenada y accesible, lo que nos permite trabajar de forma fluida y creativa, teniendo en cuenta las diferentes etapas del proceso productivo”, señala la diseñadora joyera.

Nuestro propio método se basa en combinar procesos industriales con artesanales, ya que creemos en la unión de ambos enfoques para obtener excelentes resultados. Al combinar procesos industriales, como el corte láser, con técnicas artesanales, como el ensamblaje y el acabado a mano, logramos un equilibrio entre la precisión y la atención al detalle que nos permite crear piezas de joyería contemporánea de alta calidad y con acabados impecables. Además, siempre tenemos en cuenta la comodidad y la practicidad en el diseño. Nos esforzamos por asegurar que sean livianas y cómodas de usar, para que puedan llevarse de viaje, por ejemplo. Queremos que nuestras joyas sean compañeras que brinden estilo y presencia, realzando la apariencia sin comprometer tu comodidad. Buscamos crear piezas que no solo sean visualmente atractivas, sino también funcionales y versátiles”, explica.

Para esto cuentan con un almacén de materiales y de piezas listas para ensamblar, una mesa de corte de cueros, otra de estampación de acrílicos junto a la sublimadora, una de diseño y de armado de prototipos y un sector de packaging.

Utilizamos máquinas que han sido adaptadas o modificadas para satisfacer nuestras necesidades específicas para crear joyería contemporánea. A lo largo del proceso de desarrollo, nos encontramos con desafíos únicos que nos llevaron a inventar técnicas y explorar diferentes métodos para mejorar la calidad de nuestros productos finales.

«Hemos investigado y experimentado con diversos tipos de pegamentos para garantizar una unión duradera y de alta calidad y, además, hemos explorado diferentes técnicas de acabado para lograr el aspecto deseado en los materiales que utilizamos, como el acrílico.

En el caso del cuero nos enfrentamos al desafío de cortarlo sin que se queme o se deteriore. Y a través de un proceso de prueba y error, desarrollamos una metodología que nos permite cortar el cuero de manera precisa y limpia, garantizando un óptimo resultado final”, precisa.

Sencillez y funcionalidad

Dice que lo suyo no pasa por la moda sino que se inspira en líneas artísticas y arquitectónicas, sobre todo, en la Bauhaus con premisas que cumplen sin dificultad: minimalismo, sencillez y funcionalidad.

Menciona que rápidamente comenzaron a cumplir su sueño de instalarse en tiendas de museo. Arrancaron por una tienda de Miami y en tres meses ya estaban en el MoMa de Nueva York. “Fue un logro emocionante y significativo para nosotras, ya que nos permitió compartir nuestro trabajo con una audiencia más amplia y conectarnos con amantes del arte y la joyería contemporánea en todo el mundo”.

Y hoy están en el Bauhaus Museum Dessau en Berlín; en La Pedrera, en Barcelona; en el Guggenheim, el Museum of Arts and Design y el Jewish Museum de NYC; el SFMOMA de San Francisco; en el Tate Modern de Londres; el Getty Museum de Los Ángeles; en la National Gallery of Art y el  Renwick Museum of Art de Washington DC y, entre otras, en Pandora della Malva una galería de joyería de Roma; en la Galerie Cebra de Düsseldorf, además del Malba y Proa en el ámbito local. “Iskin tiene una estética global que puede insertar en cualquier mercado”.

Si bien sus primeros pasos los dio sobre en el metal, Gabriela recuerda que pasó a un elemento tan flexible como el cuero cuando fue mamá. “Siempre estoy buscando materiales, como siempre, comunes, livianos, fácil de cortar, accesibles económicamente y versátiles. Es parte también de mi filosofía no trabajar con ningún material precioso porque lo precioso está dado por el diseño. Es que el valor en la joyería es muy subjetivo, está determinado por el concepto, por lo que se propone, por el lenguaje más que por el material”.

“Nuestro enfoque se centra en la experimentación de materiales y técnicas, buscando constantemente nuevas formas de expresión para desafiar los límites tradicionales de la joyería. Cuando en 2004 empecé a trabajar con cuero era bastante innovador, tenía un importante efecto visual limpio que llamaba la atención. De apariencia metal, cuando lo tocaban recién se advertía que era cuero de descarne metalizado.

«Hoy estamos avanzando en el uso de todos los descartes de la producción. Todo se aprovecha y el corte láser nos facilita generar todo tipo de formas hasta las troqueladas, siempre más geométricas que orgánicas”.

Lejos de etiquetas y definiciones dice su joyería de diseño se convirtió en un negocio que sostiene el trabajo de 12 personas, más otras externas. Y desde ese lugar indica que tienen una identidad definida por el diseño que se hace de manera artesanal pero que bien puede escalar a lo industrial.

Su propuesta es un mix entre lo orgánico y lo geométrico pero admite que prevalecen las líneas más exactas y simétricas por su formación como diseñadora industrial, con una paleta entre neutros, como la gama de plata y peltre, y acentos de color con dominio del metalizado. Señala que el negro funciona muy bien pero al color no todas se animan.

Post pandemia tuvo necesidad de sumar color para levantar un poco el ánimo y, tras una exhaustiva investigación, comenzó a estampar el acrílico con sublimación para ofrecer prints propios. Asegura que sus piezas cortadas a láser y pegadas a mano una por una tienen mucha exigencia en la terminación gracias a un fuerte control de calidad.

E insiste en que se siente “tan identificada con la Bauhaus, porque se trata de conseguir un mix entre lo que te puede dar la máquina y lo que uno puede hacer con las manos”.

A fines del año pasado desarrollaron una línea carteras, pañuelos de seda, tops y chalecos con el fin de expandir el universo Iskin. Como parte de eso, ya su clásico collar largo de cuadraditos de color metalizado pasó con el mismo diseño a carteras tubo con bolsa interior, y sus gargantillas con pétalos de líneas más sinuosas hoy se aplican a chalecos y tops. En camino a esa expansión, desde el año último también participan de la feria Maison & Objet en París.

Está preparando una línea de indumentaria con la idea de aplicar elementos de la joyería, también hecha de manera artesanal. Se propone aplicar más color a través de acentos sobre la base clásica y neutra de la marca que pasa por el blanco, negro y plata; hacer un mayor aprovechamiento de los descartes; remarcar las texturas del cuero y del acrílico, y estudia sumar volumen sin que interfiera en el packaging.


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La Gran Paternal joyera

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«Barcas… naves… travesía…», collar realizado con capuchones de aluminio de vinos e hilo de seda. Una de las piezas que Vicky Biagiola mostrará en su estudio abierto de LGP


Roxana Casale, Patricia Mogni, Laura Leyt, María del Mar Skiadaressis y Carola Correa, algunas de las que participarán de los talleres joyeros que se abren a la comunidad en La Paternal.


Taller Abierto de Lucas Pinto dos Santos

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Taller Abiertode Lucas Pintodos Santos


Este artista presenta su espacio de joyería integral que incluye café de especialidad, Vendido 1908, en la peatonal de Córdoba capital.

El artista joyero Lucas Pinto dos Santos es uno de los referentes de la orfebrería de Córdoba y marca un punto de encuentro diferente, en el que reúne un local, una vidriera multimarca, su taller de joyería y el de enseñanza del oficio y hasta un café temático. Un espacio único en Córdoba y hasta en el país

Vendido1908 funciona en la planta baja de un edificio de 1908 en la peatonal de Córdoba Capital, a media cuadra de la catedral. “Se llama Vendido porque abrimos en octubre del 2021 justo cuando se abría la pandemia y en el centro de Córdoba había muchos carteles de vendo y alquilo, y se nos ocurrió ese juego de palabras de los carteles, vendo-vendido, como que la operación inmobiliaria ya estaba y estábamos funcionando y hasta imitamos la tipografía y la misma gráfica de los carteles”, recuerda.

En este lugar funciona una orfebrería-café que tiene con su socia Gina Tecco. Cuenta con unas vidrieras-exposición en el ingreso y vitrinas y burbujas en el interior, el café al paso y atrás su taller de orfebrería, como le gusta llamarlo.

Ese es un edificio que por su fachada y estructura está en tratativas para convertirse en patrimonio cultural de la ciudad de Córdoba, por eso Lucas y Gina sacaron el megacartel que tenía con el fin de que pueda exponerse y valorar su aspecto, para lo cual solo colocaron un toldo que le da un aspecto más vintage y cálido.

Decimos orfebrería café porque no es solamente joyería portable. Muchas de mis piezas no son portables, algunas son más escultóricas. Quisimos hacer un juego de palabras con la cocina de la cafetería que se relaciona con la cocina de las joyas.

Propuesta integral

El local cuenta con una vidriera que cambia de color cada temporada gracias a un convenio con una pinturería local y de paso renuevan la muestra de joyería que da a la calle con obras de 15 artistas joyeros locales, entre artistas y estudiantes.

Arrancó su formación en la Cámara de Joyeros de Córdoba, donde hizo una tecnicatura orientada a una joyería más tradicional, “más de vidriera como le decimos”, y luego continuó en Caelum, la escuela de Cecilia Richard por cinco años, donde hoy ya es docente. Y allí descubrió, luego de estudiar agronomía, diseño gráfico, diseño web y de multimedia y joyería, que lo suyo era la joyería artística.

Vendido ofrece una mezcla de ambas, tanto de una joyería más tradicional, también más artesanal, y una joyería contemporánea. Este año le sumó un poco de cerámica y hasta algo de indumentaria.

“La exposición que se ve adentro está presentada por artista, con su respectivo QR que te lleva a su página. La mayoría son de la zona y, en particular, joyeros que estudiaron en los diversos talleres que brindo”, señala.

El espacio de taller cuenta con dos bancos tradicionales y un mesón de trabajo más cuadrado. Lucas comenzó dando cursos en su casa, donde antes tenía el taller en el que daba clases individuales o a dos personas, y desde hace unos meses lo trasladó a Vendido, donde continúa con las clases a un grupo reducido de hasta cuatro personas. Allí mismo dispone de su espacio de trabajo personal, su taller de joyería.

Además de esas clases particulares, da clases desde aproximadamente cinco años en Caelum, el taller escuela de Cecilia Richard. Uno de esos talleres es el Inicial, con técnicas básicas hasta mitad de año y después se arranca con un proyecto personal de cada alumno a partir de las técnicas aprendidas; después brinda un taller Avanzado, para quienes cursaron el primer año y hace un seguimiento de proyecto de joyería artística, o comercial también, en el que se continúa aprendiendo técnicas; y además da talleres Monográficos, que tienen una duración de cuatro meses, sobre Cadenas, Engarce y Cierres, entre otros.

Café al paso

Y para instalar Vendido 1908 se asoció. “De regreso de Barcelona, Gina vino con la idea de instalar un espacio de café al paso, integrado a algún tipo de taller de cerámica o vivero; coincidimos en la propuesta y surgió reunir un espacio de joyería integral con café”. El perfil a que apunta es “ese cliente que consume café y, a su vez, le va una joya. Y se da, muchos vienen por el café de especialidad y no consumen joyas, pero consultan por las clases o nos recomiendan para que otros compren joyas. Estamos en una zona popular, de venta de electrónica, cerca de los joyeros más tradicionales”.

Nuestro café es de especialidad o especial porque trabajamos con una semilla de una variedad determinada, distinta a la habitual, mucho mejor tratada desde la recolección hasta su proceso de secado, también se tuesta de manera diferente y luego en la cafetera recibe un tratamiento especial; así el café es muchísimo más delicado, no hace mal y es muy rico. Y para quienes no tienen ganas de tomar un café tradicional, lo mezclamos con cúrcuma, remolacha, menta o directamente lo sustituimos con algarroba”, explica Gina Tecco.

Para esto, cuentan con un living al aire libre, en la vereda; pero en general ofrecen café al paso a quienes se dirigen a sus respectivas oficinas, de lunes a viernes, de 8.30 a 13, y de 15.30 a 18. En un horario más flexible funciona el taller de joyería, en función de los horarios de clases y del tiempo que Lucas le dedica a su trabajo de obra; “a veces desde las 10 y hay días que puedo quedarme más allá de las 18, hasta las 22”.

Joyería artística

Trabaja principalmente a pedido. Uno de sus principales clientes es Atelier Objects of Infatuation de Brooklyn, especializado en diseño argentino, también la tienda del Sheraton Mendoza y en su momento su trabajo se expuso en Siesta de Barcelona.

En su obra más artística va más allá de la plata, con otras materialidades, como el plástico de las tapitas de gaseosa o de los palitos de chupetín, a los que incorpora pequeños juguetes. Con este tipo de piezas ha concursado al Fondo Nacional de las Artes o el Mercado de Arte de Córdoba, por ejemplo; se trata de proyectos con un perfil más de galerías o museos. La exploración del material y la movilidad con la articulación son las características principales de lo suyo.

Es que cuando arranqué no me sentía muy identificado con la joyería tradicional porque supone piezas estáticas, duras o frías, con brillantes, mucho brillo de espejo, pero te diría que hasta necesitaba que se movieran. De hecho, en mi tesis presenté un prendedor con una chicharra cuyas alas eran articuladas. En el taller escuela de Ceci Richard exploré todo el potencial del movimiento en una joya a través de distintos materiales, como el plástico que mencionaba, también textiles y cerámica. Una pieza de este tipo implica tal complejidad que puede demandarme hasta un año; es que puedo dedicarle algunas horas semanales entre mis compromisos docentes y los trabajos más comerciales que me permiten sostenerme”.

¿Cómo saltó de la agronomía a la orfebrería? Su recorrido empezó por agronomía aunque pensaba estudiar veterinaria, siguió por el diseño gráfico, el diseño web y después el diseño multimedia. “Como todo esto no me satisfacía -aunque todo me sirvió y lo aplico, y todo lo que estudié de alguna manera se ve en la joyería-, mi papá me recordó que cuando tenía 11 años decía que quería ser joyero y me sugirió que me anotara en los cursos que por entonces la Cámara de Joyeros local acababa de abrir para ver si me gustaba. Hice la carrera pero me di cuenta que un clásico anillo o esclava no era lo mío, hasta que vi una muestra de Ceci Richard en el museo Caraffa y supe que eso sí me encantaría y así fue”.

Cual entomólogo

Su temática o principal interés son los insectos, entre otra fauna además de la flora. Hace abejorros, abejas, hormigas y tienen una articulación que hace a su movilidad,  son en 3D; “no trabajo el plano sino el volumen”. En general, son relicarios y pins, que tienen algo que se abre o se mueve. “De chico siempre me gustaron los animales; mi papá criaba canarios y lo ayudaba, siempre tuve un perro o conejo o tortuga…; tengo mucha simpatía o empatía hacia los animales, por eso estudié agronomía, aunque en principio iba a ser veterinario. Siempre me sentí atraído por los insectos y animales en general; lo de las chicharras surgió en un viaje a Santo Tomé y Sauce Viejo, en las inmediaciones de la ribera del Paraná, donde hay muchísimas”.

Y dice que esto se incentivó en la pandemia, cuando se acentuó ese gusto por los insectos cotidianos, como los  bichos bolita, las hormigas o, por otra parte, un zorzal, que viven en su medioambiente. Y ya se lo identifica con las piezas de insectos.

En estas aplica técnicas de joyería como el engaste micro pavé con brillantes que suele coronar rompiendo la estética con un autito de juguete, por ejemplo. En otras, usa el remache para la articulación en mix con otras técnicas tradicionales y contemporáneas. “Trato siempre de hacer una resignificación de los materiales, los brillantes no son solamente para decorar sino que se colocan siguiendo un concepto, una idea, puede que simulen las luces de presentación de ese autito de juguete, por ejemplo. Ahora estoy tratando de incluir piedras, pero lo mismo no se trata de un engarce de piedra habitual sino que exploro el tipo de piedra y la función que cumplirían en la construcción de la pieza”

“Una piedra que me gusta mucho es el ónix y la uso para los ojos de los insectos; en el cuerpo de hormigas suelo usar una piedra que tiene adentro materia orgánica así simulo mostrar sus intestinos; trato de ver si una piedra me lleva un insecto, como una facetada que me llevó a la parte de los ojos de la mosca; un concepto muy Dalí.

Así, lo suyo es 100% hecho a mano aunque a veces suma manos de terceros “porque algunas veces el cuerpo de obra tiene tal demanda que por mi tiempo y mi mano no alcanzo a cubrir y suele tener que ver con un método de fundición o corte láser”.

Entre sus proyectos, está en tratativas para traer a su galería o vidriera de Vendido 1908 piezas de joyería contemporánea de Buenos Aires y hasta del exterior.

En tanto, además, analiza realizar dos muestras individuales en las que proyecta presentar piezas nuevas, así como una retrospectiva del proceso creativo que fue construyendo en estos años con las piezas más significativas que lo definen.

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Taller Abierto de Ruth Schaffer

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Taller Abierto de Ruth Schaffer


La curva y el movimiento que genera es el eje de la propuesta de esta creativa y lo cuenta desde su taller en Palermo.

La mirada proyectual de Ruth Schaffer se la dio su profesión original de arquitecta que la conectó con las curvas y el movimiento que generan. Y esto dio origen al nombre de su firma, que deriva de la palabra finlandesa kayra. Con esos elementos eje se planteó la necesidad de transformarlos o, más bien, de materializarlas en piezas de diseño portables. Desde su taller en Palermo cuenta cómo se reconvirtió en joyera al incursionar en el aprendizaje de técnicas, estrategias y, sobre todo, a probar e indagar en materiales.

Su taller showroom está es una planta baja que da a un patio, en un clásico edificio palermitano a metros del Parque La Heras. Está sectorizado en diferentes áreas, con puestos de trabajo que comparte con su equipo para la producción de su marca Kaira joyas.

Como a muchos, la naturaleza también es su fuente de inspiración, además de lo femenino y lo simbólico, dice. Lo suyo comenzó en 2004 moldeando en cera piezas que enviaba a fundir en metal y luego usaba, despertando curiosidad y consecuentes pedidos que la llevaron a crear su firma.

Actitud resiliente

Resiliente como pocas, se reconvirtió porque debió dejar de lado el metal por una alergia y comenzó a trabajar en cuero recuperado. “Una alergia por la manipulación del metal me dio la oportunidad mirar a otros materiales, como el cuero rescatado del descarte, con el que en 2012 realicé una de mis primeras colecciones con ese material, «Transformación lúdica», que partía de un espiral que se desplegaba pudiendo combinar módulos; una propuesta que mostré en Tienda Malba. Siento que la joyería contemporánea me permitió encontrar el lenguaje para expresarme, más allá de la materialidad. Es una búsqueda y un descubrir constante”, cuenta.

Mucho antes ya había decidido profesionalizarse en la joyería. “De 2005 a 2011 asistí al taller de Fabiana Gadano, en el que fui incorporando nuevas técnicas y adquiriendo otra mirada que me llevaron a descubrir y profundizar en la joyería contemporánea. También, realicé otros talleres y workshops, como con Irina Fiszelew, en el que pude sumar una nueva manera de gestionar mi trabajo”.

Cuenta con un banco donde volvió a trabajar directamente sobre el metal para soldar, calar y limar con las herramientas de joyería necesarias, tales como soplete, torno, limas, sierras, etc. Por otro lado, dispone de sublimadoras, con la que maneja materiales alternativos, como el mencionado cuero. Pero también trabaja con caucho, silicona y telas engomadas. “Es en este espacio donde pongo en juego la imaginación e inquietud por experimentar constantemente e investigar. Trato de probar y dejarme llevar para salir de lo estructurado o previsto”.

Más allá, tiene una mesa multifunción, que de igual manera va cambiando de destino según la necesidad. Se usa para preparar pedidos, confeccionar croquis o dibujos que luego pasarán a ser nuevos diseños y también se utiliza para realizar el moldeado en cera de las piezas que lleva a fundir. Dispone también de un escritorio, el espacio más despejado del taller, donde ubica su computadora para el trabajo más duro que admite es el que menos disfruta hacer.

Sin limitaciones

En este espacio creativo divide su tiempo entre su joyería más comercial y otra más personal o artística, en la que se permite crear sin limitaciones de procesos productivos, costos, tiempos de ejecución. “A veces se unen, ya que en varias ocasiones pude lograr una bajada de piezas de exposición para luego reproducirlas con los cambios requeridos. Al metal llego por el diseño que parte de un dibujo.

Y con el cuero recuperado, entre otros materiales, me dejo llevar y juego. Un proceso que se dio como consecuencia de una transformación personal en la que fui incorporando herramientas en favor del bienestar, como la meditación, para aflojar posturas estructuradas. Y este concepto también lo trasladé a mi joyería. Trabajo mucho sobre la experimentación y resignificación de materiales alternativos porque me encanta encontrarles otra vuelta.

“Con todo, la joyería me abrió la cabeza y pude empezar a indagar en el concepto más allá de la estética”, indica.

Procesos de experimentación

En ese proceso, señala que probó con una gran diversidad materiales según lo que quería contar en cada momento. A la cera para el metal y al cuero, le sumó experimentaciones con resina, caucho, silicona, poliuretano expandido, cintas de video, telas, sachet de leche y ahora guata, entre otros reciclados.

Para esto aplicó técnicas tradicionales de la joyería y también la termofusión. “Este método se popularizó bastante, pero cuando comencé a investigar con la pistola de calor y luego con la plancha manual hasta llegar a la sublimadora, era una técnica inusual; con el tiempo, fui explorando y descubriendo una alternativa expresiva interesante”.

Entre sus últimos trabajos, está una colección de piezas en guata trabajadas con calor, con la que logra volumen y consigue sumar color con tintes naturales. Hoy, además indaga con biomateriales y también con algunas piezas textiles. “Todo está en etapa de investigación, en un proceso de prueba en el que busco posibles prototipos”. En tanto, analiza una propuesta para preparar exhibir sus trabajos en escultura y joyería en una galería de Uruguay.

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Taller Abierto de Coty Nolé

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Taller Abierto de Coty Nolé


Estrenó taller en su nueva casa en La Calera, Córdoba, donde crea piezas definidas por el movimiento, la repetición y el desplazamiento

En un entorno natural de paisaje serrano, muy luminoso, con una vista hermosa, recién mudada a su casa de la Calera, en el Gran Córdoba a 10 km de la capital provincial, Coty Nolé tiene su taller estudio de joyería contemporánea.

Está dividido en dos sectores, por un lado una mesa de trabajo con herramientas de joyería, como un torno colgante, soplete y pulidora, donde hace el trabajo “sucio” y otra mesa paralela, en frente donde hace el trabajo “limpio”; dibujar, hacer planos en la compu, prototipear en papel y packaging.

Cuenta que el año pasado compró un plotter de corte de cartón que le permite calar los interiores de sus cajas y maquetear de manera más ágil.

Define a su joyería como provocadora, delicada y etérea. Son piezas definidas por el movimiento, la repetición y el desplazamiento que evidencian un diálogo constante entre los recursos que adquirió como diseñadora industrial y las técnicas de orfebrería aprendidas, que le permiten conjugar arte, artesanía y diseño.

Se inició en Caelum, el taller escuela de Cecilia Richard, un año después al abrirse la convocatoria para el Salón Diario La Capital en Rosario, donde su maestra y referente había sido seleccionada y premiada y en el afán de seguir sus pasos se presentó con las primeras piezas de su obra «Emerger» con que fue parte de la muestra.

“Desde ese momento me propuse hacer crecer esa serie y buscarle la viabilidad productiva y comercial. En 2016 registré la marca, pero fue en 2018 cuando, gracias a la propuesta de Cecilia de hacer una muestra en su espacio con Rocío Moreno, terminé de resolver detalles constructivos, packaging incluido. Así, nació Supuesto Fruto, una propuesta que se convirtió en el comienzo de mi camino joyero”, explica.

Dice que le apasiona “lo posibilitante” de la joyería, ya que admite diversidad de materiales, de procesos y, además, porque facilita la intervención de artistas, diseñadores, arquitectos, artesanos, escritores o cualquier voz que necesite contar algo.

“Soy muy afín con la escala y me permite generar mucho con poco. Me permite e interesa ampliar el horizonte significativo de la joya y la capacidad evocativa de los materiales, a través de piezas que propongan experiencias estéticas y simbólicas”.

Para esto, utiliza diferentes materiales según el trabajo que se propone. “En «Emerger», la búsqueda estética es morfológica, con un despliegue que genera volúmenes etéreos y delicados, y el protagonismo se lo disputan la pieza y la proyección de su sombra. En este caso es el metal, el material que permite elevar el plano a la tridimensionalidad, y por medio de acciones mínimas, como el calado y desplegado, genero estructuras complejas.

Técnicas propias

“Esta es una técnica que considero propia. A lo largo del tiempo fui puliendo, modificando y registrando para poder lograr simetrías y similitudes entre las piezas. Para hacer el calado, primero destino mucho tiempo a la planificación y maquetas para generar ruteos de corte industriales. El desplegado es la parte más larga en este proceso productivo, en el que adapto algunas herramientas de ferretería que sirven de ayuda”, precisa.

En «Sumergir» explica que la búsqueda es más poética. “Difícilmente las piezas se pueden replicar, tiene un argumento más íntimo, que me conecta con el pasado. El proceso comienza con la construcción interior, tejidos que luego fosilizo en resina, generando cuerpos que aparentan ser un mineral, que luego engarzo en metal.

La forma en que abordo el trabajo con la resina también es propia. Primero genero estructuras que permiten que el hilo haga un recorrido espacial, la resina tiene la finalidad de fosilizar ese tejido, para luego poder observarlo y volver a transformarlo. Luego, la forma de componer con estas gemas, tiene vínculos lúdicos, que permiten el movimiento, y algunas tienen correa de transmisión”.

Señala que los conceptos de estas dos series son muy posibilitantes, crecen casi orgánicamente, en «Emerger empiezan a aparecer módulos que sugieren el movimiento, sin tanto volumen y justo en estos días estoy maqueteando algo nuevo que tiene que ver con las sombras que arrojan las piezas más volumétricas… como un camino inverso, estoy trabajando con la imagen que proyectan, para convertir el volumen en plano…

Además, trabaja en un proyecto colectivo con otras colegas cordobesas: Cecilia Richard, Rocío Moreno, Sol Sieber, Andrea Libovich y Cecilia Kessman, llamado  “Cuerpo del delito”, que responde a la modalidad de cadáver exquisito al que ya había aludido Cecilia Richard en la entrevista exclusiva de LJdeA-. Empezó como una actividad lúdica, en el que pudimos intervenir descartes que cada una producimos para arribar a piezas súper interesantes”.

Si bien este año aún no aplicó a ninguna convocatoria, pero ya fue seleccionada algunas de sus piezas para  exponer en espacios del rubro. Tiene como antecedente el año último, en 2022 participó de «Earrings Galore 2022-2023», una muestra itinerante que se da en Estados Unidos que selecciona aros de todo el mundo con que hizo su debut en la semana de la Joyería Contemporánea de Nueva York.

También estuvo presente en Collectiva Meeting, muestra internacional habitual de Oporto, Portugal. Y no faltó de la III Bienal Córdoba Ciudad Diseño, como disertante del panel local, lo mismo que en el Festival de Diseño de Córdoba, así como en MICA, como participante por el sector diseño.

Lo suyo también se vio en la exhibición virtual de Jewellry Activist con 70 artistas y en AdornAxis que presentó la muestra «Black & White in Color», en Palm Beach Design.

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Taller Abierto de Sol Ríos

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Taller Abierto de Sol Ríos


La diseñadora y joyera estrenó taller en Florida. Un espacio de coworking donde desarrolla sus piezas y proyecta experimentar con otros materiales

Sol Ríos estrenó taller. Se trata de un espacio de coworking ubicado a una cuadra de la estación Florida, en Vicente López. Es un lugar de trabajo compartido con otras tres mujeres que desarrollan distintas disciplinas.

Inicialmente fue concebido como un local. Desde el primer día acordaron convertirlo en un lugar donde querer estar y sentirse cómodas, como en casa, dice. Para eso, decidieron cambios, lo transformaron y la madera pasó a ser la gran protagonista. “Cada vez que abro la puerta, siento como que el perfume de la madera me saluda. También, este espacio nos encanta porque tiene un patio que nos permite estar y trabajar a cielo abierto. Cuenta con una gran vidriera que facilita la entrada de luz natural; justo ahí está ubicado mi banco joyero”, señala.

Muestra que cuenta con las herramientas propias del oficio para cortar, dar forma y soldar metales. Y la última que sumó es una pulidora de tambor que le ayuda a acelerar los procesos, sobre todo, en las piezas más comerciales. También, como diseñadora de indumentaria, dispone de tijeras varias y máquinas de coser recta y overlock.

Comenta que su trabajo tiene un carácter intimista, mediante el cual expresa de manera consciente, a veces no tanto, experiencias y sentimientos propios pero que, a la vez, son comunes a muchos otros.

“Son experiencias que radican en la infancia y en la influencia que tuvieron mis abuelos en mi vida. Me interesan los oficios, la costura a mano y el tejido, en procesos que llevan un tiempo determinado que excede a los permitidos por las dinámicas actuales. Oficios que de niña formaban parte de un juego con mi abuela, por ejemplo, como coser vestidos para muñecas o hasta mi primera carterita de tela… ella estudió corte y confección y era la encargada de hacernos la ropa que usaba en los  momentos fundacionales de mi vida, como las batitas de bebé, mis cumpleaños y la comunión, entre otros acontecimientos. Mi abuelo amaba pintar y después que se jubiló dio clases de pintura en su casa; se dedicaba a hacer los moldes y dibujos que luego serían bordados; también era el especialista de los moños con lazos para los vestidos… En mi adultez, al volver a entrar en contacto con estos quehaceres y oficios, de alguna forma ese tiempo se detuvo y resignificó.

“Para mí, es una especie de meditación activa, en la que me sumerjo en el hacer. También creo que estas técnicas y el tiempo que implican, cargan de una determinada energía a las piezas. Mis trabajos generalmente llevan muchas horas de construcción.

“La pieza «Escapulario. Belleza de la vida cotidiana», por ejemplo, implicó un verano completo, casi 90 días en los que hubo muchos momentos de destejer y volver a empezar, de incertidumbre, de no saber si los hilos de bordar de mi abuela con los que estaba tejiendo me iban a alcanzar…; siempre hay momentos donde el sufrimiento aparece, el miedo a no llegar. Evidentemente tengo un tema con el tiempo, me cuesta ordenarlo y administrarlo. Soy muy detallista y obsesiva”, admite.

Dice que le cuesta explicar por qué hace obra. Reconoce que algunas cosas no se pueden poner en palabras o plantearlas de forma racional, “porque crear es como el amor..” También señala que le cuesta entrar y salir de los trabajos, “muchas veces me pierdo en mis ideas sobre qué pieza hacer, determinar cuando está lista o con cual retomar… Tengo grabados los recuerdos sobre los procesos de trabajo, es una sensación inexplicable; puede ser una forma de volver al pasado y hacerlo presente.

“Es que la nostalgia es un elemento muy evidente en mi trabajo, junto con el tiempo y sus distintas apreciaciones; quizá esa sea una forma de explicar el por qué hago obra. Soy cuando estoy haciendo con mis manos, en ese momento es cuando encuentro un sentido y un rumbo. Una forma de resumir o de poner en palabras mi trabajo es: «Agradezco el poder y la memoria que tienen las manos. Y a mis abuelos por enseñarme el camino de los oficios»”

Recuerda que lo suyo arrancó en 2008, a los 23 años, cuando encontró un collar fabricado por su bisabuela “la catalana” hecho con la técnica era tejido con cuentas. “No recuerdo exacto cómo llegó a mis manos, pero mi abuela me lo dió junto con otros collares de metal, además de unas carteras”. Esta pieza me impactó y en lo único que podía pensar era en cómo había sido fabricado, por lo que  aprendí a tejer solamente para poder tejer con cuentas.

En ese momento recurrió a libros sobre oficios de los años 60, empezó a tejer y ya no paró; 14 años después sostiene que hay distintas formas de hacer esta técnica, según las cuentas que se usen, los hilos disponibles o los resultados que se pretendan.

“En 2015 nació mi hija y a sus 6 meses empecé a ir a clases de joyería en Taller Eloi. Buscaba aprender a trabajar con los metales para hacer un cierre cajón. Había tejido muchos collares con cuentas y no encontraba cierres que funcionaran con ese tipo de piezas. Me obsesionaba este tipo de cierre y no sabía que tan fácil o difícil resultaba hacerlo. Fue maravilloso encontrar este espacio porque no me desalentaron frente a la complejidad de las piezas. Advertí que como en todo hay se requiere de un proceso de aprendizaje para poder hacer. Para mis cumpleaños pido herramientas de joyería para poder trabajar en casa, y así fui sumando el soplete, el mandril de anillos, etc; en siete años armé el kit necesario.

Admite que le cuesta hablar de la producción artística y de joyería contemporánea, porque “todas las acciones, hechos y cosas que son llevadas a cabo en este tiempo son, indefectiblemente, contemporáneas, y ésta es una forma de quitarle sustento y significado”.

Considera que la joyería puede ser otra herramienta, otro lenguaje al servicio de las artes. “El llamar o determinar a la obra que se desarrolla como parte de la  joyería contemporánea, la despoja del sentido que tiene; un concepto que se ve reflejado en sus materiales, en la forma de ser construida o la técnica con que se realiza”.

Y explica: “El oficio de la joyería ejecutada de manera clásica involucra un proceso maravilloso, en el que aparece el fuego que todo lo transforma. Siempre refiere al cuerpo, a través de la presencia o la ausencia, lo cual puede ser un elemento representativo de una época o sociedad; y puede ser portable o no, además de que ofrece la posibilidad de trabajar en escalas tan distintas y con materiales diferentes. Asimismo, la joyería siempre acompañó al ser humano en sus rituales y estuvo cargada de significados”.

Atravesada por lo textil

Lo textil define su hacer y los materiales con que trabaja. Recuenta telas e hilos heredados de su abuela y su bisabuela, sobre todo, y repite que considera al tiempo como un material por el período de ejecución significativo que supone el tejido con o sin cuentas.

Usa cuentas de vidrio facetado para costuras, bordados, enfilado y telar de cuentas. Destaca que acaba de incorporar un material nuevo dentro de las fibras naturales como pelo natural de su familia. Además utiliza metales nobles, como la plata 925. Construye sobre chapas, hilos y flejes de metal, y plantea que tiene ganas de empezar a experimentar en cera.

Como los saberes son universales dice que ninguna de las técnicas que utiliza le son propias aunque reconoce que quizá exista alguna manera o forma de hacer personal en su proceso creativo.

Su última obra es «Piel de duelo», un trabajo a partir de los moldes de las batitas de bebé que hacían sus abuelos, a las que sumó el pelo de su marido e hija recolectado durante la pandemia de 2020 en un proceso de trabajo que continúa y al que suma otros materiales que va definiendo paso a paso

También es una obra que se expone la muestra «Joyas devocionales» que organiza la Associazione Gioello Contemporaneo de Italia. Y además resultó seleccionada para participar del Salón Nacional de Artes Visuales 2022.

Estoy en un momento muy particular porque estoy embarazada de casi 9 meses, y el tiempo cobra vida propia e inevitablemente impone sus prioridades y ritmos mas allá de lo planificado. También, estoy trabajando sobre una producción comercial para los meses en los que haré una pausa y sigo experimentando con las batitas, intentando no perderme en las ideas y sumergiéndome en el hacer, hasta llegar a ese momento en el cual el tiempo se detiene y la meditación comienza”.

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Taller Abierto de Fauna Fuego

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Taller Abierto de Fauna Fuego


Fauna Fuego es una joyería que fusiona el metal y el vidrio en manos de Inés Bonadeo y Javiera Yañez Correas

Forman una dupla que cumple cinco años. Inés Bonadeo y Javiera Yañez Correas son las hacedoras de Fauna Fuego. Se trata de una alianza entre dos artistas eclécticas que lograron fusionar sus abordajes a la joyería desde el metal y el vidrio.

Aunque el aspecto de sus piezas se refiere más a la flora, a la naturaleza que las inspira y se representa en excluyentes formas orgánicas, eligieron ese nombre porque se consideran “animales” del fuego, “formamos parte de esa fauna del fuego”. Con su potencia crean a partir de este elemento. Así, conjugan su hacer al flamear, soplar, fundir y soldar.

Recuerdan que se conocieron en 2018 por intermedio de una alumna y por afinidad decidieron planear un workshop de Vidrio+Metal, a partir del cual comenzaron a sentir la necesidad de realizar piezas en conjunto. Un proyecto que sostienen hasta hoy.

Dicen que la búsqueda de expresiones creativas diferentes para ser usadas cotidianamente las llevó a optar por la joyería contemporánea. “La joyería nos permite dialogar con el otro, abrir el juego y provocar”. Sostienen que el solo hecho de llevar o portar joyería habla y propone algo fuera de lo habitual o preestablecido, y eso les interesa.

Suma de partes

Cada una trabaja desde su propio espacio. Inés Bonadeo en su taller de metales y piedras en Villa Crespo. Cuenta con una gran mesa central donde se despliegan proyectos, materiales y herramientas, como sopletes, pinzas, alicates, limas y lijas. Además dispone de superficies donde martillar y una laminadora. Todo, principalmente, para la fundición a la cera perdida de elementos de la naturaleza modelados, entre otras técnicas tradicionales de orfebrería.

El taller de Javiera Yañez Correas está en Colegiales y se especializa en vidrio. Maneja el de murano y borosilicato, muy diferentes entre sí y con capacidades técnicas diversas, aunque reconoce que prueba con lo que sea, si le gusta un vidrio intenta meterlo en la llama. Explica que entre sus elementos de trabajo se destacan los sopletes, con sus equipos de tubos de oxígeno y gas, mangueras, tijeras y pinzas de grafito, especiales para cortar, moldear y trabajar el vidrio. Todas herramientas específicas de su técnica favorita, el lampwork -denominada así porque antiguamente se hacía con lámparas de aceite- o de vidrio a la flama. Tiene además un horno de enfriado, ya que el vidrio levanta a 800 grados para empezar a moverse, y su respectivo extractor de aire porque se quema gas y además al soplar el vidrio puede romperse y quedar partículas de cristal flotando.

Ambos talleres funcionan como laboratorios de experimentación y juego. El taller, más allá del lugar específico, es donde estamos trabajando en conjunto para un proyecto en común”, destacan.

Muestran que los sopletes son los protagonistas, una herramienta en común y específica a la vez, tanto para fundición, sobre todo, y para el vidrio a la flama también. “Son lo  principal y generan una adrenalina esencial que enciende. Manipular el fuego es una experiencia única. Es un elemento que brinda las máximas posibilidades de transformación

Para esto, señalan que consiguen fusionar sus formas de expresión diversa, abstracta, neta y hasta sobrecargada en una sola. Admiten que no tienen un plan previo para lograrlo sino que es el resultado de una expresión orgánica, ligada a la esencia de Fauna Fuego, la cual definen como sensible y desprejuiciada y la califican como genuina. “FF somos nosotras, es el resultado de nuestros encuentros, y para aludir a nuestro elemento, se da siempre en ebullición, con explosiones de ideas que se plasman en las piezas”.

Con método propio

A ese trabajo lo llaman método Fauna Fuego, y lo detallan. “Comienza la pieza en manos de u otra, a veces desde el vidrio, a veces desde el metal, generalmente en solitario. Otras veces primero se da la pieza de vidrio y la de metal la acompaña en una serie de pruebas que busca el mejor ensamblaje, el cual es determinante. En cualquier caso, siempre pensamos qué puede hacer resaltar o lucir el otro elemento. Partimos sin mapa ni rumbo y nos dejamos sorprender. Se da un ida y vuelta en el que aparece una sinergia, una química que genera este universo. No sabemos precisar o sistematizar cómo funciona realmente pero se da en un intercambio de opiniones y alternativas.

“Cuando nos encontramos, la ponemos sobre la mesa a ver qué nos dice. Puede no decirnos nada, y en otras ocasiones nos abre un mundo de formas e ideas por experimentar. Trabajamos intercaladamente con las distintas técnicas, lampwork incluida, en la misma pieza”.

En eso, explican que desde lo técnico se les presentan algunas dificultades entre el metal y el vidrio que generalmente terminan enriqueciendo a la pieza. “Los obstáculos tienen que ver, desde el punto técnico, con la forma en unir ambos materiales de una manera orgánica, para lo cual es un desafío determinar los posibles mecanismos para sujetar el vidrio con el metal.

Intentamos encontrar un equilibrio entre el vidrio y el metal para superar la vulnerabilidad y convertirla en fortaleza. Se trata de cómo sujetar una pieza de manera firme y segura, pero a la vez que refleje liviandad y ligereza”, explican.

Puntualizan que “desde el punto de vista creativo, increíblemente las piezas se fusionan casi solas. Es como que se enamoran entre sí. Trabajamos con mucho amor y humor. Nos damos el lujo de que nada sale por obligación sino por placer. La identidad de Fauna es muy fuerte, tiene vida propia. Es como si las piezas nos obligaran a reunirnos”.

“Estamos ampliando nuestro universo de criaturas fantásticas únicas, irrepetibles, que aluden siempre a la naturaleza. Están apareciendo piezas con una paleta de color más amplia”. Por ahora, siguen con la flora pero tienen en la mira a los insectos.


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Taller Abierto de Mai Solorzano

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Taller Abierto de Mai Solorzano


Hace joyería botánica en Forma Taller un espacio que comparte en el barrio de Belgrano

El taller de Mai Solorzano está en un edificio antiguo con techos altos que funciona como showroom y espacio de trabajo, en Avda. Lacroze y 11 de Septiembre en Belgrano.

Se llama Forma Taller lo comparte con dos emprendedoras más que trabajan en diferentes formatos, ropa y bienestar para el hogar, pero que también se inspiran en la botánica.

Hasta hace un tiempo este espacio también le servía para dar clases, hoy en impasse.

Una gran mesa de madera hace a las veces de banco de joyero y la mantiene ordenada y despejada pero admite que casi siempre termina trabajando en un espacio chiquito porque las piezas y proyectos van tomando todos los espacios.

Herramientas personalizadas

Muebles y exhibidores antiguos son el soporte de sus piezas, a las que se accede fácilmente para tocarlas, experimentar sus texturas y formas y probarlas. Un poco más allá, varias cajoneras y un par de mesas repletas de herramientas ordenadas, escondidas y bien limpias. “Tengo herramientas de joyería y otras que no son específicas para la orfebrería, algunas están modificadas para facilitar algunos trabajos, como la personalización de una pinza de corte de coladas que está amurada y se abre automáticamente. También tengo una amoladora de banco con distintas cabezas, algunas pinzas a las que les quité las algunas estrías y les deje otras; un lápiz para soldar cera que lo hice eléctrico, y una rendija especial en la mesa para detener el mandril”.

Mexicana de origen, argentina por adopción, desde hace años trabaja en Buenos Aires y lo suyo parte de la naturaleza, en particular, del mundo vegetal. “Me conecto con la botánica y la convierto en joyería. Es que tengo una conexión especial con la naturaleza, me inspira mucho. Por eso, disfruto de hacer joyería botánica. Muchas de esas joyas las realizo en metal y lo combino con piedras; la energía que éstas tienen es potente; son una especie de seres vivos viviendo a otro ritmo”, señala.

Minimalista

Dice que prefiere el estilo minimalista y le gusta resaltar los pequeños detalles de las cosas o los eventos comunes, poniendo el acento en lo más sutil.

Y esto lo hace desde hace 15 años. Se formó como diseñadora industrial  e incursionó  en la joyería porque le gustaba trabajar con diferentes materiales. “Como era muy complicado tener un taller con todos los materiales y hacer todos los productos, jugando empecé a hacer piezas para adornar el cuerpo y, poco a poco, comencé a tomármelo  más en serio y hasta lo transformé en una manera de vivir. Hice varios cursos y fui a distintos talleres y terminé por adoptar a la joyería como mi forma de expresión, ya no como un simple adorno, sino como un medio para poder transmitir un mensaje, un concepto en formato de joyería”.

“En general, trabaja en bronce, pero el material que elijo deriva de lo que quiero transmitir”.

Y le gusta mucho la técnica de la cera perdida porque, obviamente, se identifica con las formas orgánicas y éstas le permiten expresarse mejor. “Cuando trabajo con materiales nuevos voy buscando de qué manera pueden llegar a la forma que tengo en la cabeza, y así disfruto mucho de explorar”.

En su taller se nota que trabaja en paralelo en diferentes proyectos. Desarrolla colecciones más accesibles de uso diario y, por otro lado, piezas menos convencionales que terminan en concursos o exposiciones.

Universo Solorzano

Acaba de terminar la última colección «Helechos», en la que las plantas joyeras invaden el cuerpo, incluye anillos que se pueden usar en todos los dedos y en todas las partes de los dedos, como las falanges; un collar con piezas móviles, aros que se combinan con piedras o no y otros trepadores.

Hoy trabaja en una de sus obras más artísticas, la cual expondrá el año próximo en una retrospectiva sobre el límite entre México y Estados Unidos. Se trata de «3185cm», hecha con un hilo de seda rojo de esa medida que se refiere a los kilómetros que recorre esa frontera,  tiene el mismo número de nudos que representa a todas las personas que perdieron la vida en su cruce en busca del llamado sueño americano. Una pieza de hace 10 años que actualiza o reversiona para demostrar la vigencia de la problemática en esta frontera caliente.

Esto no es todo en el universo Solorzano, ya que también trabaja en cerámica y con grabado, “tratando de explorar y hacer cosas sin un fin determinado; estoy en el ejercicio de hacer por placer y conectar con eso, y después tal vez puede que desarrolle una pieza específica que puede mostrarse…”

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Taller Abierto de Paula Botto Fiora

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Taller Abierto de Paula Botto Fiora


En su taller de Parque Chas, cuenta con qué materiales experimenta para crear piezas portables que buscan emocionar

Su taller está en su casa en Parque Chas en un espacio que construyó sobre una terraza. Es muy luminoso. Tiene un banco de joyero que le hizo un carpintero amigo  y una biblioteca donde guarda libros, catálogos y publicaciones de joyería. También, muchas herramientas porque le encantan, pinzas de todo tipo, martillos, mandriles, trafilas, embutidores, laminadora…

Es mi lugar de trabajo y reflexión. Entro y salgo todo el tiempo y paso muchas horas”.

Investigación y experimentación

Dice que la joyería contemporánea es su canal de expresión porque “a través la investigación y experimentación de materiales puedo plasmar ideas, emociones y sentimientos que resultan o derivan en una pieza portable. Experimento con materiales y técnicas no convencionales y busco generar piezas que trasmitan y emocionen. Pienso la joya como un acto de comunicación”.

Empezó en la joyería en 2008. “Me enteré que se abría la carrerea de Diseño de joyas en la Universidad de Palermo y me inscribí, así empezó todo. Ahí conocí a Mabel Pena, mi maestra de todos estos años, con quien fui descubriendo la joyería contemporánea. Al comienzo quería conocer el oficio, saber soldar, calar, limar, hacer engarces y aprender a trabajar con metales.

«Hice varios talleres y workshops que fueron enriqueciendo mi formación y abriendo nuevos horizontes, como con el maestro escultor Antonio Pujia, Francine Schloeth, Luis Acosta y Jorge Manilla, entre otros».

Materiales que aportan

Trabaja principalmente con papel y madera y en algunas ocasiones resina. También utiliza metales, “me gustan mucho”, pero en mucha menor proporción de lo que los usaba cuando comenzó.

Voy eligiendo los materiales que me aportan para lo que quiero comunicar. Así empecé con el papel, que me da textura, volumen, color y también con la madera balsa, que me permite hacer piezas grandes y livianas. Este es un material potente y frágil a la vez, me provee mucha expresividad”.

Utiliza técnicas de la joyería clásica y las adapta a los materiales elegidos. “Mucho de mi trabajo es experimental, voy haciendo y deshaciendo. Uso la técnica de papel de agua, para algunos trabajos, pero es una búsqueda constante”.

Reconoce que cada vez usa menos maquinarias, pero lo que más utiliza es el torno para agujerear, fresar o lijar.

Temas sociales

En este momento está trabajando en series que tienen que ver con los conflictos sociales, la desigualdad y la violencia. Son temas que la interpelan, admite.

“Las piezas expresan el hacinamiento, los intercambios y relaciones sociales; la fragmentación del espacio urbano; estar de un lado o del otro; tener que migrar buscando mejores condiciones de vida; traspasar o adaptarse a los límites, y la violencia que se incrementa en forma exponencial.

«Para tratar de expresar estos temas trabajé con madera balsa, metal y pintura en spray”.

Y no para, siempre está con algo entre manos. Acaba de participar de la convocatoria de Andrés Fonseca y Ofelia Murrieta para el aniversario de «Sepan cuantos…» de la editorial Porrúa de México, en la que se utilizó como materia prima principal el papel, hojas de ejemplares de los nueve libros de esa colección.

Ahora, trabaja con el colectivo Caracú en un nuevo proyecto; además, se está presentando a muestras internacionales y empezando algunos trabajos de investigación, como la incorporación del collage en sus nuevas piezas.

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